Adrian Mac Liman, en su blog Ventana al Mundo, nuevamente nos ilustra con su visión, aunque en esta ocasión formulándose interesantes preguntas, sobre el pasado "golpe de estado en Turquía" . Por entender que puede ser de interés para nuestros lectores, lo adjuntamos en elblogdefcosvi.
Adrian Mac Liman, escritor, periodista. Colaborador en varias revistas, y ha sido corresponsal en distintos medios de comunicación. Agudo observador y analítico político. Autor de varios libros sobre Oriente Medio y el Islam radical.
Adrian Mac Liman, escritor, periodista. Colaborador en varias revistas, y ha sido corresponsal en distintos medios de comunicación. Agudo observador y analítico político. Autor de varios libros sobre Oriente Medio y el Islam radical.
Adrian Mac Liman
Incógnitas
otomanas
Por:
Adrian Mac Liman
Ventana al Mundo
Ventana al Mundo
18/07/2016
Desde
hace más de cinco lustros, nos hemos acostumbrado a presenciar guerras,
revoluciones y golpes de Estado en directo, en la pequeña pantalla de nuestro
televisor. Las imágenes son casi siempre las mismas; los comentarios apenas
difieren. Es lo que sucedió el pasado fin de semana con la intentona golpista
de Turquía, retransmitida minuciosamente por centenares de cadenas televisivas
de todo el mundo. Vimos las mismas escenas en Londres, Atlanta, París, Ankara,
Sofía o Bucarest. Idénticos encuadres, aunque preocupaciones distintas.
Mientras
las autoridades griegas no dudaron en reforzar la vigilancia en los confines
con Turquía, los demás países miembros de la OTAN del sureste europeo –
Bulgaria y Rumanía – adoptaron una postura titubeante. Tanto Sofía como
Bucarest se enorgullecen de tener relaciones privilegiadas con Ankara. Los
intereses económicos y culturales del país otomano son omnipresentes; los
intercambios comerciales superan a veces el nivel del comercio bilateral con
algunos Estados miembros de la UE. De hecho, Turquía se ha convertido en una
especie de pivote económico del Mar Negro.
Desde
el punto de vista estratégico, la Alianza Atlántica cuenta con la participación
activa de la marina de guerra turca en la creación de una fuerza naval
atlantista en el Mar Negro, única opción capaz de contrarrestar el poderío
marítimo ruso en la zona. La puesta en marcha de este proyecto se decidirá en
la próxima reunión ministerial de la OTAN, prevista para el mes de septiembre.
De
ahí que nos planteemos un sinfín de interrogantes. ¿Qué pasó en la noche del 15
al 16 de julio? ¿Cuál fue el papel de los servicios de inteligencia de la OTAN
a la hora de detectar y/o neutralizar la intentona golpista? ¿Estaban al tanto?
¿Por qué no actuaron? ¿No lo estaban? Más inquietante todavía. Turquía es, como
lo indicábamos antes, una potencia regional, uno de los baluartes de la
estabilidad estratégica en la extensa región del Cáucaso, el Mar Negro, Oriente
Medio, un factor clave en los conflictos de Siria e Irak, un punto estratégico
primordial para la ofensiva contra el Estado Islámico. ¿Un golpe de Estado en
un país miembro de la OTAN? Aparentemente, ello parece impensable. Y más aún,
en un Estado que pertenece a la Alianza desde 1951.
De
todos modos, cabe recordar que desde la década de los 60 del pasado siglo, el
Ejército turco protagonizó cuatro golpes (1960, 1971, 1980 y 1997). Siempre,
para acabar con la “ineficacia” de los políticos. No hay que extrañarse que,
desde la victoria electoral del Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP),
Erdogan se haya fijado como meta acabar con la influencia del estamento militar
en la política.
¿Sólo
en la política? Poco se ha hablado de la presencia de los militares en el mundo
empresarial, de las entidades que controlan ante todo en la República del Norte
de Chipre, que han extendido sus “tentáculos” en el mundo árabe musulmán. Otro
Estado dentro del Estado, que Ankara no logra controlar.
¿Cómo
se explica la respuesta popular a los llamamientos lanzados por los miembros
del Gobierno de AKP en la noche del 15 al 16 de julio? El Presidente cuenta,
indudablemente, con el apoyo de varios
sectores de la población. Sus seguidores proceden, ante todo, del campesinado
de las aldeas deprimidas y de los trabajadores no cualificados de los núcleos
urbanos, cuyo nivel de vida ha registrado un incremento anual del 3,8 por
ciento en la última década. Los detractores de Erdogan provienen
mayoritariamente de la clase media y la burguesía, de los círculos
intelectuales y/o de negocios, más propensos a defender las estructuras del
Estado laico fundado por Mustafá Kemal Atatürk en 1923 y/o de los derechos
fundamentales del ser humano. Un país dividido, pues, con conceptos
diametralmente opuestos en cuanto a los valores democráticos. Las ciudades
miran hacia Occidente; el campo…
La
intentona golpista, que algunos intelectuales no dudaron en tachar, al igual
que algunos medios de comunicación occidentales, de… “autogolpe” puesto en
escena por el propio Erdogan , habrá servido para acentuar la división, para
desencadenar purgas masivas en el seno del Ejército (alrededor de 3.000
militares detenidos pocas horas después del fracaso del operativo militar),
para la detención de cinco magistrados del Tribunal Supremo, y la separación de
su cargo de 2.745 jueces. Sin olvidar, claro está, la rocambolesca solicitud de
extradición a los Estados Unidos del clérigo Fetullah Gülen, dueño de un imperio de instituciones
docentes, medios de comunicación y organizaciones benéficas con ramificaciones
en el mundo entero, que los analistas no dudan el tildar de “Opus Dei
musulmán”. Al multimillonario Gülen, ex
aliado y amigo de Erdogan hasta el 2013, se le acusa de tratar de controlar la
prensa, la justicia, la educación y el ejército turcos, objetivos prioritarios
de los islamistas e islamizantes del AKP.
Fetullah
Gülen, que vive en los Estados Unidos desde 1999, ha negado rotundamente su
participación en el intento de Golpe de Estado. Por su parte, el Secretario de
Estado John Kerry exigió a las autoridades turcas “pruebas concretas” sobre la hipotética
implicación del clérigo en el levantamiento militar.
Toca
volver al punto de partida, al golpe del pasado fin de semana y sus
consecuencias para el futuro del país otomano. Toca finalizar este breve repaso
con más interrogantes que respuestas. Cabe preguntarse: ¿qué hará Erdogan
después del forcejeo del 15 – 16 de julio? ¿Buscará el diálogo con la oposición
moderada y/o la minoría kurda? ¿Aprovechará esta oportunidad para instaurar un
régimen (aún más) autoritario? ¿Modificará la Constitución, introduciendo el
sistema presidencialista rechazado por el Parlamento? ¿Reforzará el papel de
Turquía en el seno de la OTAN? ¿Apoyará incondicionalmente la ofensiva contra
el Estado Islámico? ¿Seguirá buscando la integración de su país en la Unión
Europea? ¿Hará las paces con Rusia?
No
hay que olvidar que en Turquía, al igual que en los demás países musulmanes,
cada gesto tiene una doble, cuando no múltiple lectura.