Adrian Mac Liman, en su bloc Ventana
al Mundo, de nuevo nos ilustra dado su amplio conocimiento, con un interesante
artículo de opinión, sobre la Guerra Fria, la cual él, la califica muy acertadamente de "calentita". Articulo el cual consideramos que puede ser del interés de
nuestro lectores, por ello lo adjuntamos en elblogdefcosvi
Adrían Mac Liman
El
despertar del oso ruso
por: Adrian Mac Liman
16/09/2016
Blog: La Ventana al Mundo
Tenemos un nuevo enemigo. El enemigo
está en el Sur; es el Islam. Eran palabras de un flamante ministro de defensa
de la OTAN. Una declaración directa, contundente, inequívoca, acorde con la
retórica del comandante en jefe de la Alianza Atlántica en el Viejo Continente,
quien no dudaba en identificar el integrismo islámico, la inmigración
procedente del Norte de África y el terrorismo como factores de inestabilidad
en el Mediterráneo.
Sucedió allá, por los años 90 del
pasado siglo, tras la caída del Muro de Berlín y el desmembramiento del imperio
soviético. Occidente buscaba un contrincante, una amenaza susceptible de
sustituir al desarmado oso ruso, la pesadilla de la Guerra Fría, el fantasma
cuyo parte de defunción habían firmado, tal vez precipitadamente, Washington y
Bruselas. Sin embargo, el oso ruso seguía vivo; sólo había entrado en una larga
fase de hibernación.
De todos modos, Occidente optó por
centrar sus baterías en el combate contra el peligro verde (léase, color
Islam), descuidando aparentemente el proceso de decadencia del adversario
moscovita.
Pero las apariencias engañan.
Mientras a la opinión pública se le proporcionaba continuamente el serial
televisivo Al Qaeda – Bin Laden – Saddam Hussein – Irán – Estado Islámico,
ideado, financiado y promovido por los poderes fácticos del mundo occidental y
sus moderados aliados musulmanes, los comandos especiales del pensamiento
atlantista se dedicaban a colocar cargas explosivas en Ucrania, Georgia y
Moldova, territorios situados en los confines de Rusia. No se trataba, en
realidad, de un trabajo de francotiradores; todo formaba parte de la operación
tenazas, un plan de choque destinado a poner cerco a la frontera occidental del
antiguo imperio de los zares. La progresión continuó hasta el año 2014, cuando
el Gobierno pro ruso de Kiev fue derrocado por las fuerzas democráticas
apoyadas por Washington y Berlín. Moscú reaccionó, enviando tropas al Este de
Ucrania. El inesperado movimiento del Kremlin provocó la ira de la Unión
Europea, empeñada en denunciar la flagrante violación del Derecho
internacional. Tres semanas después, la península de Crimea y la ciudad de
Sebastopol proclamaron su independencia de Ucrania y la integración, acto
seguido, a Rusia. ¡El oso se había despertado!
Lo que siguió después es harto
conocido: acercamiento de Moscú a Pekín, reactivación de la alianza BRICS,
asociación de los principales economías emergentes de Asia, África y América
Latina, cooperación tecnológica y estratégica de Rusia con Irán, Paquistán y…
Turquía y abandono progresivo del dólar (y del euro) como moneda de referencia. Sin olvidar, claro
está, la creciente presencia militar rusa en Siria, así como una serie de
maniobras militares, calificadas de ofensivas por los estrategas de la OTAN.
Nosotros no mandamos brigadas de carros de combate a la frontera con los
Estados Unidos, replica Vladimir Putin.
Hace meses, advertíamos sobre el
inminente reinicio de la Guerra Fría. Los síntomas no engañan. Recientemente,
el rotativo Washington Post señalaba que los servicios de inteligencia
estadounidenses desvían un 10 por ciento de los fondos destinados a la lucha
contra el terrorismo para recabar información sobre Rusia. Sus prioridades:
incrementar el número de agentes en Europa oriental, vigilar los sistemas de
satélite, neutralizar el espionaje cibernético. De hecho, el tema del espionaje
ruso centró la campaña presidencial de
Hillary Clinton y Donald Trump. Con argumentos rocambolescos, eso sí, dignos de
las películas de espías producidas en Hollywood a mediados del siglo
pasado. Una época en la que,
recordémoslo, más del 40 por ciento del personal de los servicios de
inteligencia estadounidenses se dedicaba a vigilar al mundo soviético.
Estiman los analistas
norteamericanos que en la actualidad la agencia de información exterior rusa; SVR, heredera de la KGB, cuenta con
alrededor de 150 agentes en los Estados Unidos. Los espías rusos están
presentes en Washington, Nueva York, San Francisco y otras grandes urbes. Por
su parte, la CIA tiene varias decenas de agentes en Rusia y también menos de un
centenar en Europa oriental y los países bálticos. Pocos, según los medios de
comunicación estadounidenses, para afrontar la arrogancia del oso Putin.
Subsiste el interrogante: ¿espionaje
o espionítis? Tal vez la respuesta sea: Guerra Fría... algo recalentada.