miércoles, 26 de febrero de 2020

El coronavirus y la sociedad de la mentira global


El Diario Digital, Nueva Tribuna, adjunta un magnifico, muy ilustrativo y realista artículo sobre el coronavirus,  firmado por, Pedro Luis Angosto

Por considerar que dicho artículo, sin duda alguna, será del interés de nuestros seguidores, lo adjuntamos en elblogdefcosvi

Pedro Luis Angosto( 1960-Caravaca de la Cruz- Murcia), licenciado en Historia Moderna y Contemporánea  por la UMA. Colaborador en diversas publicaciones, entre ellas las especialistas en Historia. También colaborador en diversos medios de comunicación. Autor de diversos libros, entre ellos: "Sueño y pesadilla de un republicano Español", 2001- Universitat AlacantCapítulo del libro “Azaña y los suyos”, 2006Biblioteca Nueva.  Carles Espla, un periodista republicà" 2007,Editorial PUV.  Los periodistas del exilio”., 2009,FCE.  Capitulo en “La represión franquista en Levante”, 2009, Algaida-. La República en México: Con plomo en las alas. Las grandes  democracias contra la libertad de España. 2009. Editorial Renacimiento. 




Pedro Luis Angosto 



El coronavirus y la sociedad de la mentira global

Diario Digital, Nueva Tribuna

Por: Pedro Luis Angosto

26/02/20


Durante el año pasado se registraron en España 277.000 casos de cáncer. La mitad de los enfermos morirán en un plazo inferior a cinco años, sufriendo durante el resto de su vida un calvario indecible de idas y venidas al hospital, de quimio y radioterapia, de dolor y sufrimiento y de miedo indescriptible. En una sociedad avanzada y civilizada, las investigaciones para curar o paliar el cáncer, las enfermedades cardíacas y las degenerativas deberían ocupar un lugar preeminente, dedicándoles todos los medios económicos posibles. Del mismo modo, en un mundo civilizado y justo, la Organización Mundial de la Salud, en vez de callar, debería denunciar los precios altísimos de los tratamientos para esas enfermedades que están arruinando a los sistemas estatales de salud, declarar la libertad de todos los países copiar cualquier medicamento que sirva para mejorar la vida de los enfermos y condenar el reparto mafioso y monopolístico de los nuevos tratamientos por parte de los grandes laboratorios. No lo hace, mira para otro lado, y la curación de esas enfermedades que tanto dolor causan a tantísima gente se pospone hasta que la mafia quiera.

El año pasado murieron en España por accidente laboral casi setecientas personas, resultando heridos de gravedad o enfermos debido al trabajo varios miles de personas. Las causas están claras, precariedad laboral, jornadas interminables, destajo, escasas medidas de seguridad y explotación. Ningún organismo estatal ni mundial alerta sobre el deterioro de las condiciones de trabajo ni esas víctimas, que podrían haberse evitado con muy poca inversión, abren los telediarios ni ocupan más de su tiempo.


"No creo que nada de lo que pasa en el mundo sea por casualidad, ni que los informativos ignoren inocentemente el número de muertos por guerras absurdas que cada año asolan al mundo de los pobres"


En 2019, seis mil españoles murieron de gripe, una enfermedad tan común como el sarampión que  mata todos los años a miles de personas en África sin que la OMS exija a los Estados miembros que aporten las vacunas necesarias -que valen cuatro perras- para evitar ese genocidio silencioso. Al fin y al cabo, la mayoría son negros.

En 2018, más de cuarenta mil personas murieron en España por la contaminación ambiental, siendo directamente atribuibles a esa misma causa el fallecimiento de ochocientas mil personas en la Unión Europea y casi nueve millones en el mundo, aparte de los millones y millones que padecen enfermedades crónicas que disminuyen drásticamente su calidad de vida.

En 2017 más de seis millones de niños murieron de puta hambre en el mundo mientras en los países occidentales se tiran a la basura toneladas y toneladas de alimentos. Ese mismo año, más de dos mil millones de personas trabajaron jornadas superiores a 15 horas por menos de 10 euros al día. Ningún informativo, ningún periódico, ninguna radio lleva días y días insistiendo machaconamente en esa tragedia que martiriza a diario a media humanidad y amenaza con llevarnos a todos a condiciones de vida insufribles.


"La suspensión del Congreso Internacional de Móviles de Barcelona -Congreso que probablemente no se vuelva a celebrar tal como lo hemos conocido en años sucesivos- no se debió al coronavirus, sino a la exhibición que las grandes tecnológicas chinas iban a hacer sobre sus avances en el 5G"


Hace unas semanas surgió en una región de China un virus que causa neumonía y tiene una indicencia mortal menor al uno por ciento. Los medios de comunicación de todo el mundo, acompañados con las redes sociales de la mentira global, decidieron que ese era el problema más terrible que había azotado al mundo desde los tiempos de la peste bubónica del siglo XIV que diezmó la población de Europa en casi un tercio. No hay telediario, portada de periódico por serio que sea o red social en la que el coronavirus no ocupe un lugar preferente y reiterativo hasta la saciedad, como si no tuviésemos bastante con las enfermedades ya conocidas que matan de verdad a muchísima gente después de largos periodos de sufrimiento y tortura vital. No sé como surgió ese nuevo virus, tampoco si es nuevo, carezco de conocimientos científicos para ello, lo único que sé es lo que cuentan los especialistas, y es que apenas mata ni deja secuelas importantes. Pese a ello, a que lo saben, los informativos siguen creando alarma a nivel mundial. ¿Por qué?

No creo que nada de lo que pasa en el mundo sea por casualidad, ni que los informativos ignoren inocentemente el número de muertos por guerras absurdas que cada año asolan al mundo de los pobres. Vivimos un tiempo de relevos, la potencia hegemónica -Estados Unidos- tiene por primera vez desde el final de la Guerra Fría un serio competidor que se llama China. Ese competidor fue alimentado desde los años ochenta por las potencias occidentales debido a su enorme población, a su pobreza y a los salarios bajísimos de sus trabajadores. Han pasado cuarenta años y lo que entonces pareció una decisión magnífica para acabar con los Estados del Bienestar, abaratar costes e incrementar riquezas de modo exponencial, ha tomado otro cariz y ahora esa potencia pobre produce casi el 18% de todo lo que se fabrica en el mundo y está en disposición de dar el gran salto que la coloque en como primera potencia mundial, algo que será inevitable haga lo que haga Trump y sus amigos porque tienen el capital, la tecnología y la mano de obra necesaria. La suspensión del Congreso Internacional de Móviles de Barcelona -Congreso que probablemente no se vuelva a celebrar tal como lo hemos conocido en años sucesivos- no se debió al coronavirus, sino a la exhibición que las grandes tecnológicas chinas iban a hacer sobre sus avances en el 5G. Se trataba de impedir de cualquier manera que los chinos pudiesen demostrar que hay campos en los que ya están por delante de Estados Unidos y, por supuesto, de Europa. No hay otra explicación ni otra razón. Con la cancelación del congreso de Barcelona y la información apocalíptica sobre las consecuencias de la expansión del coronavirus se daba un paso más en la nueva guerra fría que se ha inventado Donald Trump, dejando claro a China que todo vale en la guerra y que su ascenso al primer puesto les va -nos va- a costar sangre, sudor y lágrimas.

El coronavirus es una enfermedad que no arroja datos alarmantes, primero porque no se expande al ritmo de las grandes epidemias que ha sufrido el mundo, segundo porque tampoco los porcentajes de mortandad son equiparables a los de otras plagas como la “gripe española”. Sin embargo, y dentro de un lenguaje medieval, se está intentando crear pánico a escala global y por eso cada día nos cuentan el nuevo caso que se ha descubierto en Italia, Croacia, Malasia o Torrelodones, uno por uno, haya dado muestras de quebranto o no. Se trata de alimentar el bicho del miedo a escala global con fines estrictamente políticos y económicos, y nunca antes como hoy, en la sociedad de la desinformación, han existido tantos medios para imponer las mentiras como verdades absolutas al servicio de intereses bastardos. El coronavirus no es el fin del mundo ni nada que se le parezca, es una enfermedad normal, como tantas y con poca mortandad, pero la manipulación mediática interesada puede llevarnos a una crisis de consecuencias devastadoras.


sábado, 22 de febrero de 2020

Barcelona no es de fiar

Una vez más, El diario digital Vozpópuli, aparte de la información, nos ofrece artículos de opinión. En el día de hoy, Vozpópuli incluye un buen y acertado artículo de opinión,firmado por  Gregorio Morán.

Un realista buen artículo y, a su vez, triste para nosotros, dado que hace referencia a nuestra ciudad, Barcelona, la cual, cada día que pasa se acentúa su general deterioro. Realidad que, desde este mismo blog, y por la red social Facebook hemos denunciado y señalando a los que creemos que son los responsables de ello, las propias instituciones de la Ciudad Condal, el ayuntamiento, la Generalitat, los de la argucia política disfrazada de Independencia, junto la enorme inoperancia del resto de los partidos políticos.   


Por entender que el artículo puede ser del interés de nuestros lectores, lo adjuntamos en elblogdefcosvi.


Gregorio Morán Suárez (1947-Oviedo- Asturias) escritor, periodista y articulista colaborador en distintos medios de comunicación.  Autor de fina visión, virtud, la cual sin duda le ha provocado más de un problema, dado que no se acepta la franqueza, más si está contiene una cierta ironía. Gregorio Morán tiene en su haber magníficos artículos y a su vez es autor de más de una docena de buenos libros, entre los cuales, dos biografías,  entre otros, " La cura de los mandarines" del año 2014, editorial Akal  y " La decadencia de Cataluña, contada por un charnego" del el año 2013, editorial Penguin Random House







Barcelona no es de fiar

Barcelona se ha ido deteriorando conforme la sociedad y sus poderes adoptaron el narcisismo urbano, lo que sumado a la situación política de Cataluña ha dado ese resultado incontrovertible



Plaça Real de Barcelona

Sabatinas Intempestivas

por: Gregorio Morán

a 22.02.2020 


Gregorio Morán



Las ciudades enferman. Hay algunas que se mantienen con cuidados intensivos y así llevan siglos, con sus achaques y remedios paliativos. Véase Venecia. Aún sigue con multitudes de turistas que dan fe de cierta inclinación de los seres humanos a contemplar los restos, fastuosos, de lo que fue emporio de civilización y que hoy sobrevive a duras penas. En el otro extremo, nadie que la haya visto olvidará la imagen de Atlantic City, con aquel crepuscular Burt Lancaster en el no menos crepuscular filme de Louis Malle; ahí estaba una ciudad de antiguos sueños de juego y fiesta devenida en escenografía para ídolos rotos.

Ni lo uno ni lo otro, pero sí un poco de uno y de otro, Barcelona se ha ido deteriorando conforme la sociedad y sus poderes adoptaron el narcisismo urbano, lo que sumado a la situación política de Cataluña ha dado como resultado algo incontrovertible: esta ciudad no es de fiar. Con esa perspectiva no resulta extraño que la industria de los ordenadores, la más representativa de los tiempos que corren, se haya acogido a una disculpa de gran calado, el coronavirus, para dar el carpetazo a los riesgos que genera la incomodidad de una urbe desnortada.

Hasta que los grandes de la computación no mostraron su desinterés por arriesgarse a la feria del Mobile en Barcelona, parecía como si la ciudad condescendiera con ellos y les consintiera pisar esta tierra salutífera. Era un favor del narcisismo urbano a los comerciantes más avispados del planeta. Bastó que alguien soplara una improbable alarma para que el castillo de naipes se derribara y nos adentráramos en la fórmula barcelonesa por excelencia: la herencia de tiempos de industriales de fortunas y queridas exuberantes, ocultas a la indiscreción. El silencio de la complicidad se hizo dueño. Nadie se atrevió a preguntar a los poderes siempre ubicuos de esta ciudad sin prodigios por qué Ámsterdam celebraba su Mobile con una sola empresa ausente y por qué aquí nadie asumía si no había algo que dificultaba la empatía de esta urbe, jactanciosa de un pasado de acogimiento y urbanidad.

La elogiosa cita de Cervantes en el Quijote caducó y lo que ayer fue ahora ya no es. Nadie se juega su prestigio cuando éste se valora en miles de millones porque a una ciudadanía impotente y en ocasiones cómplice se le ocurra asumir lo inasumible. Cuando la alcaldesa Ada Colau considera que su timbre de gloria está en ser la primera edil que exhibe su bisexualidad, a mí me importa lo mismo que si tuviera inclinaciones a la zoofilia o al nudismo doméstico, un terreno limitado a la privacidad, y de lo que se trata es de hacer funcionar una ciudad abandonada a la improvisación.


"Como el consejero Buch no puede apelar a Trump y el derecho a llevar armas, nos sugiere que llevemos bien apretado el bolso y la cartera, y que tengamos suerte"


Si una alcaldía vive de sus ensoñaciones puede ocurrir de todo; incluso aprovechar los escasos espacios libres para edificar, digo bien, edificar plazas duras. La invención de las plazas duras es uno de los escarnios a que someten los alcaldes con rostro de cemento armado a los vecinos, con la nada abnegada ayuda de los arquitectos ejecutores de este delito urbano. Son plazas en las que no debe haber nada verde, ni árboles. Todo obra muerta y cobrada con la tampoco abnegada colaboración de las taciturnas agrupaciones ecologistas. ¡Fuera el verde, que cuesta dinero, y viva el cemento, que da trabajo a los intelectuales del diseño! Desde que Barcelona se miró en su espejo y se creyó Narciso la ciudad está llena de plazas duras: hasta tiene una dedicada a los Países Catalanes, premiada por el gremio, cuya vista me produce siempre perplejidad y cuya única bondad reside en el lugar de la amplia instalación, frente a la Estación de Sants, lo que consiente que verla y escapar pueda hacerse en apenas un impulso.

Nadie recuerda ya las palmeras que se enseñoreaban de las grandes avenidas olímpicas, ni de los barrios para jóvenes profesionales asentados, convertido todo en pecios de naufragios sucesivos. Eso sí, la Policía Municipal podrá a partir de ahora llevar tatuajes. Gran decisión, porque confundirá a los urbanos con el paisaje humano de barrios fuera de control, sin ley, pero con mucha historia. Por algo antes se llamaba Barrio Chino y ahora se denomina El Raval. Cuando una concejal socialista, Itziar González, pretendió poner coto a la delincuencia en pisos y adicciones hubo de dimitir ante el silencio de sus compañeros de partido, de los medios de comunicación y de los poderes públicos. Entendió que le iba la vida en el empeño y lo dejó. Discreción es la norma, y para enseñanza de discretos nada como no darse por enterados. La última propuesta de la Consejería de Interior ante la alarmante inseguridad de Barcelona consiste en la “autoprotección”. Como el consejero Buch no puede apelar a Trump y el derecho a llevar armas, nos sugiere que llevemos bien apretado el bolso y la cartera, y que tengamos suerte. Sería para reír si no fuera para llorar. Una variante de aquel indescriptible anuncio oficial que clamaba, como quien tira el dinero para pagar la ronda: Barcelona, ponte guapa, sin precisar quién debe gratificar al cirujano plástico.


"Qué interés puede tener alguien en arriesgar sus millones en una ciudad donde se jalea a los muchachos de los CDR, protegidos por sus padres en la Generalidad"


Barcelona sufre todas las tardes a partir de las ocho un piquete que no alcanza a cien personas pero que bloquea la vía norte de la ciudad, la Meridiana. Llevan así varios meses y seguirán hasta que les pete, y ojito con acercarse a preguntar o fotografiar, como lo hizo el periodista Xavier Rius. Te agredirán ante la mirada ingrávida de los Mozos de Esquadra.

Seamos coherentes: qué interés puede tener alguien en arriesgar sus millones en una ciudad donde se jalea a los muchachos de los CDR, protegidos por sus padres en la Generalidad, que pinchan las ruedas de las bicicletas de alquiler, queman autobuses de turistas o pintarrajean las sedes de sus adversarios. Barcelona no es lo que fue. Podemos ponernos estupendos y abonar el huerto narcisista para introducir el conflicto de Trump y China, en la misma medida que un día se reaccionó al atentado yihadista de las Ramblas gritando No tenemos miedo, el lema más críptico de manifestación alguna. No se decía por miedo a quién no se tenía miedo, ni por qué no había que tenerlo cuando toda la ciudad estaba acojonada, los poderes públicos mintiendo y los muertos abandonados.

Venecia tiene una larga lista de homenajes; a Atlantic City le basta con el de Malle y Lancaster; aquí ¡oh Narciso! apenas nada. Barcelona no es de fiar; se lo ha trabajado a pulso y púa.

domingo, 16 de febrero de 2020

Las acróteras del poder

Hoy el diario digital, El Español, publica un magnifico y acertado artículo firmado por Pedro J. Ramírez


Pedro J. Ramírez ( Logroño, 26-03-1952) Licenciado en periodismo en la Universidad de Navarra. Ejerció durante el curso 1973-74  de profesor de literatura española contemporánea en el Lebanon Valley College ( Pensilvania), siendo nombrado en el año 1996, doctor honoris causa. Fue director del Diario 16 durante 9 años. Director del diario El Mundo, durante 25 años.Pedro J. Ramírez, ha colaborado y colabora con otros medios de comunicación. Habiendo recibido numerosos premios y es autor de mas de una docena de libros.

Por considerar elblogdefcosvi que dicho artículo puede ser del interés de nuestros seguidores, lo incluimos en el blog. 


Pedro J. Ramírez


Las acróteras del poder


por: Pedro J. Ramírez

Diario Digital, El Español

16/02/ 2020


El viernes 19 de abril de 1793 el diputado moderado Mazuyer pidió que la Convención Nacional Francesa interrumpiera el orden del día para tratar un asunto de la máxima urgencia.

En este momento se prepara la ejecución de una mujer, de una desgraciada cocinera que ha proferido expresiones contrarias al civismo. Esa mujer no estaba en sus cabales cuando utilizaba ese lenguaje. Se dice que estaba bebida. Pido que se aplace la ejecución de la sentencia.


Magnifica Ilustración de: Javier Muñoz



Se refería al caso Catherine Clère, una criada de 56 años que había sido juzgada la víspera por el Tribunal Revolucionario por unos hechos ocurridos, cinco semanas atrás, sobre la medianoche. Según diversos testimonios la señora Clère había sido detenida tras gritar varias veces "¡Viva el rey!", entonar canciones revolucionarias, alterando su letra para denostar a los jacobinos, y criticar el miserable sueldo de sus hijos reclutados para el Ejército.

El Tribunal le había aplicado el decreto que condenaba a muerte a cualquiera que hiciera exaltación de la Monarquía y la carreta que la conducía a la guillotina estaba a punto de salir de la cárcel del Palacio de Justicia.

Los dos bandos de la Convención se enfrentaron entonces en un debate casuístico. Isnard, portavoz de los moderados, alegó que la ley estaba concebida para castigar a "quien mantenga opiniones contrarrevolucionarias exprofeso", pero no a "una mujer que no sabe nada de política".

Augustin Robespierre, hermano de "El Incorruptible", replicó que lo aprobado era "una ley contra la Monarquía" y que, por lo tanto, "todo el que habla contra la ley es un monárquico". Era el silogismo perfecto de la sofística revolucionaria.

El debate se extendió entonces a los límites de la libertad de expresión y el propio Maximilien Robespierre se empleó a fondo: "Es más preciso que nunca mantener en toda su severidad estas leyes revolucionarias que sofocan el germen del monarquismo y el federalismo, flagelos que perderían a toda la República".

El semanario Revolutions de Paris especularía en su número siguiente sobre si la larga intervención de algún "prolijo orador" no habría impedido llegar a tiempo de salvar la vida de la señora Clère. Pero lo cierto es que cuando su cabeza fue separada del cuerpo, en la que hoy se denomina Plaza de la Concordia, la Convención Nacional ya había votado rechazar la petición de clemencia.

"Reconozco que cuando, el martes pasado, pregunté a mis tres contertulios de , Los desayunos de TVE, si eran partidarios de convertir en delincuente a quien grite "¡Viva Franco! ¡Arriba España!" en un espacio público, tenía en la cabeza la historia de la señora Clère, incluida en mi libro; El primer naufragio. No porque vea, por supuesto, el riesgo de que en España se vaya a guillotinar a nadie por sus ideas, salvo en sentido metafórico, sino porque los argumentos justificativos de la pretendida tipificación como delito de la apología del franquismo son los mismos que utilizaban entonces los "diputados de la Montaña"

"La coalición sanchopablista ha decidido aplicar la máxima de que "no se ejerce la dictadura impunemente... si es de derechas"

El principal de todos es el carácter intrínsecamente criminal del régimen anterior. De igual manera que, al decir de Saint-Just, "no se reina impunemente", la coalición sanchopablista que nos gobierna ha decidido aplicar la máxima de que "no se ejerce la dictadura impunemente... siempre que sea de derechas". Es decir que, más allá de sus actos concretos -que en cuarenta años de franquismo hubo, lógicamente, de todo- lo que merece una persecución retrospectiva es la propia naturaleza de aquel sistema de poder.

Con el agravante de que, así como Luis XVI fue juzgado apenas cinco meses después de su derrocamiento, el proceso a la sombra de Franco se desarrolla cuarenta y cinco años después de que el dictador muriera en la cama y casi ochenta después de que concluyera la fase más aguda de la represión vinculada a la postguerra.

Sin tener en cuenta tampoco que, al mismo tiempo que los españoles padecíamos esa dictadura que tan expeditivamente se tilda de "fascista", en Portugal, Grecia, la mayor parte de América Latina y muchos países de Asia y Africa había regímenes equivalentes y en toda la Europa del Este, la Unión Soviética y China imperaban las dictaduras comunistas.

Por eso, mucho más útil que alancear ahora esos fantasmas del pasado, me parecería que los altos cargos del PSOE y Podemos cuyos padres o abuelos tuvieron algún protagonismo en aquel régimen -hay casos muy notables-, o incluso mera afinidad ideológica con sus valores, trataran de explicar, a través de sus recuerdos infantiles, cuáles fueron los mecanismos sociológicos que permitieron la consolidación, durante tanto tiempo, de algo que ahora presentamos como epítome de lo abyecto.

¿Eran todos los que, por activa o por pasiva, edificaron o respaldaron aquel régimen "verdugos voluntarios" de Franco, por utilizar el término de Daniel Goldhagen sobre la Alemania nazi? Tal vez una respuesta, ajustada en su complejidad a la envergadura de esa pregunta, contribuiría a abortar, con más eficacia que la inclusión de la exaltación del franquismo en el Código Penal, el auge de la ultraderecha que tanto parece preocupar a los colaboradores de Pedro y Pablo.

"¡Menudo lío!", exclamó una de mis colegas de tertulia, cuando sugerí algo parecido. Y tanto que lo fue... ¿Cómo es posible que quienes propugnan la "desjudicialización" de un proceso de sedición flagrantemente en marcha, pretendan "judicializar", con el atizador del Código Penal, la pervivencia de los exánimes rescoldos del pasado?

El maniqueísmo político consiste en sustituir el análisis del intrincado universo de tonalidades grises, que casi siempre conforma la realidad, por la simplificación estereotipada de un mundo en blanco y negro, en el que todo se reduce a la pugna entre el bien y el mal. Por eso, cualquier grupo político que se erige en vanguardia del progreso e intérprete del interés social, lo primero que hace es inventar o maximizar el peligro atribuible a un enemigo, al que se presenta como la encarnación del mal.

Si Vox no existiera, el PSOE y Podemos tendrían que inventarlo, en la medida en que su auge les sirve de pretexto para sus desafueros, de factor de cohesión entre sus parroquianos y de elemento de distracción frente al gran público. Eso sin contar con el fraccionamiento de la oposición y las contradicciones que induce en el PP, al intentar liderarla.

"El maniqueísmo político es sustituir el análisis del intrincado universo gris, por la simplificación del mundo en blanco y negro"

En realidad Vox es un tigre de papel que ruge mucho en los escenarios pero es incapaz de articular soluciones en los despachos. La entrevista de TVE a Santiago Abascal lo puso en evidencia el jueves por la noche. Su propuesta de "elegir" a los inmigrantes, teniendo en cuenta de qué países procede el puñado de delincuentes que participan en "violaciones grupales", denota una xenofobia tan rupestre como la de la alcaldesa de Vic, cuando apela al "aspecto físico" para distinguir al "catalán autóctono" de otras variedades de primates.

¿Y qué decir de que su alternativa a que pueda haber algún colegio en el que se cometan excesos en las sesiones de educación sexual, sea que en ningún colegio se ofrezca ningún tipo de educación sexual? Y que la justifique en que, el mero hecho de entrar en la materia, atenta contra la "inocencia" de los niños. Como si volviéramos al "sadismo en nuestra infancia", Vázquez Montalbán dixit, cuando nos hacían creer que las poluciones nocturnas eran pecado y la masturbación, causa de enfermedades mortales. 

"Vox no es un peligro sino un espantapájaros, frente al que la izquierda se define, a modo de antagonismo purificador. A la disposición natural del PSOE a practicar ese juego, acrecentada en el nuevo "tiempo histórico" de Zapatero, se unen ahora los relatos complementarios de Podemos, con su épica contra el capitalismo y el imperialismo, en la que hasta un tirano como Maduro adquiere carácter redentor, y Esquerra Republicana, con su patrioterismo tribal, en el que la sangre derramada en el martirio de Companys se convierte en el santo óleo que mana de la herida luminosa abierta en el traje de presidiario de Junqueras"

Por supuesto que todo es un falaz cómic para adultos, resumido en el fumetti de la intervención de Gabriel Rufián, tras abrir las puertas del salón, para irrumpir con modales de vaquero en la sesión de control parlamentario: "Que la izquierda haga de izquierda, frente al fascismo de corbata, toga y uniforme". Le faltó añadir un "ahí lo dejo", escupiendo la colilla por la comisura de los labios.

Nadie les tomaba en serio, ni a Pablo Iglesias ni a él, ni a las propias portavoces socialistas, mientras estaban en la oposición o incluso gobernaban en funciones; pero ahora tienen la potestad de cincelar las acróteras del nuevo poder, legítimamente constituido.

Como los amantes de la arquitectura y los lectores de Lope de Vega saben, las acróteras son, en sentido estricto, los zócalos que adornan los frontones de los templos y, en sentido amplio, las propias figuras decorativas que rematan esas cimas. Máscaras de terracota, pegasos alados o símbolos religiosos. Como escribe el "Fénix de los Ingenios" en La Filomena, "en vez de musas, las funestas aves/ cantaron, por los frisos y acróteras/ por las pizarras altas y arquitrabes/ fúnebres himnos, alternando fieras".

Las acróteras eran, en definitiva, los exhibicionistas puntos sobre las íes, mediante los que se definía caprichosamente la identidad e incluso la intención de cada templo. Algo así como las patas de animales, colgadas del cinturón, que distinguían a cada tribu india o, según Tom Wolfe, el periódico bajo el brazo con el que, en la era analógica, cada lector se presentaba ante los demás. La boina, la gorra, el pañuelo anudado a la cabeza, el bombín, el canotier o el sombrero de copa. Dime lo que te pones ahí arriba y te diré quién eres.

Claro que lo importante no son esas señales de humo emitidas desde la cumbre de la montaña, a modo de flores reventonas sobre el ojal de la geografía política, sino lo que suceda en el interior del recinto. Me reitero en que a Sánchez e Iglesias los juzgaremos por los dos grandes baremos de la unidad e igualdad de la España constitucional, por un lado, y de la evolución de las cifras del paro, por el otro.

"Conocemos ya cuáles son las acróteras que, a modo de títeres de un teatrillo de marionetas, los nuevos gobernantes han colocado sobre el guiñol de su poder"

Tras la entreguista reunión con Torra y la nueva senda de estabilidad que sólo aspira a mantener el nivel de desempleo actual, ninguno de los primeros síntomas en ambos frentes son demasiado alentadores, pero es de justicia aplazar, incluso el más provisional de los veredictos, hasta una fase más avanzada del partido. No seré yo quien opine sobre nada antes de que haya sucedido.

"En cambio, sí que conocemos ya cuáles son las acróteras que, a modo de títeres de un teatrillo de marionetas, los nuevos gobernantes han colocado sobre el guiñol de su poder. Y ya que el perezoso sueño de la razón no llegó a tiempo de detener aquella traqueteante carreta que llevó a la guillotina a la pobre cocinera que había gritado "¡Viva el rey!", espabilémonos ahora para movilizar los valores liberales, en contra de la criminalización de las ideas que detestamos. "Freedom for the thoughts that we hate" (Libertad para los pensamientos que odiamos, en palabras del juez Holmes, presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos."

No vaya a ser que, de tanto perseguir un franquismo inexistente y un fascismo imaginario, terminemos reinventándolos, mediante la morbosa seducción que sobre los adolescentes ejerce lo prohibido.

No vaya a ser que dentro de otras cuatro décadas, cuando lo que se proponga sea prohibir la apología del separatismo racista y reaccionario o de las dictaduras bolivarianas y sus compañeros de viaje, lo pertinente resulte emplazar a los hijos y nietos del actual régimen en ciernes a que expliquen por qué sus padres y abuelos pudieron abrazar o siquiera justificar doctrinas y conductas tan aberrantes como las de Junqueras y Maduro.

No vaya a ser que las flamantes acróteras de hoy sólo sirvan de "señales", como en la canción de Rodrigo Caro a aquella Itálica famosa, trocada en "campos de soledad, mustio collado", de un "despedazado anfiteatro", enterrado en las ruinas del mañana.

viernes, 14 de febrero de 2020

Nacionalismo catalán y libertad de expresión

El diario digital, Crónica Global, edita un muy interesante y certero artículo de opinión firmado por Isabel Fernández Alonso. Por considerar, elblogdefcosvi, que dicho artículo puede ser del interés de nuestros lectores, lo incluimos en el blog. 

Isabel Fernández Alonso (Asturias, 1969) Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y doctora en Ciencias de la Información, por el Departamento de Historia de la Comunicación Social. Siendo becaria predoctoral durante cuatro años (1993-1997). Efectuando importantes aportaciones en su tesis doctoral, como: sobre las políticas de medios en España durante la transición. Siendo estas recogidas en el libro "Estado y medios de comunicación en la España democrática", editorial Alianza 2000, obra en la que es coautora junto con Fernanda Santana.

Fue  becaria predoctoral (curso 1997-1998) en la Sección de  Comunicación, Información y Periodismo de la Universidad Libre de Bruselas, donde realizó tareas de investigación en el ámbito de la historia de la prensa belga, y becaria postdoctoral en el Observatorio de los Medios en Europa de la propia ULB (1998-2000). efectuando interesantes publicaciones, recogidas estas en  revistas como Ámbitos, Zer o Historia y Comunicación Social

Desde principios del curso académico 2004-2005 ha simultaneado tareas de investigación en el Institut de la Comunicació de la Universitat Autònoma de Barcelona (Incom-UAB) –donde es coordinadora del Observatorio de Políticas de Comunicación y miembro del consejo de dirección– con tareas docentes como profesora asociada en los departamentos de Periodismo de esta misma universidad, de la Universitat Abat Oliba -CEU de Barcelona y de la Universitat Ramon Llull. Desde el 2008 compatibiliza su labor de investigación en el Incom-UAB con la docente que desempeña en la Universitat Ramon Lull y la de experta del Consejo de Coordinación Universitaria en cuestiones de homologación de estudios extranjeros.

Isabel Fernández Alonso, es profesora titular de Comunicación de la UAB y miembro de Impulso Ciudadano, Universitaris per la Convivència y Foro de Profesores.


Isabel Fernández Alonso, presentación de su libro " Austeridad y Clientelismo" Editorial Gedisa.



Nacionalismo catalán y libertad de expresión


Diario digital, Crónica Global

por: Isabel Fernández Alonso

14.02.2020
     
El discurso separatista está plagado de falacias que lamentablemente han calado en demasiados ámbitos. Recientemente, nada más conocerse la apertura de una segunda investigación a Torra por desobediencia, desde la Generalitat se enviaba un comunicado a los periodistas en el que se hablaba de una “causa general contra el independentismo motivada por razones políticas” y se añadía que “el Estado Español tiene un problema con la libertad de expresión y los derechos fundamentales”. La misma propaganda victimista y torticera de siempre.

Existen, sin embargo, excelentes informes que prueban que quienes están vulnerando derechos fundamentales de manera reiterada en España son precisamente los separatistas. Recomiendo dos en particular: Golpe nacionalista a la democracia, presentado por SCC en el Parlamento Europeo en diciembre de 2017, y el remitido por Impulso Ciudadano en 2019 al Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Voy centrarme en lo que sucede en Cataluña con uno de esos derechos: el derecho fundamental a la libertad de expresión. Justo el reclamo que ahora figura en el balcón del Palau de la Generalitat, tras ser obligado Torra por las autoridades electorales y judiciales a retirar la pancarta de apoyo a los políticos presos y a los fugados de la justicia.

Resulta inaudito que el poder nacionalista apele con tanta frecuencia a la libertad de expresión cuando no hace más que abusar de la suya y coartar la de quienes no comparten sus postulados. Pongo diversos ejemplos.

Encaja mal con la defensa de la libertad de expresión que los dos partidos integrantes del Gobierno catalán se repartan sin pudor los cargos clave de nuestros medios públicos, tal como han denunciado, entre otros, los propios trabajadores de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales.

Encaja mal con la defensa de la liberad de expresión contratar (con dinero público) a una empresa para que realice un seguimiento de los pronunciamientos en redes sociales de los consejeros del CAC propuestos por fuerzas políticas constitucionalistas.

Encaja mal con la defensa de la libertad de expresión aprobar una moción en el Parlament que condiciona las ayudas a los medios privados a que emitan la publicidad del referendo ilegal del 1-O.

También encaja mal con la defensa de la libertad de expresión presionar a periodistas, como ha hecho el Gobierno catalán con profesionales españoles y corresponsables extranjeros, según acredita Reporteros sin Fronteras.

Los ejemplos serían infinitos, pero quiero subrayar que encaja especialmente mal con la defensa de la libertad de expresión utilizar el poder para estigmatizar y/o tratar de silenciar a los discrepantes.

Un caso sangrante son las declaraciones de persona non grata por motivos ideológicos, que se aprueban con tanta frecuencia en plenos de corporaciones locales catalanas. En este vídeo se recogen los execrables “argumentos” de la CUP en la Diputación de Girona para declarar persona non grata al entonces Delegado del Gobierno Enric Millo, que actualmente ya no vive en Cataluña. En una línea muy similar, vean aquí la infame moción que ERC presentó en el Ayuntamiento de Sant Cugat contra Societat Civil Catalana, acusándola  de connivencia con el neonazismo, entre otras lindezas.

Ese mismo tono tan agresivo con los disidentes se aprecia incluso en personalidades que han llegado a presidir el Parlamento de Cataluña. Recordemos a Carme Forcadell cuando gritaba en un mitin que Cs y el PP no son pueblo de Cataluña. O el reiterado tuit de Núria de Gispert en el que animaba a la entonces líder de la oposición, Inés Arrimadas, a regresar a Cádiz. Son solo pinceladas.

Pero la intimidación no solo se ejerce con la palabra. Así, con total impunidad, los separatistas eliminan (o consienten que se haga) los símbolos comunes (banderas de España, bustos o cuadros del Jefe del Estado, denominaciones de calles y plazas… y, por supuesto, la lengua española) y lo invaden todo con su propaganda: edificios de la Administración, hospitales, playas, conciertos, ferias y hasta cabalgatas de Reyes, por más que impliquen a menores. Algunas campañas resultan realmente inquietantes, como es el caso de la megafonía del Ayuntamiento de Vic.

Un ambiente, en definitiva, que no hace más que coartar la libertad de expresión porque ésta es absolutamente incompatible con cualquier forma de presión. La espiral de silencio en Cataluña es atronadora. Hay miedo a disentir. Me lo reconocían en privado hace pocas semanas muchos colegas que prefirieron no asistir a los claustros universitarios que aprobaron el esperpéntico manifiesto único que siguió a la sentencia del Tribunal Supremo del pasado 14 de octubre, para no significarse.

Quien piense que exagero, que me explique cómo es posible que en un mismo Parlamento supuestamente democrático se impidan las comparecencias de entidades sociales constitucionalistas mientras que prófugos de la justicia, que trataron de derogar el orden constitucional, intervienen por videoconferencia (lo acabamos de ver en la Comisión del 155) para denostar una y otra vez a la democracia española.

viernes, 7 de febrero de 2020

Dialogar, ¿para qué?

El diario digital, El Español, edita un acertado artículo firmado por Pedro Insua. De dicho artículo, elblogdefcosviúnicamente tenemos  una discrepancia, es la misma que mantenemos con la mayoría de los medios de comunicación, opinadores y políticos, que no es otra que; "No existe confrontación Catalunya con España", tampoco hay, "conflicto con Catalunya", ni "problema con Catalunya". La confrontación, el conflicto, el problema que tiene el Estado Español y que, no es en absoluto menor, es con unos osados, manipuladores, populistas y antidemocraticos políticos, determinados sectores sociales y mediáticos catalanes, que no son otros que, los de la argucia política disfrazada de independencia  


Pedro Insua (Vigo, 1973), licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Colabora con sus escritos en revistas de filosofía, escritor y colaborador en diversos medios de comunicación. Como Investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno ha intervenido en diversos cursos, congresos y ciclos de conferencias tanto nacionales como internacionales.

Consideramos que dicho artículo puede ser de interés para nuestros lectores, por ello, lo adjuntamos en elblogdefcosvi.



Dialogar, ¿para qué?



Pedro Insua




diario digital, El Español 

COLUMNAS SAL-LE AL PASO

Por:Pedro Insua  

07-02-2020


La confrontación España/Cataluña, sobrentendida como una relación de tensión en la que la segunda aspira, al parecer, a ejercer unos derechos soberanos que la primera le impide, es completamente tendenciosa y falaz (inducida por el nacionalcatalanismo) porque parte, precisamente, de una falacia de petición de principio, a saber: la de presuponer a Cataluña como una nación cuya constitución se ha producido al margen de España, con derechos adquiridos que le han sido hurtados (por ejemplo, hacia 1714), y que, ahora, España tiene la obligación “democrática” de devolverle.

Consecuencia necesaria de esta petición de principio es que la reivindicación de un referéndum para ejercer el presunto “derecho a decidir” se vuelve paradójica: si solo votan “los catalanes”, entonces ya se considera a Cataluña como nación soberana (y por tanto independiente), siendo así que un referéndum que sancione tal hecho, al margen del resultado, sería completamente superfluo (para poder votar y decidir si son nación o no tienen, ya, que ser nación).

Por otra parte, si a Cataluña se le considera parte de España, como una región entre otras, entonces el referéndum involucraría al resto de la nación española, en su integridad, que como sujeto decisorio seguiría determinando el estatuto político de Cataluña. En un primer caso, en el que decidan sólo los catalanes, no haría falta votar, porque ya se le ha concedido desde el principio aquello que se quiere decidir (y no por resultado de la votación, que aún no se produjo); en un segundo caso tampoco hará falta votar, porque, también desde el principio, y de nuevo al margen del resultado, este sería consecuencia de un derecho ejercido por todos los españoles.

No hay, pues, posibilidad de una vía “plebiscitaria” (“democrática”) hacia la separación de Cataluña, de tal modo que si esta, finalmente, se produjese (y no hay ninguna razón para pensar que no se pueda llegar a producir), nunca sería porque “los catalanes” hayan decidido “su futuro”, sino porque la facción separatista, y por las vías que fueran (la negociación, el diálogo, el chantaje, la extorsión, etc), se habría terminado por imponer al resto, impotente para evitar la fragmentación e impedir que una parte se apropie de lo que no es sólo suyo.

Y es que este sería, y no otro, el resultado de la separación de Cataluña: no la “restauración” de unos derechos que nunca han existido, los de esa fantástica Cataluña soberana, sino que representaría un auténtico saqueo, una usurpación, operado sobre los españoles (incluidos naturalmente los catalanes), al hurtarles una parte de su territorio, la región catalana, que, de momento, sigue siendo suyo, del conjunto de la nación española, mientras no se renuncie a él.

El nombre que el separatismo le ha dado a esta usurpación es el de “derecho de autodeterminación”, y que no es otra cosa, en realidad, que un salvoconducto eufónico para ejercer la exclusión y la segregación sin cortapisas de unos españoles por otros, buscando, en último término, su división y enfrentamiento.

Hable de lo que hable Sánchez con Torra, y Torra con Sánchez, ninguno tiene autoridad ni derecho a dividir y enfrentar a los españoles, siendo así que una sociedad dividida y enfrentada es, naturalmente, menos libre -soberana- que unida y coordinada. Una España rota y dividida en pequeños estados significaría para ellos, no la “independencia”, como pretende el separatismo y cómplices, sino mayor dependencia de otros estados más grandes y poderosos e, incluso, de empresas multinacionales, para las que los nuevos estaditos serían presa fácil.

Naturalmente que esto es un conflicto de naturaleza “política” por el que España está sufriendo la embestida de la amenaza separatista, de tal manera que, si los planes de las facciones separatistas salen adelante, ello supondría la descomposición nacional. Y esto es lo único que ofrece Torra a la sociedad española, su descomposición nacional.

jueves, 6 de febrero de 2020

Después del Brexit, ¿puede continuar la primacía del inglés aunque ya no sea uno de los idiomas oficiales de la Unión?

El pediodico, Le Monde, publica un acertado artículo de opinión firmado por,Louise Mushikiwabo, Secretaria General de la Organización Internacional de la Francofonía, cree, en una columna en el diario Le Monde, que el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea debe conducir a un reequilibrio entre idiomas a favor del francés en organismos comunitarios.

Louise Mushikiwabo (Kigali 22/05/1961) Política ruandesa, ex Ministra de Información, 2008-2009.  Ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación de Ruanda desde 2009 y Portavoz del Gobierno. Compaginando dicho cargo, con la secretaria de la Organización Internacional de Francofonía.


Estudió primaria y secundaria en Kigali, posteriormente estudió en la Universidad Nacional de Ruanda en Butare. Graduandos  en inglés. Trabajó brevemente como profesora de secundaria. En 1986, emigró de Ruanda a Estados Unidos, donde inició estudios para graduarse en maestra en Lenguas e Interpretación en la Universidad de Delaware, con francés como su lengua de especialización. Se incorporó  al Banco de Desarrollo africano (ADB), hasta convertirse en directora de Comunicaciones del banco, hasta que en el 2008, recibió una propuesta del presidente de Ruanda para formar parte del gobierno. 





"Después del Brexit, ¿puede continuar la primacía del inglés aunque ya no sea uno de los idiomas oficiales de la Unión? "


Louise Mushikiwabo


periódico, Le Monde

Por: Louise Mushikiwabo

06-02-2020


¿La Unión Europea (UE) continuará hablando principalmente inglés después de que el Reino Unido lo haya abandonado? Como sabemos, más del 90% de los documentos del Consejo Europeo y de la Comisión, así como la mayoría de las comunicaciones orales de las instituciones europeas, favorecen el idioma inglés. Esta regla puede soportar que mientras que con Brexit Inglés ahora viene en 17 ª posición de las primeras lenguas habladas por los ciudadanos de la UE¿Puede esta primacía continuar a pesar de que el inglés ya no es uno de los idiomas oficiales declarados por los Estados miembros? El Reino Unido es el único de los Veintiocho que ha pedido, cuando se unió, usarlo. fiesta

No estoy para la guerra de idiomas. Conozco muy bien los beneficios y la riqueza, yo que hablo los cuatro idiomas de mi país [Ruanda] , de su feliz convivencia. No creo que sea posible, o incluso deseable, que el inglés desaparezca de los círculos europeos. Esto causaría un inmenso desorden y enormes costos, privaría a Europa de parte de su identidad y reduciría seriamente la apertura de sus ciudadanos al mundo. Esto enviaría una señal de retirada y antagonismo, que no necesitamos hoy.

Sin embargo, creo que es necesario, por otro lado, reequilibrar entre idiomas. Un reequilibrio que, sin excluir el inglés, daría pleno lugar al francés, el idioma hablado por 130 millones de europeos y en el que se reconocen 19 de los 27 estados de la UE, los que se han unido a la Organización Internacional para Francofonía.

Medidas de sentido común

Creo en ello porque la esencia de Europa, como escribe Milan Kundera , es representar "el máximo de diversidad en el mínimo espacio".. Porque el pluralismo de lenguas y culturas está en el corazón del contrato social europeo. Porque la membresía y la confianza de los ciudadanos en la UE dependen de ello. Creo en ello porque el multilingüismo es una ventaja para los individuos y las sociedades. Es una mercancía preciosa que debemos cuidar en todo el mundo. Creo en ello porque la francofonía es un hecho global que Europa no puede descuidar. Los francófonos son hoy más de 300 millones en todo el mundo. Deberían ser más de 700 millones a mediados de siglo. La UE, que quiere ser uno de los principales actores en el escenario mundial, debe poder hablar con ellos.

martes, 4 de febrero de 2020

El aplauso búlgaro

La revista digital, CTXT, siempre interesante su lectura, entre sus artículos de opinión, incluye el firmado por el periodista catalán, Guillem Martínez. Un irónico y buen artículo, con preámbulo definitorio. 

Sobre el artículo, únicamente tengo, desde mi total respeto, una discrepancia, y es sobre lo que el autor escribe: "Y porque no hicieron nada". Aquí mi desacuerdo, dado que entiendo si hicieron y mucho, continuando haciéndolo. A mi criterio, todo unos  gravísimos comportamientos antidemocraticos y, a su vez, llenos de cinismo y de conscientes ilegalidades, así como continuas  faltas de respeto. Merecedores, como mínimo, de su inhabilitación permanente, para ocupar cargo político publico alguno, ni de beneficiarse de retribución publica por haberlo ocupado.  



Los reyes, la princesa y la infanta presiden la Solemne Sesión de Apertura de la legislatura. Fotografía,  DAVID CORRAL / CONGRESO DE LOS DIPUTADOS



El aplauso búlgaro


a 03/02/2020

medio digital CTXT

por: Guillem Martínez 


Guillem Martínez


Esta legislatura viene con una mochila tóxica llamativa. El peso de la crisis social, económica y territorial está esbozando algo que, en otra sociedad con otro periodismo, sería una crisis de régimen




Yo estuve allí. Solemne inauguración de la XIV Legislatura. Han sacado los tapices a la fachada, y han traído los Chunda-Chunda All-Stars, que tocan el himno de España y esas cosas. Los polis visten de portero de discoteca, y el personal del Congreso va con un uniforme en modo fiestuqui Ferrero Rocher. Parece, en efecto, que han tirado la casa por la ventana. Se dice, entre los corros de periodistas bien informados de MAD, que incluso iban a traer una tuna, pero que ha sido imposible, que están boquerón porque el PP se peló en 2013-15 medio millón de euros públicos en evitar que la sangre de Bárcenas llegara al río. Pero eso no desluce la fiesta que se presenta, como siempre, con un programa atractivo y netamente federal. A saber: a las 7:00 se ha iniciado el ya tradicional encierro de vaquillas en la Carrera de San Jerónimo, luego ya todo ha sido un no parar, empezando con el concurso de marmitako, pasando por un acto de concienciación del coronavirus, consistente en el lanzamiento de un inmigrante asiático desde un campanario anejo, y finalizando con una vistosa Santa Missa catalana, amenizada por L’Escolania de Nens i Nenes Procesistes de Viena. Estos actos vienen a dibujar la riqueza y el singular gracejo de los pueblos de España, así como, más notoriamente si cabe, el hecho de que España está edificada sobre un cementerio indio. Por lo demás, doña Letizia, arbitrio de la elegancia siempre fiel a la moda española, ha apostado por un vestido evasé del polémico diseñador Primark, las infantas han vuelto a faltar al cole –están a dos pellas de Tom Sawyer–, y todas las expectativas del día se concentran en ver si el rey finalizará su discurso con una frase de la niña de El Exorcista. Lo que daría sentido, explicación y excusa al único, hasta ahora, discurso programático de su reinado. El 3-O de 2017, aquella invitación al diálogo. En los tribunales.

El caso de la cosa. Y este, me temo, es el caso de la cosa, amiguitos. Esta legislatura viene con una mochila tóxica llamativa. Su solución o su peso asfixiante serán, precisamente, esta legislatura. El peso de la crisis social, económica y territorial está esbozando algo que, en otra sociedad con otro periodismo, sería una crisis de régimen. Con todas las letras. Los tramos y bandos más involucionistas en todo este pack, el epicentro de la más profunda involución y reformulación del R’78 (régimen del 78), vienen modulados por el discurso del rey el 3-O, que ha dado para un juicio por rebelión sometido a cachondeo en Europa, dos campañas electorales de las tres derechas españolas, y para una agenda política para parte de la política y el periodismo español. A su vez, el republicanismo nunca ha estado tan presente en una cámara. Incluso, en un Gobierno post-78. Pero se trata de un republicanismo con amplios tramos inquietantes.

El juramento de los Horacios, pero poquito. Momentos antes de la sesión solemne, ERC, JxC, CUP, BNG y Bildu han presentado ante la prensa del Congreso un manifiesto republicano: "No tenemos Rey". "Democracia, libertad, repúblicas". Mola. Bien. Si bien adolecía de cosa simbólica. El republicanismo, cuando es simbólico, apaga y vámonos. El simbolismo ese venía acrecentado por la presencia en el acto de JxC, un partido en evolución imparable hacia la derecha populista, y por ERC, un partido en las antípodas del republicanismo. O, al menos, de su patrimonio, la honestidad republicana. Tan recientemente como la semana pasada, un grupo de presos de ERC y JxC fue al Parlament, a una Comissió sobre el 155. Y mintieron. Se desdijeron de lo que declararon en el juicio y presentaron un republicanismo-titadine, sustentado en la falsedad documental de la realidad. Esa gente debe salir de la cárcel, porque la cárcel es un abuso sustentado en la estética del discurso del 3-O. Y porque no hicieron nada, salvo mentir a su sociedad. No hicieron, en ese sentido, ni un referéndum, para lo que se cuidaron mucho de darle matarile, en su día, a la Junta Electoral. Pero también deben dimitir de toda actividad política. Precisamente, por criterios republicanos. Por mentir, vamos. Rayos, ya han empezado los discursos. Para no rebajar a la anécdota una tradición robusta. Llamada republicanismo.

Bateting. Batet, la Presidenta del Congreso, se arranca con un sentido homenaje a Galdós. El último Galdós, el autor dramático, que ya no el novelista, fieramente comprometido con el socialismo y el republicanismo, iba a ser, por cierto, el Presidente de la República en 1917, en el caso de que ese año hubiera triunfado la huelga general. La cita de Galdós indica, por tanto, la estética de estos discursos inaugurales. Lo admiten todo. Lo que indica que sirven para poco. Son cultura pop/buen rollo. Nadie, en fin, en la política española, salvo la derecha, dice lo que piensa. Y menos en un discurso inaugural. Aún así, el discurso de Batet tiene algunos trazos que le dan sentido frente a otros. Parece el discurso de una directora de un centro escolar en el que recientemente ha habido un caso de bullying. Recuerda demasiadas veces el abecé de la democracia, aquello de que se ha de respetar al otro y cosas así, algo raro en una XIV Legislatura, más propio de un monográfico teletubby de ciencia política, y que viene a recordar que aquí, en efecto, ha pasado algo raro. Concluye con una apropiación de la monarquía, ubicándola en el epicentro del concepto consenso –desde 2017, como que no–, y en la línea contraria a las ulteriores apropiaciones de la disciplina, más efectivas y realizadas por parte de PP y Vox. Finaliza con un viva-la-Constitución y viva-el-rey, un final de discurso inaugural poco frecuente en el entorno, donde nadie finaliza ningún discurso con un viva-la-V-República, por ejemplo. Los vivas son gritos antiguos. En la actualidad sólo se utiliza la partícula viva en las bodas –esas ceremonias codificadas hace centurias– y en la política, topos en el que da canguelo que haya codificaciones centenarias. El rey toma la palabra.

Feliping. El discurso del rey está, como todos, refrendado por el Gobierno. El del 3-O, por cierto, no lo estuvo. Es decir, lo estuvo, pero el Gobierno no tocó una coma. Cabe suponer que el Gobierno Sánchez está más preocupado que el de Rajoy ante el hecho de que un rey practique la escritura automática, y se exponga con ello a las aportaciones de Lacan. Este discurso, por tanto, ha sido trabajado para que diga lo mínimo posible, para que sea lo contrario al discurso del 3-O. Así, el discurso dice, otra vez, obviedades sobre los mecanismos y trasfondos democráticos, impropios de una XIV Legislatura. Parece centrarse en la unidad familiar de la monarquía –un llenapistas en todos los discursos del rey, que parece denotar cierto estrés por la transmisión de la institución–, dibuja a la monarquía como “símbolo de la unidad y permanencia” del Estado –se podría haber optado por otros simbolismos, pero se ha optado por este–, y repite, a nivel chupito, una alocución, inquietante en su uso en los últimos años: "pueblo-español". Tras una reivindicación del sistema del 78 como lo más –algo insuperable, se diría–, la cosa finaliza con un aplauso multitudinario de la Cámara. Bueno, de la cámara que aplaude. PSOE y las tres derechas, fundamentalmente. Lo que viene siendo el antiguo bipartidismo. Que, lo dicho, aplaude. Y aplaude. Y aplaude. Aplaude. Más tiempo de lo decoroso. Uno observa a los de Vox y parece que, además de polígonos de tiro, dispongan de polígonos de aplausos, donde van a afinar su puntería aplaudiendo. Aplauden una cantidad de minutos inusitada. Y siguen aplaudiendo. Es indudable que Casado –queda patente su virtuosismo; ese hombre podría aplaudir hasta de espaldas, o con la luz apagada– hizo un máster en aplausos en la URJC. Y aplauden. El rey no ha dicho mucho. Pero le aplauden. Finalmente, cuando todo esto empieza a ser ridículo, Sánchez deja de aplaudir, y los del PSOE dejan de dar palmas al momento. Pero ellos siguen aplaudiendo. ¿Qué aplauden? Ni idea. Tal vez, simplemente, no aplauden a Batet. O tal vez no hay nada en esta sala, salvo los aplausos. Búlgaros. Y siguen aplaudiendo. A nada. A, quizás, un símbolo de la unidad y la permanencia de más cosas de las que comprendemos. A una agenda.