Jorge M. Reverte, periodista,
escritor y ensayista, en su colaboración con el prestigioso diario El País, edita hoy un breve artículo de
opinión, el cual lo consideramos acertado. Por ello de posible interés para
nuestros seguidores.
Un guión prometedor
Por: Jorge M.
Reverte
El País
11-01-2016
Los
puristas del negocio del guion cinematográfico, como Frank Daniel, advierten de que para que una historia funcione, en
su primera página debe estar ya contenido todo el relato. Artur Mas les ha hecho el favor a sus biógrafos de darles la
metáfora de lo que ha pasado en su emulación de John Reed sobre los Diez días
que estremecieron al mundo.
Pásmense:
“Lo que las urnas no nos dieron lo hemos corregido negociando”. Con variantes
pequeñas es lo que dicen y repiten todos los voceros del independentismo catalán
desde el día 9 de enero, cuando se cometió la tropelía
gigantesca elaborada por Junts pel Sí y la CUP.
Se
cometieron más tropelías. Pero Mas
tenía respuesta para todo. Por ejemplo: la presidencia de la Generalitat no es una subasta de
pescado, y se la ha entregado a Carles
Puigdemont, un hombre tan atildado como él, con la misma pinta aseada, que
produce una cierta sensación de comodidad al votante pequeño burgués, que es el
chachi.
Menos
rentables han sido las apuestas de la CUP,
que de puro exaltadas, y a la vista de los resultados, desatan las sospechas
sobre el papel de brujo que ha jugado Antonio
Baños en la partida. No sólo por el inverosímil empate aritmético, sino por
el también inverosímil lío de armario de las últimas horas. Sabemos que Mas va a intentar seguir en la
política, quizá como trujimán ante el Ministerio de Defensa del Vaticano. Pero
lo que no sabemos es ni qué va a hacer Antonio
Baños ni a quién van a votar en el futuro los 300.000 de la CUP; ¿A la responsable del FMI, Christine Lagarde, que tiene experiencia política y también en
tapar fraudes económicos?
¿Y por qué
no preguntarse por el papel de los espectadores? Los elegidos de la CUP han jugado en el guion un papel
intenso pero con un contenido muy corto. Ya no son anticapitalistas, y sobre
todo, han aceptado vivir con la corrupción, que es donde estaba, según ellos,
asentado el mundo de Pujol y sus
herederos.
No
conocemos el final de la historia que Mas
ha escrito. Pero es seguro que no van a faltar ni hijos de Pujol, ni fundaciones que amparen la ópera en Cataluña, ni crímenes a sangre fría.
Qué buen
guion.