Antonio Robles, Profesor de filosofía y Ciencias
de la Educación por la Universidad de Barcelona,
y en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, Periodista, articulista,
escritor, profesor de filosofía y exdiputado del Parlament de Catalunya. Abandonó la actividad política de partido,
para dedicarse a la labor de escritor y articulista.
Antonio
Robles, publica en el diario digital Crónica
Global, un artículo de opinión, a nuestro criterio, acertado. Por
considerar que puede ser de interés para los lectores de el blog de fcosvi, lo
adjuntamos en el mismo.
Antonio Robles
El
Sofisma del matrimonio entre España y Cataluña
Por: Antonio Robles
a 17/05/2016
Crónica Global
Vuelta
la burra al trigo. Esta vez ha sido nuestro presidente circunstancial; Carles Puigdemont, a cuenta del cuento
de la independencia: "En un
matrimonio sin igualdad, lo más civilizado que hay es la separación".
Es lo más ocurrente que se le ha ocurrido tras su regreso con el rabo entre las
piernas de Europa.
El
sofisma es tan evidente, como la mala fe utilizada para persuadir a la buena
gente de la legitimidad de la ruptura.
¡Qué cansado es hacer de Sísifo! España
y Cataluña no son un matrimonio, un
matrimonio es la unión de dos personas, no de 47 millones. Uno se puede separar de su pareja, no del resto de
individuos de la sociedad. Cataluña
y España no son personificaciones
con vida y sentimientos capaces de obrar y decidir con voluntad propia, ni los 47 millones de ciudadanos individuales
y libres que las forman son meras células de dos únicos cuerpos. Confunden la
capacidad de dos personas individuales para decidir sobre sus vidas con la de
millones de personas cuyas cuitas personales son distintas entre sí, e
imposibles de reducirse a dos voluntades enfrentadas. El que haya un número
determinado de ciudadanos insatisfechos con su pertenencia a España no les da derecho a suponerse la
encarnación de Cataluña y, por ende,
con capacidad para divorciarse de España.
España y Cataluña no son un matrimonio, ni son el padre y la madre, tampoco
una familia, sino un Estado único
formado por un puzle de ciudadanos libres e iguales. Así que en este falso
matrimonio tienen voz y voto 47 millones
de españoles. En ellos, en cada uno de ellos, reside la soberanía nacional. De
ahí que parte alguna pueda recurrir al divorcio para solucionar lo que sólo
pertenece al debate de ideas que el sistema democrático gestiona dentro del
derecho positivo. Quien aun así insista en el divorcio, habrá de pensar en
separarse de cada uno de los 47 millones.
Y pagar las minutas de tanto buscapleitos.
No
es ocurrencia original, sino habitual. Alfred
Bosch ya lo recomendó en el Congreso
de los Diputados en 2014: "Es mejor pasar del matrimonio gruñón a la
amistad". Con el mismo poso victimista que plasmó Isona Passola poco después en el publirreportaje; L'Endemà.
Su subtítulo es revelador: "Respuestas
para decidir". La cultura al servicio de la propaganda.
Isona Passola traza en ese engendro filmado a una
pareja de jóvenes casados en trance de separación como metáfora de la ruptura
de España y Cataluña, y el divorcio como solución más civilizada. Por supuesto,
el hombre es España, la chica; Cataluña. No podía ser de otra manera,
él es el machista, intransigente, cazurro, autoritario, derrochador,
irresponsable, el acosador incapaz de enfrentarse a la vida por sí mismo. Ella,
por el contrario, es la chica incomprendida, la mujer valiente, racional,
moderna y comprensiva, segura de sí misma y capaz de enfrentarse al futuro. Él
no quiere el divorcio, ella sí; él la considera propiedad suya, ella le invita
a ser libre y autónomo. La puta historia de siempre: un juego entre víctimas y
verdugos donde estos siempre son los otros. Tras las palabras de Puigdemont se adivinan esas
insinuaciones malsanas que justifican la inevitable ruptura. En Cataluña, entre el secesionismo no se
da puntada sin hilo. Viven de eso.
Son
sofismas que se repiten una y otra vez aunque se desmientan con lucidez o
hechos. Ahí tienen los 16.000 millones
de euros que nos roba España
según Junqueras, a pesar de los
datos empíricos aportados por Josep
Borrell en el libro 'Los cuentos y las cuentas de la independencia',
que los desmienten.
El
fin justifica los medios. A esto se reduce la ; “revolució dels somriures”. En Cataluña, algún día, habrá que devolver
al lenguaje su función, es decir, la concordancia entre el concepto y la cosa.