Independentismo en acción
La desobediencia, cuando se convierte en rutina, como es el caso, sirve para apuntalar la idea fundamental: que en Cataluña, antes de cumplir los mandatos de la ley española, se ponderan en el marco de sus intereses.
por: Iñaki Gabilondo
a, 20/03/2019
Es un pulso sin tregua. Pedro Sánchez apostó por la desinflamación del conflicto, pero por lo que se ve, aquí no rige el principio de reciprocidad. La conducta de Quim Torra en todos y cada uno de los casos está dictada por un único principio; reconocer solamente las instituciones catalanas. Los representantes del Estado, del rey para abajo, han de percibir en toda circunstancia su condición de forasters, desprovistos de autoritas y con potestas que se discute hasta donde se pueda, y un poquito más.
Torra retirará de los edificios oficiales los lazos amarillos y las esteladas solo si le lo ordena el Sindic de Greuges, el defensor del pueblo catalán. La Junta Electoral Central es para él un cuerpo extraño, sus órdenes son humo. Torra, al que apoya Esquerra, convierte en libertad de expresión el incumplimiento de la exigida neutralidad de campaña. En cada incidente, el mismo pulso. La desobediencia, cuando se convierte en rutina, como es el caso, sirve para apuntalar la idea fundamental: que en Cataluña, antes de cumplir los mandatos de la ley española, se ponderan en el marco de sus intereses. Eso es independentismo en acción. Paso a paso.