Adrian Mac
Liman - Bucarest-Rumania. Analista
Internacional , corresponsal, periodista, colaborador en varios medios de comunicación y autor de varios libros,
especialmente de Oriente Medio.
Adrian Mac Liman, en su blog, Ventana al Mundo, nos ilustra de nuevo con un interesante artículo, el cual por considerar que será de interés para nuestros lectores, lo adjuntamos en el blog de fcosvi.
Adrian Mac Liman
Moscú
acusa a Washington de ocultar datos sobre la participación saudí en el 11 - S
por: Adrian Mac Liman
19/05/2016
Blog:Ventana al Mundo
Recuerdo
que a comienzos de la década de los 90 del pasado siglo, poco después de la
atomización del imperio soviético, la casa Real saudí inició un tímido
acercamiento hacia Moscú. Las gestiones diplomáticas, llevadas a cabo con suma
cautela, sorprendieron a los occidentales; para los wahabitas, Rusia había
sido, durante décadas, el reino de los apostatas, algo así como el imperio del
mal norteamericano, aunque con un tinte ideológico diametralmente opuesto. Con
razón: el país de los soviets, baluarte de la liberación del ser humano y de la
dictadura del proletariado se había convertido en la pesadilla de los príncipes
saudíes, defensores a ultranza del sistema feudal.
Sin
embargo, algo tenían en común los dos países; el sistema autocrático de
gobierno. La rivalidad ideológica dio lugar a enfrentamientos indirectos.
Arabia Saudí potenció la creación de Al
Qaeda en el Afganistán ocupado por las tropas soviéticas; Moscú jugó la baza de
la laicidad tanto en Siria como en Irak, países vecinos y enemigos del reino
wahabita.
Algo
más tenían en común Rusia y Arabia Saudita: el petróleo. Los dos rivales son…
los mayores productores de oro negro del planeta. ¿Contrincantes? Hasta cierto
punto: los dos enemigos estaban llamados a entenderse. A los inevitables roces
se sumaba la preocupación por el reparto de cuotas de producción y de
comercialización de los crudos. Para ello, hacía falta un entendimiento. Así se
explica la operación sonrisa protagonizada por la Casa Real saudí tras la
desintegración de la URSS.
Pero
Moscú tenía otros intereses estratégicos en Oriente Medio. Su relación
privilegiada con el Irán de los ayatolás no era del agrado de la monarquía
wahabita. Los iraníes, chiitas, encarnaban el mayor peligro para el Islam
sunita, que los saudíes se enorgullecían de liderar. Mas en este caso concreto,
el contencioso no es meramente religioso; Irán y Arabia se disputan la primacía
militar en la región. Rusia suministra misiles y aviones de combate al ejército
de Teherán; Norteamérica se vuelca en ayudar militarmente a las fuerzas armadas
saudíes. Una situación que obliga a los estrategas a llamar la atención sobre
el peligro de la carrera armamentista en la región.
La
guerra de Siria ha acentuado aún más las diferencias. El apoyo ruso al régimen
de Bashar el Assad y los ataques aéreos contra las milicias financiadas y
entrenadas por los saudíes irritan sobremanera a la Corona saudí. Sin embargo,
un operativo bélico contra Rusia queda descartado. Aun pensando en una posible
alianza estratégica con Turquía, cuya clase dirigente parece propensa a
coquetear con la idea. Pero el país otomano forma parte de la OTAN y la Alianza
Atlántica no desea, al menos de momento, un enfrentamiento directo con Moscú.
Queda,
pues, la guerra del petróleo, un conflicto en el cual ambas potencias
productoras de oro negro prefieren actuar con exquisita prudencia. De hecho,
Rusia y Arabia Saudita, preocupados por el levantamiento de sanciones impuestas
hace una década a Irán, se comprometieron hace unas semanas a congelar la
producción de crudos, con el fin de mantener la cotización del petróleo en los
mercados mundiales. A veces, los peores enemigos pueden convertirse en fieles
aliados.
Pero
el combate sigue. Ante la avalancha de acusaciones – verídicas o falsas –
vertidas por la maquinaria de propaganda occidental, Rusia optó por
contraatacar a los estadounidenses buscando el talón de Aquiles de sus más que
dudosos aliados. La pasada semana, los medios de comunicación moscovitas
revelaron la existencia de un polémico informe secreto elaborado por la
Comisión de Investigación de los atentados del 11-S en el que se destaca el
papel desempeñado por algunos adinerados saudíes residentes en suelo
norteamericano en la preparación de los trágicos eventos. El documento, que
resume los 80.000 informes del FBI,
cuenta con 850 páginas. En una treintena de páginas confidenciales
figuran los nombres de los sospechosos, así como datos concretos relacionados
con la trama. La CIA advirtió que la
desclasificación de estos documentos podría provocar el enfado de los saudíes,
quienes amenazaron con vender 750.000 millones de dólares en activos
estadounidenses si la justicia americana da luz verde a la revelación de datos
sumamente comprometedores.
La
prensa moscovita nos deja con la duda: ¿qué oculta la aparente inquebrantable
amistad entre Washington y Riad? Conviene señalar que el príncipe Turki al
Faysal, el hombre que montó el operativo islamista en Afganistán, acabó su
carrera política como embajador del Reino de Arabia Saudí en los Estados
Unidos. ¿Simple casualidad?