La Vanguardia, gran
diario que se edita en Barcelona,
para toda España, y que su primer
número apareció el año 1881. Entre
sus artículos de opinión, edita este pasado día 16, un excelente artículo: La gran estafa, firmado por Gregorio Morán, periodista, autor de
diversos libros y colaborador de diversos diarios, entre ellos el gran diario La Vanguardia.
Los
escritos de Gregorio Morán, siempre
son muy apropiados; La gran estafa, es certero, además de dar en el blanco,
según nuestro criterio, en determinados puntos de su artículo. Por ello y considerando que puede interesar a los
seguidores de nuestro blog, lo adjuntamos en el mismo.
“La
Gran Estafa”
Por: Gregorio Morán
16/01/2016
La Vanguardia
De
todo este espectáculo de circo político que sitúa a las instituciones catalanas
al borde de competir, y con gananciales, en la clase política más corrupta de
esta zona europea del Sur, Sicilia por ejemplo, lo que más me llamó la atención
no fueron los tres meses de chalaneo, ni las mentiras, ni la ocultación a la
ciudadanía de lo que se estaba cociendo. No, nada de eso.
Para
quienes hemos vivido el espectacular baile financiero del Palau, y el
descubrimiento de que fuimos gobernados durante décadas por una familia de
devotos delincuentes, lo que más nos conmovió no fue eso, sino algo que pasó
desapercibido, porque vivimos en una sociedad construida sobre la base de que
tenemos razón desde hace siglos. Verdad incontrovertible asumida incluso por
los hijos de quienes vinieron aquí con una mano delante y otra detrás pero que
asumieron el canon: “Somos la hostia y lograremos un día que vayamos donde
vayamos lo tendremos todo pagado por el hecho de ser nosotros”, como escribió
uno de los tontos más ilustres que ha dado este país, que no son pocos.
Lo
que me dejó estupefacto es el califato que le montaron a un tipo que jamás
nadie, ni él mismo, hubiera pensado que llegaría a ser nombrado presidente de
la Generalitat por un procedimiento digno de una tenida siciliana en Catania,
ni siquiera en Palermo, ciudad de postín. Ese mismo chico listo, Carles
Puigdemont, buen conocedor de los usos del país desde el carlismo, designado
digitalmente por los poderes fácticos de la mafia local, a las 18 horas del
pasado domingo, apenas le cayó el dedazo, que dirían en México, ¿quieren
ustedes creer que ya tenía a los plumillas más notorios de los medios de
manipulación con una biografía terminada, en la que los elogios alcanzaban
hasta su hermano ?, ¡pastelero conocido en medio mundo porque nació en Amer, un
pueblecito de Gerona! La pastelería está tan ligada a nuestra cultura que
tenemos poetas y hasta políticos, aunque por lo demás llamar “pastelero” a
alguien suena a ofensivo a menos que se dirija a la CUP, que se han ganado en
apenas tres meses el título de “maestros pasteleros del Principado”.
No
conozco otro caso con tal velocidad para el elogio, desde el franquismo, al
inefable periodista gallego, Victoriano Fernández Asís, insuperable en las
entrevistas a las autoridades. Este país se está muriendo mientras las mamás,
las suegras, las abuelas, todas esas señoras que adoran al querubín patriótico,
no se cansan de escuchar las monsergas de sus criadas ejerciendo de plumillas.
En estos días de humillación y vergüenza ciudadana debo destacar la excepción
de Josep Cuní, que en una entrevista al inefable Joan Tardà –“el ogro del
españolismo tertuliano”– logró convertir a este Pavarotti de la inanidad en una
tórtola achicado por el peso de unas preguntas de verdad y unas respuestas
dignas de un tartufo que no tenía instrucciones sobre qué decir; porque pensar
es una tarea que le excede y para la que no cobra. Fue uno de los pocos
momentos gratificantes durante unos días en los que el gremio periodístico
cumplió su papel de querida sin amante conocido.
Cuando
un president, como Artur Mas, ha llegado a su punto más bajo de humillación,
consciente de que será pronto carne de tribunales como lo fue su padre,
delincuente probado, como lo son sus instructores, la devota familia Pujol que
le inventó y no cumplió las expectativas, cuando un hombre así ocupa el cargo
más importante de una sociedad que se cree culta, honrada, respetuosa con las
leyes y con los contratos en negro, que diga como resumen de la estafa: “Hemos
logrado negociando lo que las urnas no nos dieron”, es que estamos en la vieja
Sicilia tan vinculada a usos, costumbres e historias españolas.
El
montaje de las elecciones autonómicas del año pasado exigiría un análisis
minucioso que desvelaría la miseria política de una clase corrupta, dispuesta a
todo para que no les retiren la impunidad. Un presidente que se presenta de
número tres, o cuatro, ni me acuerdo. Sustituido por otro en aplicación del
sindicato de las prisas, también número 3 por Girona. Música: unos pánfilos
radicales que hacen de palanganeros para sostener la impostura. ¡Y ganan!, pero
no lo suficiente. Ya es bastante que ganaran para demostrar a qué niveles de
deterioro político hemos llegado. Les falló la ambición plebiscitaria que ellos
mismos se habían planteado. ¡Qué sucedió para que todos consideraran que se
pasaban los resultados del fallido plebiscito por el arco de triunfo y que la
monja tornera, Carme Forcadell, declarara la República Catalana! ¡Qué importa
la minucia de unos tantos por ciento si la historia nos pertenece!. Estaba
cantado. Cuando un supuesto grupo de izquierda se plantea el dilema de mejorar
la situación de los trabajadores o nacionalizar los bancos, es obvio que no se
hará ninguna de los dos cosas, pero a ellos los subvencionarán.
Seguí
con interés esas negociaciones entre lo que creíamos nuevo –la CUP– y lo que de
tan viejo y corrupto se caía, Convergència y la asociación de trepas rebotados
de toda Catalunya, Esquerra Republicana, un partido que nació para la traición
y la trampa. La gente joven, o no tanto, se pregunta cómo fueron posibles esos
largos conciliábulos para llegar a convertirse en los caganers del belén que
fueron durante la campaña electoral. Muy sencillo. El valor de una asamblea es
efímero, como los bellos pensamientos. Luego está el tejido de intereses. Dan
un pasito adelante los Julià de Jòdar, con una sencilla pregunta, ¿no sería
mejor “para las clases populares., que alguno de nosotros aceptara el juego,
mientras los demás conserváis las esencias? Ay, las esencias. Se van con el
aire y están para eso. Un aroma, un instante, un guiño, un me he equivocado…
pero a lo hecho, pecho, que queda mucha batalla por ganar.
El
problema de los caganers electorales de la CUP consistió en que, embelesados
por el espectáculo que se les ofrecía, se lo hicieron encima. El olor de la CUP
durará más de lo que sus creadores pensaron nunca; la mierda, como el hedor, no
se reparte, cada uno se queda con lo suyo. Otro dilema escolástico de la
posmodernidad: hacerse a balón pasado. ¿Te acuerdas de lo divertido que era
Baños, el rey de la improvisación, que siempre tenía respuesta para todo? ¿Y el
abrazo de David Fernàndez a un Artur Mas exultante? En política el corazón,
cuando se arruga, es que tiene pliegues que amenazan su supervivencia.
Mala
época nos ha tocado vivir. Por sucia, sobre todo por sucia. Porque nadie quiere
hablar claro y decir su aspiración: “Quiero seguir viviendo de la Generalitat
en sus múltiples facetas, es lo mejor para mí y para Catalunya. Y como
Catalunya y yo somos como madre e hijo, ¡qué tiene de malo proclamarlo! La
independencia me promete una seguridad incontestable, y como no leo ni escucho
más medios que los míos, es decir, los subvencionados por la Generalitat, no
tengo razones para dudar”.
De
momento hemos llegado a la denuncia y al chantaje. Un grupo de representantes
periodísticos ha escrito a mi director exigiendo que mis artículos sean
revisados (censurados) para no ofender a instituciones dentro de toda sospecha.
El otro día, una señora a la que sólo conozco de encontrármela en el
supermercado, me abordó para advertirme: “Nosotros (sic) sabemos muchas cosas
sobre ti, y muy feas, y todavía no las hemos contado”.
Esto
le puede pasar, y no es la primera vez, a todo el mundo, pero que añada con
reiteración que es la mujer de Josep Gifreu, a quien no conozco ni creo haber visto en mi vida, pero que consultada la Wikipedia aparece como la máxima
autoridad de la “ética periodística en Catalunya”… Confieso no haber leído de
él en mi vida ni una línea pero figura o figuraba como “presidente del Comité
de Control Ético de los Medios en Catalunya”.
Estamos
en manos de delincuentes intelectuales seguros y bien pagados. Como los viejos
franquistas, nos salvarán de nuestros pecados. Nos van a crujir.”