viernes, 14 de marzo de 2014

Algunas cuestiones sobre Ucrania

El periódico digital; El Inconformista digital, publica un interesante artículo de Francesc Sánchez, sobre la actualidad en  Ucrania.


Algunas cuestiones sobre Ucrania
por Francesc Sánchez
14-03-2014

Desde que los infantes de marina rusos tomaron la península de Crimea prácticamente sin pegar un solo tiro han empezado las voces de alerta en los países de Europa del Este que forman tanto parte de la Unión Europea como de la OTAN. Nos recuerdan continuamente la anexión que llevaron a cabo los alemanes de la región checoslovaca de los Sudetes (con la aquiescencia de Francia y la Gran Bretaña en la Conferencia de Munich) y de Austria (el famoso Anschluss) en los prologuémonos de la Segunda Guerra Mundial. Temen o se les hace temer una invasión militar rusa no solo en Ucrania si no en las Repúblicas Bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) donde hay minorías rusas (sin nacionalidad en muchos casos) y hasta en los países que formaban parte del Pacto de Varsovia (Polonia, Chequia, Eslovaquia, Rumania, y Bulgaria). Entonces, continuando con la equiparación histórica, Putin es Hitler y su partido es el nacionalsocialista. Lo que nos lleva irremediablemente hacia una Tercera Guerra Mundial. Creo conveniente recordar que los neonazis de Svoboda (Libertad) han sido parte de la vanguardia en la revuelta de Kiev y que ahora forman parte del nuevo gobierno. También que la Segunda Guerra Mundial, ciertamente tuvo esos prolegómenos previos a la invasión de los alemanes de Polonia que antes mencionábamos, pero la prueba de fuego, la antesala, fue la guerra civil española, en la que los italianos y los alemanes enviaron divisiones de soldados enteras y escuadrillas completas de aviones para combatir al gobierno legítimo de la República, que a su vez estaba asistido tanto por el armamento soviético como por miles de milicianos extranjeros integrados en las Brigadas Internacionales. Todo mientras las democracias europeas (Francia y la Gran Bretaña) no movieron un dedo por no querer verse envueltos en un conflicto de grandes proporciones que finalmente les llegó igualmente.

Se nos dice también que Putin con su incursión en Crimea ha iniciado la fragmentación territorial en las regiones del Este y el Sur de Ucrania, en donde se habla el ruso, sin tener en cuenta que la ruptura entre el pueblo ucraniano la llevaron a cabo los líderes de la oposición en Kiev cuando usurparon el poder. Es decir cuando la Ucrania silenciosa callaba no contaba para nada y cuando esta no reconoce el nuevo gobierno de Kiev, por cómo ha llegado al poder y por no representarles, pone en peligro la unidad de la patria y se teme a una guerra civil, en la que Putin sería uno de los responsables por haberles incitado. Esto me suena. Me recuerda a que desde que se inició el conflicto los líderes de la Unión Europea presionaron al presidente Víctor Yanukóvich mientras incitaban y apoyaban a los líderes de la oposición en la revuelta. Esto es tan evidente que tanto la Unión Europea como Estados Unidos, mientras Yanukóvich y Putin hablan de golpe de estado, han reconocido al nuevo gobierno y le han dado todo tipo de asistencia (desde la promesa del famoso Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, que provocó la crisis cuando Yanukóvich decidió acercase a la Unión Aduanera con otras ex repúblicas soviéticas liderada por Rusia, a un rescate económico por parte del Fondo Monetario Internacional). 

En esta crisis también se ha prodigado mucho el más que supuesto genocidio que soportaron los ucranianos entre 1932 y 1933 tras la puesta en marcha de un plan de colectivizaciones impulsado por Stalin para neutralizar la nacionalidad ucraniana que sumió en la muerte por inanición entre un millón y medio y diez millones de personas. A esto los ucranianos lo llaman el Holodomor que significa precisamente "matar de hambre". Los detractores de esta hipótesis argumentan que las hambrunas fueron provocadas por los kulaks, los campesinos con más tierras, cuando éstos habrían acaparado y destruido tanto las cosechas como el ganado para hacer fracasar el proceso de colectivizaciones. No es nada increíble que el georgiano Stalin llevara a cabo este genocidio contra los ucranianos porque entre otras cosas también lo llevo a cabo contra los propios rusos. De hecho su sucesor, el ucraniano Jrushchov, el que precisamente cedió Crimea a Ucrania en 1954, una de las primeras cosas que hizo fue criticar y condenar duramente el abuso de poder y las purgas de Stalin. Lo que sucede es que el Holodomor está gravado a fuego en parte de los ucranianos y es utilizado políticamente para oponerse a todo aquello que tenga que ver con Rusia. No sucede lo mismo con las matanzas que llevaron a cabo los nazis contra los ucranianos en la Operación Barbarroja durante la Segunda Guerra Mundial (se llegó literalmente a arrasar Kiev) porque hubo muchos que formaron parte de unidades del Tercer Reich, y porque, la Alemania de hoy lidera una Unión Europea que defiende, visto los hechos, una identidad ucraniana que renuncia a parte de su pasado y se opone a Rusia, porque es una competidora que se ha convertido de nuevo en adversaria. 

Porque no son menores en este conflicto los factores económico, energético y militar. Ucrania es un mercado apetecible para las multinacionales de la Unión Europea y los Estados Unidos en un momento de crisis económica. La liberalización de sectores clave y la privatización de empresas públicas siempre han sido un gran negocio. Solo las grandes empresas en pérdidas o en bancarrota se nacionalizan. Este país puede ser también la puerta de entrada a otros mercados en Asia central. En cuanto a lo energético viene bien recordar que por el territorio ucraniano pasan los principales gasoductos procedentes de Rusia que calientan media Europa. Las disputas entre rusos y ucranianos por el precio del gas y por el robo de estos últimos ya supusieron hace unos años un corte de suministro. En una agudización del conflicto Rusia podría volver a cortar el gas. No olvidemos tampoco que en Ucrania siguen estando los restos de las centrales nucleares soviéticas que tristemente recordamos por la catástrofe nuclear de Chernobil (otro motivo de contrariedad). Militarmente hablando Rusia, desde los atentados del 11 de Septiembre de 2001, está rodeada de bases estadounidenses y no quiere tener a sus puertas un nuevo miembro de la OTAN, menos en el mismo territorio en donde tiene la base de la flota del Mar Negro. Desde entonces se fueron reproduciendo, como apuntaba en otro artículo, toda una serie de revoluciones de colores con apoyo estadounidense, que con motivos más o menos importantes, fueron intercambiando gobiernos cercanos a Moscú por cercanos a Washington. El actual conflicto en Ucrania, como sucedió también antes en Georgia, es la respuesta rusa a lo que considera una amenaza a sus propios intereses. 

Cualquier pueblo debería de poder elegir su presente político. Esto sucedió en Europa tras el hundimiento de los imperios centrales al ser derrotados durante la Primera Guerra Mundial por los aliados cuando multitud de pueblos siguiendo los famosos catorce puntos del presidente norteamericano Woodrow Wilson se auto determinaron y emergieron como naciones (los pueblos colonizados por las potencias imperialistas europeas tuvieron que esperar su turno tras la Segunda Guerra Mundial). En cuanto a decidir los pueblos su sistema económico o social siempre ha sido más arriesgado. Hace algunos años asistimos a la autodeterminación de los kosovares que amputaron una región histórica a la República de Serbia, y más recientemente a la de los sudaneses del sur, ambos casos con el soporte de los norteamericanos (en Kosovo los estadounidenses situaron dos importantes bases militares y en el Sudán del Sur han pesado mucho las prospecciones petrolíferas). Pero los que creen en el estado nación compuesto por una sola etnia se hayan en un problema bien gordo porque raramente existe esa homogenización cultural en ningún lugar. Entonces es cuando levantando la bandera democrática quieren imponer al resto unos propósitos políticos para homogenizar culturalmente la nación. Nos hablan del derecho de la mayoría que se impone a unas minorías silenciosas que llevan viviendo en muchos casos cientos de años en un mismo territorio que se conforman con cualquier cosa como si fueran menores de edad. Bien, pues en Ucrania se ha visto que esto ha fracasado estrepitosamente al menos en la mitad del país que está ligado cultural e históricamente a Rusia, y si en Crimea se juega también a la supremacía étnica y cultural rusa asistiremos también a un nuevo fracaso. Parece que no hayamos aprendido nada de las guerras de los Balcanes en las que los comunistas tras el hundimiento del socialismo real en todo el continente de la noche a la mañana se convirtieron en fervientes nacionalistas excluyentes que empezaron a matarse entre sí. En el pasado en el continente europeo se vivió tras múltiples guerras un proceso de secularización religiosa del estado y la promulgación de la libertad de culto, ahora se hace perentorio, allá donde existen diferenciaciones culturales históricas en base a la cuales se articula un discurso político excluyente, una nueva secularización del estado, en este caso cultural, que defienda las especificidades integrándolas pero que anteponga al mismo tiempo el derecho de la ciudadanía compartida a lo étnico, en la que todos contemos y nos sintamos a gusto como personas.