viernes, 31 de agosto de 2018

Lazada


Antonio Lucas ( Madrid)  Poeta, con varias publicaciones y premios.  Periodista español ganador del Premio Loewe 2014Licenciado en Ciencias de la Información. Desde 1996 trabaja en el diario El Mundo de Madrid, donde actualmente es redactor de la sección de Cultura y columnista de Opinión. 

Antonio Lucas, publica un acertado artículo de opinión en el diario El Mundo, en el día de hoy. Por considerar que bien puede ser del interés de nuestros seguidores, lo adjuntamos en elblogdefcosvi. 




Antonio Lucas 




Lazada

Por: Antonio Lucas

31/08/2018

El Mundo


Ni revolución ni Guerra Civil. Los dos conceptos son cosa obscena. Algunos inconscientes no sienten vértigo al bordear un precipicio. Son los primeros que caen. La llamada a la reyerta en favor o en contra de los lazos amarillos es el penúltimo abracadabra de una probable derrota común. No sólo la del independentismo sulfúrico (deseable), sino la de casi todos contra todos. Un lazo, antes o después, degenera en desecho para reciclar. Nunca suena a política. Ni a política aceptable. Por eso extraña que algunos barajen ciertos conceptos y ciertos objetos en busca de una imposible salida. Son los que tienen el Parlament cerrado por sus desavenencias psicóticas y aquellos que desde Ciudadanos proponen levantar lazos disfrazados de cazafantasmas. Todo deriva en el mismo vicio violento. Y la violencia siempre desborda, sobre todo cuando hace el trabajo sucio a los poderes públicos. 

En este momento tan inane prende bien la soflama. Es otro atajo para llegar a la reyerta callejera. Mujeres y hombres convencidos de que el antídoto al delirio está en el uso bravucón de la calle. En la fuerza. En el odio. En espiar al otro y colarse por todas las ventanas, por todos los poros del cuerpo. Ningún atropello aguanta en pie por mucho tiempo cuando se defiende desde la ilegalidad. Hay quien considera que atar un ridículo lazo amarillo a una baranda es una razón de ser. Hay quien asume la retirada de ese desperdicio como un paso más en la batalla. Políticos de un lado y del otro alimentan la epidemia de esta degradación. Y detrás: los primeros golpes, las amenazas, los viejos cuchillos tiritando bajo el polvo, la manía persecutoria, la certeza de cumplir una misión aliñada por un eco de patria. Toda violencia colectiva se parece entre sí, y suele ser alentada por cobardes imbatibles.

Para cualquier ignominia existe un político capaz de sacar rendimiento atizando la tensión. Vale todo. También convertir en indeseable un color. Quedan dos semanas para la Diada. Ahí veremos el resultado de esta vieja melodía de patrullas de justicieros (de ambos lados). Esta falsa emanación natural es peligrosa en una sociedad fácil para el caldeo, pues da cuerda a una franja de población aguerrida, imprevisible y tarasca. Gracias. De esta charca pillan, al arrastre, independentistas y Ciudadanos, aplicando ambos su zotal cívico y tomando el espacio público como trinchera. Y aún es verano.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Excepción con lazos


El prestigioso diario El país, en su editorial, publica un acertado articulo, por considerar que bien podría ser de interés de nuestros seguidores, lo adjuntamos en elblogdefcosvi.  




Lazos amarillos en un edificio de la plaza de Urquinaona de Barcelona. Foto: Joan Sánchez (EL PAÍS) 


EDITORIAL

El País

29/08/2018



Excepción con lazos

El independentismo, al cerrar el Parlament, lleva la fractura a la calle



Los lazos amarillos pueden acabar encendiendo la chispa que inflame la tensión social generada por la pretensión de imponer por vías de hecho el programa de la independencia a la mayoría de catalanes que lo rechaza. Es perfectamente legítimo que quien así lo quiera lleve un lazo como signo de protesta, pero colocarlos en plazas y avenidas no es un ejercicio de la libertad de expresión, como sostiene la Generalitat para justificar su parcialidad, sino el cumplimiento de las consignas que el Govern imparte a los ciudadanos encuadrados en organizaciones independentistas, de los que se sirve como si fueran fuerzas espontáneas para limitar la libertad de quienes disienten. A fin de presentarse como víctimas del Estado central, Torra y su Ejecutivo fingen ignorar que son ellos quienes ostentan el poder en Cataluña, y que es ese poder el que están usando con formas impropias en democracia, imponiendo una simbología política a quienes la rechazan e intentando amedrentarlos a través de las fuerzas policiales a su mando, a las que empujan a actuar de manera selectiva y arbitraria.

Las gruesas invocaciones al fascismo cercando a una pequeña nación son el recurso con el que Torra pretende desentenderse por elevación del grave problema entre catalanes que él mismo está creando con la excusa de los lazos. Lo que hoy está en juego en Cataluña no son batallas del pasado agitadas como señuelos emocionales para sentirse parte de la historia, sino asuntos políticos tan corrientes como que un Gobierno rinda cuentas de su gestión de orden público, sobre todo cuando parece más preocupado por asignar a conveniencia el papel de víctimas y culpables que por arbitrar soluciones capaces de conjurar los riesgos. El independentismo que gobierna la Generalitat no solo no las rinde, sino que, además, se ha preocupado de que no haya instancia institucional donde reclamárselas, al clausurar el Parlament por diferencias internas entre los partidos que apoyan la secesión e instalarse en una suerte de estado de excepción no declarado.

La Generalitat está arrojando a las calles asuntos con los que inflamar los ánimos de los ciudadanos, indiferente a los peligros de jugar con fuego con tal de alimentar su programa. De lo que se trata, por el contrario, es de reconducirlos a las instituciones y resolverlos mediante los procedimientos establecidos en las leyes, a fin de preservar la tranquilidad civil. La de Cataluña estará en peligro en tanto la Generalitat siga actuando como lo ha hecho hasta ahora. Su rechazo a participar en la Junta de Seguridad convocada por el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, no esconde el deseo de preservar sus competencias en materia de orden público frente a ninguna intromisión del Estado central, sino la voluntad de seguir exacerbando la división entre catalanes de modo que la mayoría desista de sus derechos y se rinda a una imposición de la independencia. De igual manera, la anulación del control del Govern manteniendo cerrado el Parlament es un intento de perpetrar en la sombra este atropello. Pero ninguna de estas maniobras impedirá señalar a Torra y sus consellers como responsables si algo irreparable llega a ocurrir entre catalanes.

La transición: confesiones para párvulos y desmemoriados


Adrián Mac Liman, periodista, escritor, corresponsal de diversos e importantes diarios internacionales, publica en su blog: Ventana al Mundo, una vez más escribe un muy interesante artículo con una acertada reflexión final.  Por considerar que puede ser del interés de nuestros seguidores lo adjuntamos en elblogdfcosvi.  




Adrián Mac Liman 




La transición: confesiones para párvulos y desmemoriados


Por: Adrián Mac Liman

Ventana al Mundo

29/08/2018



Ginebra, 17 de octubre de 1975. El teléfono sonó dos veces aquella tarde. Los mensajes, aparentemente contradictorios, se complementaban. El primero en llamar fue Carlos Godó, dueño de La Vanguardia Española, uno de los empresarios de prensa más liberales de la época franquista. “Escuche Adrián: el Rey está en Lausana. En fin, me entiende, me refiero al padre del Rey, quiero decir, del Príncipe. Me entiende, ¿verdad? Por favor, vaya a verle de mi parte. Dígale que el conde de Godó le saluda muy cordialmente. ¿Me comprende? Muuuy cordialmente ... “.

La matización parecía superflua; el tono de su voz reflejaba perfectamente los sentimientos. Por poco se me olvida que en 1939, al final de la Guerra Civil, el dueño del rotativo catalán regresó a Barcelona con los convoyes del ejército nacional, vistiendo uniforme de “requeté”. Aunque también es cierto que durante las casi cuatro décadas de la cacareada “paz de Franco”, la aristocracia de dinero de la Ciudad Condal se fue apartando progresivamente de la molesta y sofocante doctrina del Glorioso Alzamiento Nacional.

La separación resultó ser progresiva, aunque no total. Unas semanas más tarde, el 21 de noviembre, don Juan de Borbón me sorprendió con su “sentido pésame”. “Lo siento mucho por su padre, Mac Liman”. “¿Mi padre, Señor?” “Sí, por el fallecimiento de su padre…”.  “Pero...¡mi padre vive!”  “Se equivoca usted; su padre ha muerto”. Un buen amigo diplomático, monárquico de toda la vida, se encargó en dilucidar el misterio. “¿Viste la portada de La Vanguardia? A Godó se le ha ocurrido titular: HA MUERTO EL PADRE DE TODOS LOS ESPAÑOLES. El Rey (don Juan) está muy molesto con “tu” conde. Podías haberte ahorrado el viaje…”  No me incumbe a mí mentar la hipocresía catalana.

La segunda llamada no me cogió desprevenido. Reconocí la voz de Manolo Velasco, director de CAMBIO 16. “Mira, esto se está acabando. Ve a Lausana y averigua qué opinan los monárquicos. Y de paso, cuéntame cómo se prepara la ruptura”.

Eso... ruptura... Durante la larga agonía del viejo dictador, nadie se atrevió a pronunciar su nombre en las conferencias telefónicas internacionales. La prensa estaba amordazada; el omnipresente servicio de escuchas de la Dirección General de Seguridad se dedicaba a grabar las llamadas con París y Londres, Lausana y Washington.

Joaquín Muñoz Peirats me acogió en el hotel Royal de Ouchy, residencia provisional de don Juan de Borbón en los últimos meses de 1975, tras su precipitada salida de Estoril. “¿Tú también vienes a ver al Rey?”. En efecto, desde su llegada a Suiza, el Conde de Barcelona había recibido a numerosas personalidades españolas: monárquicos, liberales, nacionalistas, miembros del Opus Dei. Trato de hacer memoria: ah, ¡! y también a un par de futuros ministros socialistas.

Le hablé a Peirats de mi doble y, por consiguiente, ambigua condición de emisario-periodista. Sonrió; le encantaba sonreír. “Descuida: aquí lo único que cuenta es la condición de ser humano, de español, de monárquico, de liberal...”.

Los visitantes del fin de semana empezaron a llegar a la caída de la tarde. Después de la cena, se habló de España, del porvenir de la Corona. A puerta cerrada, sin testigos. Quienes acudieron a la cita, a las múltiples citas de aquellas semanas, respetaron durante décadas el pacto de silencio qué se habían impuesto voluntariamente.

¿La ruptura? Decididamente, don Juan no parecía dispuesto a avalar un proceso susceptible de provocar nuevos enfrentamientos, de resucitar los traumas del pasado. La tradición liberal de la monarquía aconsejaba apoyarla apertura política, no la ruptura. “Será un proceso largo, complejo y complicado; un ejercicio difícil, que aún no tiene nombre. Pero, ¿qué más da? El nombre es lo de menos”, confesó aquella noche un miembro del Consejo privado del Conde de Barcelona.

Apertura, cambio, reforma, ruptura, continuismo. Detrás de cada vocablo había un proyecto concreto, un grupo de personas, una opción política. La mera prudencia aconsejaba disociar la figura de Don Juan de Borbón, la institución monárquica de las corrientes existentes en aquel entonces. Tardé más de 48 horas en encontrar una definición a la vez neutra y novedosa, recurriendo a la única palabra jamás pronunciada en los maratonianos conciliábulos de Lausana: transición. El editor de CAMBIO16, Juan Tomás de Salas, decidió apostar por ella, dedicándole la portada del semanario a finales de noviembre de aquel año. Quienes pertenecen a la generación acostumbrada a leer entre líneas, a escribir entre líneas, recordarán sin duda que en aquel entonces las palabras solían encerrar cargas explosivas.

Washington, abril de 1976. Acompaño a mi colega Rafael Calvo Serer, comentarista político del diario mejicano Excelsior  y, ante todo, enviado de la “Platajunta”, conglomerado de agrupaciones de oposición antifranquista creadas en los últimos meses de 1975, a una de sus habituales citas con el senador Hubert H. Humplhrey, presidente del Comité de Relaciones Internacionales del Congreso de los Estados Unidos. Según él, el contraste era benéfico: de este modo, se estimula el debate.

En efecto; Rafael habla del franquismo, de la dictadura, de la opresión. El viejo político demócrata le interrumpe al cabo de un rato. “Le recuerdo, míster Calvo, que Franco murió hace seis meses”.

Franco sí, senador; pero el franquismo no. En España aún no hay democracia”, repone el artífice de la coalición de París.

Humphrey me dirige una penetrante mirada inquisidora. “Es cierto, no la hay, pero... pero sí la habrá”, contesto casi sin percatarme.

El senador bajó la cabeza, ensimismado. “En resumidas cuentas, señores, ¿qué convendría hacer para amparar a la joven democracia española?", preguntó tras un largo silencio.

Así nació la young Spanish democracy, hermana pequeña de la transición. Pero lo cierto es que a Hubert Humphrey le debemos mucho más que una mera aportación lingüística a las etapas clave de la historia española; las actas del Congreso desvelan el verdadero alcance de su involucramiento en la larga marcha hacia la democracia.

Quienes pretenden reescribir la Historia, borrar el pasado, deberían recapacitar. Acabar de un plumazo con la Transición (de la que reniegan) equivale al sacrificio del Padre

¿Algún psiquiatra amigo para desenredar este entuerto?


lunes, 27 de agosto de 2018

Cortina de humo

El prestigioso diario El País, como prácticamente casi siempre, nos satisfacen sus artículos de Opinión, del propio diario. En el día de hoy, con un acertado artículo en la página de Opinión, con el titulado; Cortina de humo.  En el que elblogdefcosvi coincide plenamente, motivo por lo cual lo insertamos en el mismo.

En nuestra opinión, está aconteciendose desde hace demasiados años, un hecho inédito en las democracias europeas consolidadas, así como las del resto del denominado mundo occidental, al cual España pertenece.  Un acontecimiento político que a nuestro juicio, elblogdefcosvi, está representando todo un enorme perjuicio para el País y no en pocos aspectos. 

Una  lástima, por lo que de enorme de negativo que representa para España, y que por incompetencia política, se está dilatando su solución, más  poseyéndose los instrumentos constitucionales,  que sin duda pasan por una hábil y eficaz política, por la responsabilidad de exigir, y hacer que se cumpla con la Constitución Española, el estado de derecho y  las reglas democráticas a los, a nuestro juicio, los de la argucia política catalana  disfrazada de independencia y de cualquier otro argumento que precisen esgrimir y muchos más, con tal de mantener el poder político, civil  y sus correspondientes  status quos.

Un problema que no cesa, todo lo contrario, en total in crescendo  antidemocratico, lleno de abusos e insensatez política, mediática y con la implicación de determinadas organizaciones civiles subvencionadas, que a nuestro juicio desde hace años consideramos que alguien o alguienes responsables políticos y de la sociedad civil deberían, deberán asumir la responsabilidad democratica de  detener democráticamente, por el bien del País y por ende de la ciudadanía. 




Cortina de humo

La demanda de Puigdemont no es jurídica sino una argucia política


El País

Opinión 

27/08/2018


La demanda del expresident Carles Puigdemont contra el juez Pablo Llarena ante la justicia belga no es en sentido estricto una iniciativa judicial, sino una argucia política que pretende servirse de los tribunales de ese país para arrojar dudas sobre el carácter democrático del Estado español e intentar provocar enfrentamiento o desconfianza entre las fuerzas políticas.

A los efectos de Puigdemont y de sus abogados, poco importa que al final la justicia belga acepte o no su demanda, o el sentido de la sentencia que eventualmente pudiera dictar: de lo que se trata es de mantener bajo sospecha el sistema español durante el mayor tiempo posible y con la vista puesta en el proceso contra los dirigentes independentistas procesados. Para lograr este objetivo, no valía recusar al juez Llarena dentro del proceso de naturaleza penal que se está siguiendo en el seno de la justicia española, sino que era preferible emprender una aventura judicial de naturaleza civil ante una jurisdicción extranjera. Eso es exactamente lo que han hecho Puigdemont y sus abogados, confiando en convertir los pasos a los que está obligada cualquier justicia ante una demanda civil (como dar traslado automáticamente de esa reclamación a la persona afectada) en la materia de una nueva campaña de propaganda contra la democracia española.

De un prófugo de la justicia como Puigdemont era difícil esperar otro comportamiento; una conducta, por lo demás, cuya principal gravedad no reside en el desgaste que pueda provocar en la imagen exterior de las instituciones democráticas españolas, sino en su frívola disposición a profundizar la división entre catalanes, llevándola hasta extremos que, de no ser detenida de inmediato, podría acabar en fracturas y episodios difíciles de restañar.

Lo que, por el contrario, resulta incomprensible es que las fuerzas políticas españolas, e incluso algunas instituciones, como el Consejo General del Poder Judicial o la propia Abogacía del Estado, no hayan advertido desde el primer instante que el principal problema que plantea la demanda presentada en Bélgica no es de naturaleza jurídica, sino política. En concreto, la respuesta que urge, y que es la que se echa en falta, no es la que se refiere a la protección de la jurisdicción española, que ningún Gobierno dejará de asumir con todas sus consecuencias y todos los instrumentos legales internos e internacionales, sino la dirigida a desenmascarar la argucia política de Puigdemont y sus abogados. El abuso de derecho que están llevando a cabo.

En la república de fantasía desde la que el expresident se ha declarado en conflicto con la Constitución del 78, cualquier documento oficial de un tercer Estado, así sea la simple respuesta a una demanda civil, parece dotar a su estrategia de un componente de realidad del que carece. Pero lo que no es fantasía fue el intento de Puigdemont de imponer la independencia de Cataluña a una mayoría de catalanes que la rechaza. Puede echar cortinas de humo, pero no escapar a la gravísima responsabilidad por ese atropello.

domingo, 26 de agosto de 2018

La pugna de los lazos amarillos


Joan Tapia (Barcelona)  es un periodista español. Jurista especializado en el área económica y financiera. Ex director de La Vanguardia y de Barcelona TV. En la actualidad colaborador en varios medios de comunicación, entre ellos; El Periódico de Catalunya y El Confidencial

Joan Tapia, en sus Confidencias Catalanas, escribe un interesante y acertado  artículo de opinión para El Confidencial, diario digital español. Un diario digital dirigido a aquellos ciudadanos y ciudadanas que deseen conocer los hechos con mayor profundidad.

Por lo interesante del mismo y creyendo puede ser de interés para nuestros seguidores, lo incluimos en elblogdefcosvi 




Incrementa la tensión y perjudica la desinflamación, pero está partiendo más a Cataluña, algo letal para el independentismo

La pugna de los lazos amarillos



por: Joan Tapia

El Confidencial, diario digital

a 26/08/2018


La nueva fiscal general del Estado ha declarado que no ve delito en colocar lazos amarillos, tampoco en retirarlos. Y Grande Marlaska ha contestado a Quim Torra que la queja sobre la posible participación de algún miembro de los cuerpos de seguridad en los grupos que retiran dichos lazos puede ser discutida en una próxima reunión de la Junta de Seguridad.

Son declaraciones de sentido común en la línea de desinflamar el conflicto pero que chocan con el hecho de que la guerra de los lazos (incruenta hasta ahora) no es solo un conflicto político sino un enfrentamiento emocional con componentes identitarios. Y las emociones son difíciles de desarmar acudiendo solo a la razón. Lo que no está claro es si la guerra de los lazos tendrá suficiente entidad para frenar o incluso vencer a la desinflamación, ni tampoco quien saldrá beneficiado si es que finalmente hay alguno. Porque podría pasar que todos los separatistas, los antiindependentistas y los que buscan la desinflamación y alguna especie de tercera vía- salieran perjudicados.

Una protesta amparada por la libertad de expresión que es discutible cuando invade masivamente el espacio público

El independentismo encontró en los lazos amarillos una vía de protesta pacífica y con vocación de permanencia con la que seguir movilizando a sus militantes que se sentían decepcionados por el fracaso del 27, reacios emocionalmente a admitir el gatillazo, e irritados por la prisión incondicional sin fianza y la amenaza de largas penas de prisión por una condena por rebelión, de unos políticos que habían violado las leyes y el pacto constitucional y estatutario pero que no habían recurrido a la violencia.

Los lazos amarillos eran pues tanto una movilización popular por la independencia como contra la actuación del Estado y la justicia española que en una democracia se amparan en la libertad de expresión. En el ámbito privado, un derecho indiscutible ¿No debían exhibirse en los balcones o fachadas de ayuntamientos y corporaciones públicas si existía una mayoría que así lo quería? Es opinable. Muchos ayuntamientos exhibieron pancartas contra el terrorismo etarra o islamista, o a favor de los inmigrantes, o contra la violencia de género, o contra la guerra de Iraq, sin que se generara indignación.

Es cierto que no es lo mismo porque la independencia tiene el apoyo del 47% de la sociedad catalana y el escepticismo o el rechazo del resto. Por eso el separatismo debería irse con tiento en el uso de su libertad de expresión. Y no ha sido así cuando ha practicado una descarada invasión de espacios públicos de naturaleza no política como las playas. ¿Una playa plagada de parasoles amarillos es libertad de expresión, o un intento de monopolizar el espacio público y de marginación social de los bañistas que no comparten esas ideas? ¿No es un intento de culpabilizar a los no independentistas acusándoles de ser algo extraño a Cataluña?

Todo puede complicarse en el primer aniversario de la DUI del 27-O y con el juicio contra los líderes independentistas

Pero el pecado de la invasión del dominio público comporta su penitencia. El independentismo vive en un mundo imaginario que niega, o quiere ignorar, que Cs fue el primer partido en las últimas elecciones catalanas. Y la parte más sensibilizada del antiindependentismo se ha sentido agredida y ha intentado retirar lazos amarillos de la vía pública. En la medida en que los lazos son una ocupación no legalizada del espacio público, han actuado, si no han recurrido a la violencia o a la coacción también amparados en su libertad de expresión. Y es alarmante el intento de la Generalitat a través de los Mossos de identificar y no digamos ya de multar o castigar de alguna forma a estos ciudadanos que tienen los mismos derechos que los no independentistas, aunque unos acostumbran a tener más apellidos catalanes que los otros.

Hasta aquí la guerra de los lazos ha mostrado la creciente división de la sociedad catalana y evidentemente no ayuda a la política de desinflamación del gobierno Sánchez. Y por otra parte provoca a gran parte de la sociedad española que rechaza la separación y se puede sentir -jaleada por alguna prensa y algunos políticos- molesta con el actual Gobierno al que se acusa de contemporizar. Así, la espiral de la guerra de los lazos puede neutralizar, tanto en Cataluña como en el resto de España, la política de desinflamación.


Imagen de la acción de los CDR en la playa de Blanes. 


Pero el asunto se puede complicar las próximas semanas cuando el independentismo intente elevar el grado de movilización el 11 de septiembre y en el aniversario del 1 de octubre (referéndum reprimido), del 27 de octubre (DUI fallida), y sobre todo durante el juicio de los políticos presos o los presos políticos (según el color del cristal con que se mire) a partir presumiblemente de finales de octubre.

Y los dirigentes independentistas abordan estas fechas con una doble convicción. La primera es que, como demuestra Torra cada día, el radicalismo verbal no moviliza pero no tiene costes si no es seguido de actos rupturistas y no encuentra delante un gobierno de Madrid que conteste con el ojo por ojo (verbal) y el diente por diente (también verbal). Pero también cree que el deseo independentista alto y permanente (47% de los votos desde el 2012) más la indignación por los juicios, podría hacerle aumentar su mayoría en unas elecciones anticipadas (es la apuesta de Puigdemont y Torra pero no parece ser la de ERC) para volver a otra intentona de DUI. O para forzar una negociación con el Estado con más fuerza moral y menos hostilidad de Europa.

La citación belga a Llarena alienta al independentismo, irrita a la derecha judicial y dificulta mucho la desinflamación

Y el independentismo parte con moral alta porque es cierto que la justicia alemana y la belga no han reaccionado a las acusaciones españolas contra Puigdemont y los otros exilados con la contundencia que el Supremo y buena parte de la prensa española preveían y deseaban.

Por eso Torra -exagerando y recogiendo sólo una parte de la verdad afirma que el independentismo no tiene porque pedir perdón, sino que debe atacar al Estado porque si la justicia europea juzga de una forma y la española de otra… ya está claro quién tiene la razón.

Y ante el 47% de Cataluña que no son extraterrestres sectarios como algunos discursos pintan sino ciudadanos corrientes y molientes Torra tiene razón. El tribunal regional alemán no entregó a Puigdemont como pretendía Llarena y el propio Llarena está ahora citado por la justicia belga por unas declaraciones por las que Puigdemont pide , hábilmente, que sea condenado a indemnizarle con sólo un euro.

Y la política desinflamatoria del gobierno Sánchez puede encontrar en este caso la defensa de Llarena ante la justicia belga un embrollo y una trampa difíciles de resolver porque gran parte del mundo judicial (y de la fiscalía) está irritado con la justicia belga y alemana y en todo caso es más cercano a las posiciones del PP que del PSOE. El propio Torres Dulce, el primer fiscal general de Rajoy alienta, contra su voluntad, la crítica al Supremo cuando dice en un reciente artículo en El País que las órdenes europeas de detención se basan en la confianza en la justicia de los otros países firmantes. Luego, si no se aprobó la entrega de Puigdemont… es que no hay confianza suficiente en la justicia española.

Es evidente que algo ha fallado en el Supremo (¿la precipitación?) y que si el Gobierno no defiende a Llarena en Bélgica, la irritación de la derecha judicial subirá y será aprovechada por Pablo Casado y Albert Rivera. Malo para la desinflamación.

Si la desinflamación fracasa, quizá nadie gane y la situación empeore para el separatismo y para el constitucionalismo

Pero el gran peligro del independentismo es que, si sube la agitación independentista en el transcurso del juicio en el Supremo, lo más probable es que como ya ocurrió en el 2017 la excitación anti-independentista también crezca en el interior de Cataluña. Quizás el independentismo pueda lograr otra victoria electoral raspada como el 21-O -o incrementarla o incluso perder, pero lo que es seguro es que volverá a quedar en evidencia que Cataluña es una sociedad que, ante la independencia, se parte en dos mitades cada vez más enfrentadas. Y una Cataluña con otra victoria separatista del 47%, o incluso del 52%, no tendrá fuerza (tampoco legitimidad) para violentando las normas constitucionales ser aceptada por España y reconocida por Europa.

Si la desinflamación pese a sus éxitos iniciales acaba naufragando, en parte por el incremento de la guerra de los lazos amarillos y el rechazo de parte de la sociedad española, volveremos a la situación del 21-D. El independentismo puede ganar, pero no imponerse, y España puede seguir no colapsada, pero si tocada por un conflicto que afecta a un territorio con historia, cultura y lengua propia (una nación o una nacionalidad, como quieran) que reúne al 16% de la población y representa el 19% del PIB y el 25% de la exportación.


Si la guerra de los lazos derrota a la desinflamación que no es imposible, Pedro Sánchez y Miquel Iceta habrán perdido, pero ¿quién será el ganador? ¿Los hijos de Aznar, divididos en pablistas y albertistas, o los de Puigdemont, sumidos en la excitación nacionalista?

O ninguno de los dos. No se debe olvidar que el propio Puigdemont en unas recientes declaraciones al alemán Der Spiegel (que ha publicado una larga entrevista sin concesiones) se ve obligado a concluir que “el nacionalismo es un peligro para Europa”. En este punto, Puigdemont sí que tiene razón.

sábado, 25 de agosto de 2018

Toni Albà y TV3


Hasta la fecha, no teniendo conocimiento alguno, únicamente el del político, ex dirigente y ex diputado militante del PSC, señor Joan Ferran ha sido el que  en el 2007 cuestionó la falta de imparcialidad y objetividad informativa y periodística de la CCMA (TV3, 3/24 y Catalunya Radio). Volviendo a reincidir en sus críticas en su obra; Maleïda Crosta (2009), libro en el que hace referencia a la politización de los medios públicos catalanes, la descarada costra nacionalista que veía  en los mismos, así como a su vez, denunciaba  el cómo la izquierda catalana en cierta manera había  sucumbido al nacionalismo.  

Hoy, después de tantos años, una diputada del PSC en el Parlament de CatalunyaBeatriz Silva (Chile,1969) ha escrito un articulo de opinión editado el día de ayer, 24, en Crónica Global, donde denuncia las actitudes enormemente sectarias de los medios de comunicación públicos, concretamente de TV3 y Catalunya Radio.  Por considerar el artículo de interés para nuestros seguidores lo insertamos en elblogdefcosvi.

Extrañandome satisfactoriamente dicho articulo de denuncia, más siendo por parte de una diputada del PSC, dado que en mi opinión la actitud política de este partido político catalán, es de una carencia  total de denuncia ante el antidemocrático entreguismo y escandaloso enorme abuso partidista  de los medios de comunicación públicos de Catalunyaa favor del “procés” en todos sus variantes argumentos y en  unas claras posturas informativas y de comunicación que influyen en sus respectivas audiencias en generar pensamientos en contra del estado.


Beatriz Silva es periodista y política afincada en España, Catalunya, desde el 1995, donde además de ejercer el periodismo, estudió Historia del Arte. Forma parte de la ejecutiva de la plataforma Federalistas de Izquierdas, es vicepresidenta del Movimiento Democrático de Mujeres de Catalunya, así como responsable de comunicación de la plataforma de entidades Fedaia



Beatriz Silva 




Toni Albà y TV3

por: Beatriz Silva

24.08.2018

      
Toni Albà lo ha vuelto a hacer. Sus víctimas han sido esta vez Miquel Iceta y Lluís Rabell. El primero recibió los dardos homófobos del actor en forma de tuit. El segundo fue tachado de "hijo de puta". No es la primera vez que Toni Albà protagoniza episodios de este tipo. Actualmente está procesado por un delito de injurias y la lista de afectados por sus insultos es enorme. Tampoco es el único que lo hace. Otras figuras de TV3​ suelen protagonizar polémicas en la misma línea. El resultado siempre es el mismo. Digan lo que digan, no pasa nada. Siguen formando parte de la parrilla de nuestra televisión pública sin que se les exija siquiera una rectificación.

La pregunta que pasa por mi cabeza cada vez que esto sucede es qué ocurriría si una figura de TV3 llamara “mala puta” a Carme Forcadell o deseara públicamente a Jordi Sànchez que se "atrancara en su esfínter". ¿Seguiría en antena? ¿Cómo reaccionarían los que aplauden las incontinencias verbales de Toni Albà? ¿Por qué no somos capaces de darnos cuenta de que no podemos permitir el insulto venga de donde venga?

No hace mucho fuimos testigos de cómo la cadena norteamericana ABC cancelaba la que iba a ser su serie del año porque su protagonista, Roseanne Barr, había publicado un tuit ofensivo comparando a una asesora de Obama con El planeta de los simios. Roseanne Barr había borrado el tuit casi inmediatamente y publicado otro disculpándose pero antes del mediodía, la ABC anunciaba que la afirmación de la actriz era "abominable, repugnante e incompatible con nuestros valores" y que por esta razón cancelaba la serie. A esas alturas había una avalancha de condenas a las palabras de la actriz por parte de los profesionales de la ABC, pero también de sus compañeros de profesión.

Aquí ninguna de estas cosas ha sucedido nunca. Ni TV3 ha adoptado medidas ni los agresores se han disculpado ni tampoco ha habido una reacción de los compañeros y compañeras de profesión ni de los trabajadores de la CCMA. Esto a pesar de que TV3 es una cadena pública que se financia con los impuestos de toda la ciudadanía y que debería hacer gala de unos estándares ejemplares.

Todos somos conscientes de que la controversia en torno a la politización de los medios públicos catalanes no es nueva. Son muchas las voces que denuncian constantemente la manipulación y el uso partidista que se hace de TV3 y Catalunya Ràdio para promover el proceso independentista​ pero también para denostar a los que se oponen. Esta discusión debería ir, sin embargo, más allá. Deberíamos debatir sobre cuáles son las conductas que estamos dispuestos a normalizar desde la televisión pública y qué esperamos de los profesionales a los que hemos encomendado la labor de informar, educar y entretener. ¿Queremos tener una televisión pública como la BBC? Si es así, ésta no lo es.

TV3 nació en 1983 con el objetivo de normalizar el uso del catalán. Tenía que ser un medio para unir a la ciudadanía, tanto aquella que tenía el catalán como primera lengua como la que necesitaba mejorar sus competencias lingüísticas. Tenía que ser una televisión en la que todo el mundo se viera reflejado, que ayudara a crear comunidad en torno a la lengua. Unos objetivos que están lejos de cumplirse si hacemos caso al Barómetro de Opinión Pública del CEO, organismo dependiente de la Generalitat. El de junio pasado revelaba que un 45% de la ciudadanía de Cataluña ve habitualmente TV3, una cifra que coincide con el número de personas que votan a partidos partidarios de la independencia. La mayoría de personas que escogen opciones no independentistas y que coinciden en gran parte con los que tienen como primera lengua el castellano no la ven.

El consenso entre los operadores europeos es que el objetivo de las cadenas públicas tiene que ser representar a toda la ciudadanía sin excepción. Su misión debe ser informar en el respeto al pluralismo político pero también teniendo en cuenta la diversidad que integra la sociedad. La pluralidad y la imparcialidad tienen que ser el sello de los informativos que deben elaborarse de forma equilibrada y sin sesgos. Toda la ciudadanía debe verse reflejada de forma positiva en su televisión pública que tiene que contribuir además a reforzar valores como la convivencia. Todas, sin excepción, tienen códigos de conducta muy estrictos con respecto a sus profesionales. En el caso de las dos principales televisiones públicas europeas, la británica BBC y la alemana ARD, se alerta sobre los comportamientos negativos que puedan inducir a imitación.

TV3 y Catalunya Ràdio también comparten estas normativas sobre el papel. El libro de estilo de la CCMA recoge todas estas cuestiones y también aquellas relativas al comportamiento de los profesionales de la cadena: no pueden emitir mensajes ofensivos o despectivos, adoptar posiciones en los debates políticos ni manifestaciones públicas que puedan comprometer la imparcialidad de los medios donde se desempeñan. Esto vale no sólo para los contenidos que se emiten en antena sino también en redes sociales, blogs, entrevistas, artículos o tertulias.

Si hacemos un rápido repaso a las hemerotecas, vemos que esto está muy lejos de cumplirse. Los comentarios supremacistas e insultantes de Toni Soler son el pan de cada día. Figuras conocidas de TV3 y Catalunya Ràdio, como Mònica Terribas y Quim Masferrer, no sólo no hacen ningún esfuerzo por no desvelar sus opciones políticas sino que participan activamente como presentadores en actos organizados por entidades soberanistas. En uno de estos actos, Masferrer se permitió calificar a los españoles de “cabrones de mierda” y “panda de mangantes sarnosos”. Es impensable imaginar a Jeremy Vine, una figura de la BBC que ha protagonizado programas en la misma línea que el El Foraster, expresando insultos similares. O a Gavin Esler, periodista estrella de la BBC, presentando un acto a favor o en contra del Brexit.

¿Es legítimo que la televisión pública ampare estas conductas? ¿Queremos que el modelo a seguir e imitar por nuestros hijos e hijas sean personas que insultan sin disimulo desde todo tipo de tribunas? ¿Realmente queremos tener una televisión pública que sólo refleja a una parte y en la que muchas de sus figuras toman parte en un conflicto que afecta desde hace años nuestra convivencia? Si TV3 se financiara con un canon voluntario, como sucede con la BBC, ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a financiar el sueldo de personajes como Toni Albà?

El sarcasmo es legítimo pero el insulto no lo es. El sarcasmo y la sátira desde una televisión pública no pueden tener como protagonistas siempre a los mismos porque entonces se convierten en herramientas de escarnio de una parte de la población contra la otra. Si queremos que el catalán sea una lengua apreciada y compartida por toda la ciudadanía, no podemos permitirnos gastar los 310 millones de euros que nos cuesta TV3 de esta manera. Tenemos que hacer otro tipo de televisión. Es urgente.

lunes, 20 de agosto de 2018

¿Hay que salvar al catalanismo?


Francesc de Carreras, (BarcelonaJurista, y articulista, colaborador en diversos diarios, como El País, entre otros, así como también en diversas revistas científicas.  Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona.Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

Francesc de Carreras, escribe para el prestigioso diario El País un interesante artículo de opinión, el cual por entender que puede ser de interés de nuestros seguidores lo insertamos en elblogdefcosvi . 


Francesc de Carreras 





¿Hay que salvar al catalanismo?


Pujol emprendió la vía de lo que se ha llamado “la construcción nacional”, que tenía el significado de que solo se aceptaba el marco constitucional y estatutario como primer paso para crear una nación identitaria. Y así poder reclamar un Estado propio


Por: Francesc de Carreras 

18/ 08/2018 


En las últimas semanas ha resurgido una polémica sobre si el catalanismo está en peligro. Los que advierten de este peligro alegan básicamente dos razones para justificar su alarma.

Por un lado, el independentismo está fagocitando al catalanismo por haber situado su programa máximo, la separación de España, como el único legítimo en este momento histórico. Por otro lado, como reacción a esta posición extrema, se ha generado, dicen, una poderosa corriente de nacionalismo español al que se suele denominar constitucionalismo, unionismo o, simplemente, españolismo, de carácter genuinamente anticatalanista.

En este fuego cruzado entre dos extremos, sostienen estas voces, se debe evitar que desaparezca el catalanismo, única ideología transversal con capacidad de unir a los catalanes. ¡Salvar al catalanismo!, es el lema, el môt d’ordre ( consigna escogido. Algunos grupos se han afanado a escribir manifiestos y prestigiosos políticos o intelectuales han publicado con esta finalidad escritos en la prensa. A mi modo de ver, estos temores son infundados porque se basan en falsas percepciones.

En primer lugar, en lo que atañe a muchos catalanes contabilizados como independentistas, creo que es inexacto considerarles como tales por el mero hecho de haber votado en estos años al PDeCAT o, incluso, a ERC. Muchos entre ellos creen que la independencia de Cataluña no es viable ni conveniente, pero han dado su voto a estos partidos simplemente para reforzar la posición de la Generalitat en una negociación con el Estado en materias tales como financiación, inversiones en infraestructuras públicas o traspaso de más competencias. Por tanto, no creo que todos aquellos que votan a partidos independentistas son partidarios de separarse de España y, menos aún, de la UE, que sería su consecuencia inmediata.

En segundo lugar, que los constitucionalistas o unionistas sean rancios españolistas, recalcitrantes nacionalistas españoles, partidarios de eliminar las autonomías para volver al centralismo, es todavía mucho menos cierto que lo anterior. Tras cuarenta años de autonomía catalana ninguna formación política se ha mostrado contraria a la autonomía tal como está configurada en la Constitución y en el buen Estatuto de 1979. Ninguna. Al contrario, todos los partidos catalanes son defensores de la España de las autonomías.

No creo que todos los que votan a partidos independentistas quieran separarse de España

Considerar que lo más adecuado y respetuoso con el pluralismo es el bilingüismo en la escuela y en las instituciones de la Generalitat; que la bandera catalana no es la estelada sino la oficial de las cuatro barras y que en los edificios oficiales debe estar situada al lado de la española; que lo mejor para los catalanes es permanecer unidos al resto de España y la separación es perjudicial; así como tantas otras discrepancias con la corrección política que ha ido imponiendo el nacionalismo catalán a lo largo de cuarenta años, no es nacionalismo español sino que es, precisamente, constitucionalismo, unionismo, autonomismo y, por qué no, también catalanismo.

Precisamente creo que el error de quienes temen que el catalanismo está en peligro es que atribuyen a este término el sentido que le dio Jordi Pujol a partir de 1980 cuando inició su largo mandato al frente de la Generalitat: catalanismo equivale a nacionalismo catalán. Ciertamente, era uno de sus posibles significados. Pero había otro que es el que suscitó el amplio consenso plasmado en la Constitución y el Estatuto de 1979 y supuso entonces, a mi modo de ver, el triunfo del catalanismo histórico entendido como ideología transversal: Cataluña era una nacionalidad dentro de España que debía estar dotada de un poder político autonómico con amplias competencias, la lengua catalana debía ser oficial al mismo nivel que el castellano y la Generalitat debía tener la competencia exclusiva en materia de cultura para proteger y desarrollar eficazmente su patrimonio. Todo esto se recoge en el Estatuto de 1979 al amparo del marco constitucional y, a partir de este momento, había que activar estos instrumentos jurídicos e institucionales al servicio de todos los ciudadanos catalanes.

No se hizo así. Pujol emprendió la vía de lo que se ha llamado, a imitación de la terminología utilizada en ciencias sociales para los países tribales recién descolonizados, “la construcción nacional”, national building. Esta construcción nacional tenía, entre otros significados, que solo se aceptaba el marco constitucional y estatutario como primer paso para crear una nación identitaria y así poder reclamar, cumplido este objetivo, de acuerdo con el principio de las nacionalidades y cuando se estimara posible y conveniente, un Estado propio separado de España. En septiembre de 2012 se consideró que había llegado este momento y se inició la vía independentista.

La solución pasa por el entendimiento y la unidad de las fuerzas políticas constitucionalistas

El error que quizás cometen quienes temen por la desaparición del catalanismo es confundirlo con el nacionalismo pujolista y no entender que sus ejes básicos fueron aceptados por todos los españoles al votar la Constitución y aplicar los principios de la misma al Estatuto de 1979. Con estos instrumentos jurídicos había que “gobernar” la Cataluña realmente existente en lugar de pretender “construir” una nueva nación identitaria.

Pero el pujolismo dedicó sus energías a esto segundo, tal como prueba el documento denominado La estrategia de la recatalanización, publicado íntegramente en El Periódico de Cataluña el 28 de octubre de 1990 y que se encuentra fácilmente mediante Google. Todas las propuestas de esta estrategia se han ido cumpliendo, lo cual demuestra su autenticidad. Es difícil entender lo que está sucediendo en Cataluña durante los últimos años sin leerlo con detenimiento. Es el programa nacionalista para construir una nación, no el programa catalanista transversal que permiten la Constitución y el Estatuto.

Si hay que preservar al catalanismo de algún enemigo, este no es solo el independentismo sino también su base ideológica, es decir, el nacionalismo pujolista que duró durante 23 años en el Gobierno de la Generalitat, después fue continuado por los gobiernos tripartitos y desembocó en los gobiernos presididos por Mas, Puigdemont y Torra. No hay, por tanto, en Cataluña tres vías (la independentista, la españolista y una tercera que se reclama de un catalanismo no independentista) sino solo dos, la nacionalista/independentista (que gobierna la Generalitat desde el pujolismo hasta hoy) y la catalanista/autonomista, todavía inédita.

La solución a la actual ruptura interna de Cataluña no pasa por establecer pactos entre el actual Gobierno de la Generalitat y el Gobierno del Estado sino, primero, por el entendimiento y unidad de las fuerzas políticas constitucionalistas, es decir, catalanistas/autonomistas, y, segundo, que estas fuerzas ganen las elecciones para desarrollar todo el potencial que encierra el marco constitucional de la España de las autonomías. No hay que salvar al catalanismo, simplemente debe empezar a gobernar.

viernes, 10 de agosto de 2018

Puntualizaciones necesarias

Traducción en español:  Compruebo cual es el límite de la resistencia- tanto tensar y tensar que al final no aguantará más- Al final también habremos de huir- siempre nos queda algún País de la Unión Europea  i Waterloo- No tentamos a la suerte gracias a la inoperancia, pues bien, se podría producir un cambio. 




Puntualizaciones necesarias


por: Francesc Costa 

a 10/08/2018


Señor Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, desde mi total respeto y consideración, permítame usted unas consideraciones.

Primera. – Me sabe mal el tener que interpretar alguna de sus declaraciones efectuadas en su conferencia de prensa del pasado día 10, realizadas después del correspondiente consejo de ministros.  Concretamente a aquella declaración en la que usted se refirió: “que no desea abrir ninguna vía judicial con Catalunya”. Debo de interpretar que se refería a los políticos catalanes, en mi opinión; cesionistas y desacatadores  que, durante los meses de septiembre a octubre del año pasado, muchos de ellos sobrepasaron los límites de sus habituales irrespetuosidades  al alcanzar algunos cúlmenes, sobre los cuales tengo las interpretaciones de que existió; abuso, desacato, sedición y antidemocracia (por cierto, que, al parecer, todavía hoy, los desacatadores catalanes deben de carecer de diccionarios, pues en diversos idiomas incluido el catalán la descripción de delito, democracia, ética y respeto  es la misma).

Como también debo de interpretar de sus declaraciones, que no se procederá por parte de las autoridades competentes a acción judicial alguna siempre y cuando estos señores no repitan lo que en ellos es tan habitual y dentro de toda una casi impunidad a efectuar, entre otros aspectos, la de incumplir y ofender a la justicia.

Segunda. -Permítame transmitirle que, en mi opinión, prácticamente todos los políticos y medios de comunicación del estado harían bien en no unificar ni desvincular (El problema con Catalunya cuando no lo es, es con unos determinados catalanes/ mencionar Catalunya y España, cuando lo correcto sería, el resto de España. O bien citar diarios catalanes y diarios de España, lo correcto seria del resto de España o diarios del resto del Estado o de Madrid, y etc.), ya tenemos suficiente con que, en Catalunya, los medios de comunicación tanto públicos como privados, como así por parte de los políticos, principalmente por parte de los de la argucia política disfrazada de “ independencia y de todo lo que haga falta, junto con sus  concomitantes se nos desvincule Catalunya de España, además de unificar a todos los catalanes a un todo “independentista” o bien posean la arrogancia  de pensar que representan a todo el pueblo  de Catalunya. Un todo a lo cual, la manifiesta realidad refleja que son muchos los ciudadanos y ciudadanas que poco tienen que ver con la farsa “independentista”, al igual que es una evidencia que no representan a todos los catalanes. Pero…están en ello con la ayuda de lo público, toda una vergüenza.

Muchísimo menos tienen que ver por lo que respecta a mi persona, especialmente por tener desde el principio la convicción de que todo era una argucia política. Vi el percal desde el mismo instante que se inició el “procés” con el adelantamiento electoral del 25-11-2012 con el slogan del “dret a decidir (derecho a decidir), deduje que se trataba y así lo escribí, de toda una enorme y expuesta vuelta de tuerca,  un nuevo argumento, que dada su prolongación y los acontecimientos ha sufrido e imagino sufrirá diversas fases y denominaciones, todas ellas  amparadas  en descomunales campañas de Marketing y Merchandising con el propósito de mentalizar a la mayor parte de la ciudadanía catalana en sus convenientes tesis, las cuales convergen en la indudable necesidad de decidir sobre su futuro; la “independencia”. Cuando la pura realidad es que solo se trata del futuro de los promotores de la enorme patraña del “procés”.  Para que ello sea posible, se les viene colocando dos posters, el de un estado intransigente, antidemocrático, represivo e injusto y el otro lo que únicamente ellos ofrecen; una ficción, un Shangri-la. (¡Lo que influyen los medios de comunicación y la propaganda sobre la masa ciudadana!  Pues la desmemoria ciudadana es enorme, no recuerdan que durante los 23 años y los 6 años que han gobernado, de Shangri-la nada de nada, ni aproximarse a la ficción, todo lo contrario, estrechez, necesidad, penuria, desventura y muchos cuentos, distracciones a tope y además escandalosos casos de corrupción y presunta corrupción

Puedo comprender perfectamente el difícil papel que usted se enfrenta, al haber heredado como nuevo presidente del gobierno de España el grave problema creado por los desacatadores políticos catalanes. Un legado, todo un grave problema de estado, consecuencia de la extraña e irresponsable inoperancia política, de principio a fin en este aspecto, del anterior gobierno central.  Con una enorme dificultad añadida, la permisividad del anterior ejecutivo, el cual posibilitó la prolongada auto-atribuida patente de corso por parte de dichos políticos desacatadores, sectores mediáticos y sociales.

Una patente de corso que usted y su gobierno, entiendo que se ven en la obligatoriedad democrática de advertirles y recordarles que no la tienen, que nadie la tiene, que el único marco es la constitución, el estatuto y la democracia.  Es más, seguramente se verá por sentido de responsabilidad de estado y democrática, en la obligatoriedad de tener que retirarles aquellos auto atribuidos instrumentos públicos que utilizan para servirse y que tantísimo les ha beneficiado y a su vez ha dañado al estado.

Arduo papel el de usted y su gobierno ante todo lo que se está viviendo, viendo y escuchando por parte de los desacatadores políticos catalanes y como consecuencia de ello, lo mucho que se escucha por parte del resto de los partidos políticos, lo que es todo un claro aprovechamiento político.  Siendo un servidor consciente de la utilización política, creo en la necesidad de sólidas transparentes respuestas, amparadas en la Constitución, en la democracia y junto los lógicos apercibimientos, más dado el continuo caudal provocador de los desafiantes desacatadores catalanes. 

Por lo cual, entiendo que hará falta además de respuestas sólidas y transparentes, una necesaria general firmeza y mucha claridad política, más a estas alturas y conociendo casi todo el percal y lo que puede dar de sí cada uno, por ello necesariamente sin paño caliente alguno. Principalmente respecto a los  desafiantes y osados desacatadores catalanes, por lo tanto, como diríamos aun muchos catalanes ; “ al pa, pa i al vi, vi(al pan, pan y al vino, vino) que viene a significar: respostes mol clares en espanyol, català i si cal ja que pel que sembla dominen els idiomes també en anglès, francès i si cal en alemany, sense cap mirament ni temor, només bones formes i el respecte a la Constitució, Estatut, democràcia i a la ciutadania, siguin afins o no. Respostes perquè ningú es quedi sense elles, per terra, mar i aire” (respuestas muy claras en español, catalán y hace falta dado que al parecer dominan los idiomas, en inglés, francés i si hace falta en alemán  y ello sin ningún miramiento ni temor, solo las buenas formas y el respeto a la democracia y a la ciudadanía, sean afines o no. Respuestas porque nadie se quede sin ellas, por tierra, mar y aire.) para que absolutamente nadie se lleve a engaño alguno.

No obstante, en mi opinión, no hay solución con estos mismos actores políticos y sus concomitantes, habrá que ponérnoslo en la cabeza. (no entendiendo que hacen en el Parlamento Español, y mucho menos, como no están inhabilitados políticamente para ejercer cualquier cargo público. Y con respecto a sus concomitantes que son funcionarios o empleados públicos, así como a las vinculadas entidades civiles y empresas de comunicación suspenderles toda subvención. Pues no se trata de que critiquen o muestren disconformidad hacia el estado o a determinadas instituciones, lo cual lo encuentro democrático si hay razón para ello. Se trata de toda una autentica saña al estado). Ni aun la improbable posibilidad de que por pura estrategia e interés se redimieran algunos, el problema sin ninguna duda persistiría con el resto de políticos desacatadores y sus concomitantes.  Y con casi toda garantía mayoritariamente siempre saldría perjudicada y con toda la razón, cualquier imagen política que se produjera de cualquier partido político o cargo institucional o cargos institucionales compartiendo mesa y mantel con los redimidos desacatadores políticos catalanes, aun a pesar de haberse redimido. Imagen muy perjudicial por considerarla llena de indignidad, irrespetuosidad y de carencia de toda ética política. Ya lo está siendo en la actualidad.

Pues no estoy haciendo referencia alguna de determinados agravios entre un estado a otro estado, los cuales, según que circunstancias precisan dialogar, encontrar puntos de encuentro, pues existen intereses económicos, empresariales, ciudadanos establecidos, etc, ejemplos los hay en el mundo y los habrá. Estoy haciendo referencia a un hecho único que está acaeciéndose en un País democrático, el de un gobierno de una comunidad autonómica del estado que se ha saltado todas las reglas democráticas, de la ética política, de respeto y del estado de derecho para separarse del mismo y para ello se han enfrentado, desafiado, tergiversado, manipulado y ofendido al estado democrático al cual pertenecen y representan. Han sobrepasado e insisten en sobrepasar todas las líneas, hasta se atreven a advertir, y se apuntalan firmemente en el todo un bochornoso, desacreditado y antidemocrático 1 de octubre e ignominioso día 27 del mismo mes.

Ya se han subido a las barbas del estado y todo lo que este representa, se sienten cómodos, no piensan bajar, no pueden bajar. Por todo lo cual, los concebidos persistentes relatos adaptados a las circunstancias de cada momento continuaran alimentando a la ciudadanía catalana, aun estén tergiversados, llenos de enorme cinismo, audacia, etc, y todos convergiendo a un objetivo, que poco tiene que ver con los diversos titulares argumentos, y que no es otro que el de mantener el poder y Statu Quo.  Se sienten fuertes, arropados y muy secundados, pues a su vez también van ascendiendo a las barbas del estado toda su enorme sostenedora claca mediática, incluida para más inri y general estupidez del resto de las fuerzas políticas; la pública, así como organizaciones, entidades, agrupaciones y asociaciones tanto públicas, semi públicas como de subvencionadas o no, al igual que un buen número de sociedad civil, unos por “estómagos agradecidos” y otros por haber sido imbuidos en cada uno de los diversos convenientes argumentos, los cuales para la ciudadanía son sinónimo de un estado injusto y  “Independencia”. También, algo inaudito; sumándose unos demasiados empleados y funcionarios públicos, Todo un enorme tejido elaborado durante muchos años desde las mismas instituciones estatales catalanas, junto con sus muchos recursos. Todos, que además de claca, cubren distintos flancos y espolean.    
A mi juicio, todo un real problema de estado, además de todo un expuesto precedente. Insisto por ello, a mi criterio, todo un difícil papel para cualquier presidente de gobierno de España con sentido de estado. Hoy esta enorme responsabilidad la tiene usted, como el actual presidente del gobierno central.

Hace tan solo unos días conversaba con una persona sobre la cual seguro coincidimos en su consideración política, por mi parte incluida la personal, como lo es la figura relevante del PSOE-PSC, Josep María Triginer ( Ingeniero, autor de diversos libros,  primer secretario de la federación catalana del PSOE, hasta la unión del socialismo catalán y posibilitar la fundación del PSC, representó a esta formación en los Pactos de la Moncloa, Conseller de la Generalitat Provisional del President Tarradellas, uno de los padres del Estatuto Autonómico de Catalunya, 1979, diputado y Senador). Éste me exponía de las grandes dificultades, obstáculos y retos que tuvieron durante el post-franquismo; legalizar partidos políticos y otras organizaciones, democratizar instituciones, proceder a importantes decisiones, etc, con el fin de situar a España al nivel del resto de los países democráticos del mundo occidental, etc, etc, así como el convertir a España de las regiones a la de un estado autonómico. Cierto, debió ser muy duro, sufridor, agotador, enormemente complejo, y además para mayor inconveniente; compartiéndolo con el sufrido terrorismo tanto de extrema izquierda, como de extrema derecha con centenares de víctimas, y para añadir más problemas, el intento de golpe de estado del 1981. Sí, pero a favor estaba una mayoría política, sociedad civil, poderes económicos, fuerzas armadas y eclesiásticas, junto el favorecimiento internacional de todos los países democráticos.  

Una mayoría de las organizaciones políticas que aun poseyendo cada uno su propio dispar ideario, se centraron en convertir a España en un estado social, democrático y de derecho, basado en una Constitución y compartiendo el mismo marco del resto de los países democráticos occidentales. Pero…...hoy lamentablemente, en mi opinión,  no es así, es un todo vale para aventajar al contrario, se priorizan las propias estrategias políticas, el particular interés, lo que hace enormemente difícil para cualquier gobierno central dar solución a los graves problemas que España tiene, entre muchos de los cuales comparten preponderancia la grave situación social, las enormes e injustas  desigualdades, con la gravedad creada por los osados desacatadores secesionistas catalanes  y  éstos se valen  de la dificultad de unificar un estrategia común por parte del resto de  los partidos políticos. (Una necesaria reforma de la constitución, en pocos meses se cumplirá el 40º aniversario, se habrá aprendido, entre las lecciones la de los políticos catalanes desacatadores. Y con respecto a la prioridad partidista de los partidos políticos, superior a la de interés del estado, habrá que buscar fórmulas democráticas que eviten se produzcan estos Cul-de-sac (calle sin salida) que sin duda perjudican al País, por ende, a la ciudadanía)

Mi incredulidad es total, imagino que usted señor presidente debe de estar junto con su familia en el merecido período de vacaciones, no obstante, si tiene la oportunidad escuche las declaraciones verbales del president Torra, tanto del sábado día 4, como domingo día 5. Unas declaraciones, en toda su línea, muy alejadas de ser las de un responsable político autonómico que desea negociar, que está negociando con el estado, y mucho más lejos de ser apaciguadoras.

Respetuosamente