sábado, 27 de octubre de 2018

Secesión y votos

El diario, La Razón, en sus columnas de opinión adjunta un  artículo firmado por Carlos Rodríguez Braun, ( Buenos Aires-1948). Licenciado en economía en la Universidad Católica Argentina, por su tendencia ideológica  de izquierdas tuvo muchos problemas en un con una dictadura militar, por lo cual decidió salir del País y afincarse en España (1977) en donde se Doctoró  en Ciencias Económicas, es Catedrático de Historia del Pensamiento Económico de la  Universidad Complutense de Madrid  y Profesor del Máster en Economía del Centro OMMA y del Máster Oficial en Periodismo El Mundo.

Carlos Rodríguez Braun es colaborador en distintos medios de comunicación, entre ellos, La Razón, diario que publica su articulo, el cual lo encontramos acertado, y de todo el escrito,  desde elblogdefcosvi quisiéramos destacar toda una verdad :"La cruda realidad es que la democracia ha llegado a significar que se puede votar cualquier cosa ", así como el último parágrafo del mismo.

Escrito que adjuntamos al elblogdefcosvi por considerar que será del interés de nuestros lectores. 


Carlos Rodríguez Braun 




Secesión y votos

por: Carlos Rodríguez Braun

diario, La Razón  

27/10/2018 


Un argumento que suelen esgrimir los soberanistas es que el pueblo les apoya. Si somos demócratas, ¿cómo oponerse a la voluntad popular? Ante esta afirmación, al parecer incuestionable, los no independentistas suelen recurrir a una réplica peligrosa, porque dicen: los partidarios de la secesión no son la mayoría.

Y es verdad, las últimas elecciones en Cataluña probaron que los votos de los no independentistas superaron a los de los independentistas. Pero ¿y si algún día sucede lo contrario? ¿Bastaría la mitad más uno de los votos para segregar un territorio de la nación española? Los nacionalistas proclaman que por supuesto que sí. Y los no nacionalistas se encuentran ante la tesitura de alegar que el derecho de secesión no existe, y por tanto no se puede votar, o que requeriría una mayoría más abrumadora. Esta última opción, asimismo, es matizable, porque abre la cuestión de quiénes integran esa gran mayoría: si solo los del territorio que pretende separarse, o los de el país en su conjunto. E incluso en este caso cabría la discusión sobre cómo se conforman las mayorías. Arcadi Espada sostuvo: «Una constitución debería prohibir cualquier política secesionista que no incluyera el acuerdo de todos los ciudadanos que firmaron en su día el pacto constitucional».

Simpatizo con la idea de haya ciertas cuestiones cuya relevancia exija grandes mayorías o incluso, como apunta Espada, la unanimidad. Lo malo del asunto es que la evolución de la democracia en el mundo ha ido recortando el ámbito de esas «ciertas cuestiones» a mínimos históricos. La cruda realidad es que la democracia ha llegado a significar que se puede votar cualquier cosa, y que la mayoría simple suele bastar para que cualquier cosa sea aprobada. De hecho, la expansión del estado de bienestar y los recortes de los derechos y libertades de los ciudadanos no habrían podido producirse si las reglas democráticas fueran más estrictas a la hora de votar. Pero cada vez se puede votar cada vez más asuntos con cada vez menos restricciones.

Esta es la última prueba de que el crecimiento del propio Estado ha conspirado paradójicamente contra la unidad de la nación, y que esta unidad sería favorecida si se limitara el ámbito democrático que ha facilitado el crecimiento del Estado.