jueves, 29 de noviembre de 2018

El secreto de la recuperación económica en España y su coste

La acreditada revista digital CTXT adjunta un muy interesante artículo firmado por Aleksandro Palomo Garrido.


Aleksandro Palomo Garrido


Aleksandro Palomo Garrido,(Madrid-1971) licenciado en Ciencias Políticas y Sociología Política por la Universidad Complutense de Madrid. Con estudios de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Leipzig (Alemania). Miembro y socio fundador de ATTAC-Madrid (Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana . Es profesor en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Colima ( México) . Autor del libro: "La crisis de los valores en la globalización; el declive de la moral capitalista (2008)" . Como a su vez, también autor de diversos artículos y ensayos publicados en la prensa. 



Magnífica ilustración e idea de J.R.Mora, para CTXT 


El secreto de la recuperación económica en España y su coste

El FMI calcula que la reducción de los costes laborales unitarios en España con respecto a la media europea ha sido superior al 10%. De esta forma, la parte de la renta que antes se iba a retribuir el trabajo ahora se destina a remuneración del capital


por Aleksandro Palomo Garrido

revista digital, CTXT

a 28/11/2018

Se cumplen diez años del fatídico 2008. Desde esa fecha ya nada ha vuelto a ser como antes. Durante los últimos años el gobierno y los expertos económicos presumieron de recuperación económica y buena gestión. ¿En realidad se ha producido una recuperación económica en España como nos dicen? Si es así, muy pocos la han vivido. Desgraciadamente para los que no la han vivido parece que la recuperación ya se está agotando y puede iniciarse un nuevo ciclo de crisis. Una década después del estallido de la gran crisis económica el triunfalismo oficial comienza a ser titubeante y empieza a vislumbrarse un nuevo declive económico.


Es cierto que entre 2014 y 2015 comenzó una recuperación de la economía española, que culminó en 2017 cuando el FMI anunció que España había alcanzado los niveles económicos previos a la crisis. La recuperación económica muestra en las gráficas lo siguiente. En 2015 el PIB creció un 3,4%, lo que significó un gran avance desde el 1,4% del año anterior. En 2016, la subida fue del 3,3%, y en 2017 se moderó hasta el 3%, demostrando una tendencia a la ralentización. Para este año se preveía un 2,7%, sin embargo los expertos empiezan a recalcularlo al 2,5%.



Los mismos indicadores que apoyaban el optimismo ahora empujan al pesimismo. Para el FMI, la recuperación se basaba en el consumo, las exportaciones y la inversión. En el caso del consumo empieza a apreciarse una caída en la demanda. El dato del consumo de los hogares, responsable por sí solo de casi la mitad del PIB, ha comenzado a recortarse en este año. La principal causa parece ser el estancamiento de los salarios y el repunte de la inflación. Si los precios aumentan y los ingresos se estancan o disminuyen, se contrae la demanda de productos y servicios. Al recorte en el gasto de los hogares también hay que sumar el descenso en la llegada de turistas en este año. El gasto que realizan los turistas también contribuye al consumo interno.



ESPAÑA Y GRECIA SON LOS DOS ÚNICOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA QUE TODAVÍA NO HAN RECUPERADO EL NIVEL DE RENTA SALARIAL QUE TENÍAN ANTES DEL ESTALLIDO DE LA CRISIS




En el caso de las exportaciones, la economía española pasó de una balanza por cuenta corriente deficitaria a obtener superávit a partir de 2013. Aunque en 2018 todavía se mantiene el superávit, la tendencia en el crecimiento ha retrocedido al nivel de 2015. La principal causa del parón en las exportaciones parece estar en la ralentización económica a nivel mundial. La depresión económica a nivel global y los ataques al comercio internacional liderados por el presidente Trump han creado una incertidumbre económica de ámbito global. La consecuencia es una disminución del comercio internacional y un descenso en las exportaciones para nuestro país. 



El último dato en unirse al retroceso es el de las inversiones. Hasta 2018 la economía vivió un  aumento constante de la inversión en los últimos años de alrededor del 5%. Durante los años de la recuperación, el mercado de valores experimentó un pequeño boom y también comenzó a formarse una burbuja financiera, de nuevo en torno al negocio inmobiliario. Sin embargo, en lo que va de año el IBEX acumula unas pérdidas del 10%. Los inversores están empezando a retirar su dinero. La causa parece estar en el brumoso panorama internacional. A los malos datos sobre el crecimiento económico a nivel mundial que ha adelantado el FMI, se unen la reciente escalada en los costes de financiación (subida de los tipos de interés en EE.UU.) y la actual guerra de aranceles. Por si esto fuera poco, la incertidumbre política aumenta en España; dentro de la UE; y en buena parte del mundo.  



A estos malos datos se suman otros como el del empleo que nunca fueron buenos. Si bien la tasa de desempleo ha disminuido desde su nivel máximo del 27% en 2013 hasta el actual 15%, sigue siendo la segunda tasa más alta de toda la Unión Europea. En España, 3,2 millones de ciudadanos siguen sin empleo. La situación es especialmente grave para los jóvenes poco cualificados y para los que llevan sin empleo durante más de un año. La tasa de desempleo sería todavía más elevada si no fuera porque numerosos españoles han dejando el país para trabajar en otros puntos de Europa e incluso en Latinoamérica. En el período más duro de la crisis, la tasa de emigración neta llegó a 250.000 personas al año, privando a la economía de una parte de los ciudadanos mejor preparados y más productivos.



Esta sangría humana, junto con el auge de la economía sumergida, explican el descenso constante de afiliados a la Seguridad Social. En lo que llevamos de año se han perdido 203.000 afiliados. Desde 2008 no se registraba una cifra peor en nuestro país. La explosión de la economía sumergida es una consecuencia directa del deterioro en la calidad del empleo. El empleo indefinido ha pasado a ser una especie en extinción. Las reformas laborales que se aprobaron en 2012 para superar la crisis, facilitando el despido de los trabajadores, son las responsables de esta situación. A eso hay que añadir que España tiene la proporción más elevada de trabajos de baja cualificación de la OCDE. El empleo de baja cualificación tiene también, obviamente, una baja remuneración. Por este motivo, en España el número de personas con empleo que viven bajo el umbral de la pobreza ha aumentado un 20% en la última década.



EL FMI CALCULA QUE LA REDUCCIÓN DE LOS COSTES LABORALES UNITARIOS EN ESPAÑA CON RESPECTO A LA MEDIA EUROPEA HA SIDO SUPERIOR AL 10%




Otro dato específico del caso español es el continuado desplome de los salarios a pesar de la recuperación económica. España y Grecia son los dos únicos países de la Unión Europea que todavía no han recuperado el nivel de renta salarial que tenían antes del estallido de la crisis. A pesar de la recuperación económica, el peso de los salarios en el PIB ha continuado cayendo en los últimos años. Y este es el verdadero secreto no confesado de la recuperación económica en España. Desde que empezó la recuperación, y hasta ahora, la contención de los salarios y la precarización de los nuevos empleos han persistido, permitiendo que creciese muy rápido el PIB sin que fuesen necesarios incrementos similares de la masa salarial.



Por tanto, España ha recuperado los niveles de producción previos a la crisis, pero a un coste mucho menor. El FMI calcula que la reducción de los costes laborales unitarios en España con respecto a la media europea ha sido superior al 10%. De esta forma, la parte de la renta que antes se iba a retribuir el trabajo (incluidas las cotizaciones sociales) ahora se destina a remuneración del capital. Esto se ha traducido en un incremento de los beneficios empresariales y las rentas del capital, que han aumentado un 6%.


Es decir, unos 40.000 millones de euros han pasado de ser salarios de trabajadores a convertirse en parte de la plusvalía de las empresas. Si a eso unimos los 77.000 millones de euros del rescate a la banca por parte del Estado, obtenemos que en una década se ha producido el mayor trasvase de riqueza desde las clases bajas a las clases altas en este país, probablemente desde la caída del Imperio Romano. La novedad es que este expolio se ha hecho de forma pacífica y bajo la tutela de un Estado democrático. Los gobiernos del PSOE y PP con Ciudadanos han sido los responsables.



Este trasvase de riqueza además supone un gran cambio estructural de la economía española. Mayor producción con menos trabajadores y menor retribución, que mejora los márgenes de beneficio y eleva las rentas del capital. En la actualidad, España se ha convertido en uno de los países europeos con mayor peso de las rentas del capital sobre el PIB. Antes de la crisis, su peso era similar o incluso inferior al del conjunto del continente, pero la crisis ha alterado el reparto de la renta nacional. Este incremento en los beneficios empresariales y la excelente rentabilidad del capital son los que han permitido que la inversión se mantuviera al alza. El descenso en los costes laborales también insufló competitividad a las exportaciones.



Pero nada es gratis y este nuevo modelo de crecimiento tiene una serie de costes que ya estamos percibiendo. En el lado económico, tenemos una demanda interna bajo fuerte presión. Los bajos salarios afectan al consumo. Esto puede ser mitigado por una expansión del crédito, pero a riesgo de provocar una crisis de deuda en el sistema. En el lado social, ha provocado una polarización de la sociedad. Mientras el 99% más pobre de la población se hunde en la miseria, el 1% más rico de los españoles vive mejor que nunca. El aumento de la pobreza genera más gasto social del Estado y coloca a las finanzas públicas al borde del abismo. ¡El Estado del Bienestar está amenazado de muerte!.


Por último, están las consecuencias políticas. La crisis económica y su falsa recuperación han provocado una crisis política en España, como no se vivía desde los años de la Guerra Civil. Al calor de la situación económica han aflorado las tensiones nacionalistas como en los mejores tiempos de las guerras carlistas. Los gobiernos autonómicos están profundamente endeudados y con un margen de maniobra muy reducido por la situación económica. Antes que perder a su electorado, algunos de estos gobiernos prefieren exigir clamorosamente una separación de Madrid excitando el nacionalismo local.


Por su parte, los partidos políticos de derecha están respondiendo al órdago con las mismas armas. Han sacado del baúl un naftalínico nacionalismo de corte franquista con el que esperan aglutinar a sus electorados en un momento de decepción y descrédito del sistema y las instituciones. Esta crisis política no augura nada bueno para España. Sobre todo si tenemos en cuenta los datos sobre la situación económica reciente que comentábamos al comienzo del artículo. Si comienza una recesión económica de larga duración como la que vivimos después de la crisis de 2008, sus efectos van a caer sobre una economía muy debilitada sin márgenes de retroceso. Y en lo político y lo social va a incrementar las tensiones en una sociedad ya muy crispada y polarizada.