Javier Cercas (Cáceres, 1962), crecido en Catalunya,
viviendo muchos años en Barcelona y
en Girona. Licenciado en Filología hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona y
posterior doctorado en la misma Universidad. Trabajó durante dos años en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign(
EE.UU) Universidad que es un centro
de estudios focalizado en la investigación de tecnología de avanzada. Ejerció
de profesor de literatura española en la Universidad
de Gerona.
Javier Cercas es escritor,
traductor y columnista para diversos periódicos, siendo colaborador habitual del
prestigioso diario El País y de su
suplemento dominical. Autor de varias
obras, destacándose su exitosa novela
del año 2001: Soldados de Salamina, obra que está presente en varios países y
traducida en varios idiomas, convirtiéndole
en un escritor mundialmente reconocido. Obra que fue pasada al cine, bajo la
dirección de David Trueba.
Javier Cercas escribe un muy interesante artículo de opinión en el diario El País, articulo que adjuntamos en
nuestro blog; elblogdefcosvi por considerar que será del interés de nuestros
lectores, principalmente el apartado en forma de pregunta dirigida a los señores;
Pujol, Roca y Mas, así como a
las organizaciones políticas; ERC y CUP, que no es otra que; “si comparten
las ideas del señor Torra ?”. Lógicamente,
la respuesta por lo que respecta a la opinión del elblogdefcosvi, dudamos se produzca,
es más de producirse será siempre en signo de justificación, de minimizar y de
acusar a todos los otros de todavía más.
Entra en lo que a nuestro criterio consideramos que los de la argucia
política disfrazada de independencia y de todo lo que haga falta y más, nunca
han considerado a la ciudadanía catalana, pues de haberla considerado nunca la
hubieran utilizado y engañado, por lo tanto sobre los muy, a nuestra opinión, execrables pensamientos publicados del electo Presidente señor Torra, tampoco consideraran a la ciudadanía, pasaran un tupido velo sobre a tanta viga en
propio ojo, de ser además…. “dels
nostres”.
Nota: Una de las imágenes finales, la fotografía ya proclamado el señor Torra,
Presidente de la Generalitat posando con ex presidentes
del Parlamento de Catalunya, más el ex Presidente de la Generalitat señor Mas, todos nacionalistas e independentistas y además el
socialista ex Presidente de la Generalitat
señor Montilla. Todos poseyendo el
conocimiento de la forma de pensar,
entre las muchas, la del insultante anti españolismo del señor Torra.
Fotográfica que en mi opinión, afecta principalmente a la imagen con la presencia del señor Montilla, hace daño. Como también hizo daño la imagen del apretón de manos de algunos cabezas de lista de
determinados grupos políticos.

Diario El País,
Opinión
¿Representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al
independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del nacionalismo
tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo predicaba en
Cataluña?
Pesadilla en Barcelona
Por: Javier Cercas
15/05/2018
Repitámoslo una vez más, a ver si
repitiéndolo acabamos de creerlo: Joaquim
Torra, flamante presidente de la Generalitat,
es un entusiasta de Estat Català, un
partido fascista o parafascista y separatista que en los años treinta organizó
milicias violentas con el fin de lanzarlas a la lucha armada; también es un
entusiasta de sus líderes, en particular de los célebres hermanos Badia, dos terroristas y torturadores a
quienes, como recordaba Xavier
Vidal-Folch en este periódico, el señor Torra calificó como “los
mejores ejemplos del independentismo”. La palabra “entusiasta” no es, como
se ve, exagerada. Hace apenas cuatro años, en un artículo titulado, Pioneros de la independencia y
publicado en el diario El Punt Avui,
el señor Torra escribía refiriéndose
a Estat Català y a Nosaltres Sols!, una corriente de Estat Català nacida en torno a una red
paramilitar clandestina: “Y hoy que el
país ha abrazado lo que ellos defendían desde hace tantos años, me parece de
justicia recordarlos y agradecerles tantos años de lucha solitaria. ¡Qué
lección, qué bellísima lección!”.
Todo lo anterior es más o menos
conocido; no lo es tanto, en cambio, que el partido venerado por el señor Torra sobrevivió a la Guerra Civil y el
franquismo y revivió durante la Transición. Así, la hemeroteca de la Universidad Autónoma de Barcelona
conserva un cuaderno firmado por Nosaltres
Sols! que, según el historiador Enric
Ucelay-Da Cal, se publicó en torno a 1980.
Está escrito en catalán, consta de ocho páginas mecanografiadas, se titula; Fundamentos científicos del racismo y
concluye de esta forma: “Por todo esto
tenemos que considerar que la configuración racial catalana es más puramente
blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el
aspecto racial”. Cambiando “alemán” por “catalán” y “español” por “judío”,
estas palabras las hubiera firmado cualquier ideólogo nazi de pacotilla: ¿son
ellas la lección, la bellísima lección que, según el señor Torra, debemos aprender los catalanes de sus admirados pioneros
independentistas? La respuesta sólo puede ser sí, al menos a juzgar por los
artículos y tuits que el señor Torra
ha escrito en los últimos años y que hemos conocido con incredulidad estos
últimos días, en los que los españoles aparecen sin falta como seres
indeseables, candidatos a ser expulsados de Cataluña (“Aquí no cabe todo
el mundo”, escribió en 2010,
refiriéndose a dos socialistas catalanes con apellidos españoles).
El nuevo presidente de la Generalitat es un entusiasta de Estat Català,
un partido fascista
En su primera entrevista como
candidato, el señor Torra declaró
sobre esas porquerías xenófobas: “Pido
disculpas si alguien las ha entendido como una ofensa”. ¡Pero, hombre de
Dios, cómo se le ocurre! ¿Quién en su sano juicio consideraría una ofensa que
se le califique de sucio, fascista, violento y expoliador, como hace usted en
sus textos con millones de personas? Y ahora la pregunta se impone: ¿representa
el señor Torra, con su xenofobia
salvaje, al independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del
nacionalismo tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo
predicaba en Cataluña y que tantos
nos creímos durante años (aunque no fuéramos nacionalistas)?
Uno entiende muy bien que el
señor Puigdemont y tres o cuatro insensatos
como él compartan las ideas del señor Torra,
pero ¿las comparte también el PDeCAT,
la antigua Convergència de Pujol y Roca y Mas? ¿Las
comparten ERC y la CUP, partidos que dicen ser de
izquierdas? Y, si no las comparten, ¿cómo es posible que hayan permitido con
sus votos que este señor sea presidente de Cataluña?
Porque no es que el señor Torra no
merezca ser presidente de la Generalitat;
es que no merece ser representante político de nadie, y los partidos catalanes
que conservan un mínimo de cordura y dignidad hubieran debido exigir su
inmediata dimisión como parlamentario. ¿Cuánto hubiera durado en su escaño un
diputado de cualquier parlamento español que hubiera escrito sobre los
catalanes las brutalidades que ha escrito este señor sobre los españoles y
hubiera expresado hace cuatro días su entusiasmo por Falange, el equivalente
español de Estat Català?
Los partidos que conservan un mínimo de cordura hubieran debido exigir
su dimisión
Hasta aquí, el asco y la
vergüenza; ahora viene el miedo. Porque el señor Torra ha prometido en el Parlamento
catalán hacer exactamente lo mismo que, en nombre de la democracia y sin el
más mínimo respeto por la democracia, hizo su antecesor en la presidencia de la
Generalitat, lo mismo que en otoño
pasado llevó a Cataluña, tras el
golpe desencadenado el 6 y 7 de septiembre, a vivir dos meses de locos durante los cuales el país
se partió por la mitad y quedó al borde del enfrentamiento civil y la ruina
económica (una ruina que algunos economistas consideran en voz baja difícil de
evitar: una muerte lenta). Por supuesto, este xenófobo entusiasta de un partido
fascista o parafascista y violento se halla en condiciones de cumplir su
ominosa promesa, porque a partir de su toma de posesión tendrá en sus manos un
cuerpo armado compuesto por 17.000 hombres, unos medios de comunicación
potentísimos, un presupuesto de miles de millones de euros y todos los medios
ingentes que la democracia española cedió al Gobierno autónomo catalán, además
de cosas como la educación de decenas de miles de niños. Dicho lo anterior,
sólo puedo añadir que me sentiría mucho más tranquilo si el presidente de la Generalitat fuera un paciente escapado
del manicomio de Sant Boi con una
sierra eléctrica en las manos.
A veces la historia no se repite
como comedia, según creía Marx, sino
como pesadilla; es lo que está ocurriendo ahora mismo en Cataluña. El señor Torra
lleva razón en una cosa: de un tiempo a esta parte, todo el nacionalismo catalán
y dos millones de catalanes parecen haber abrazado las ideas que en los años
treinta defendían Estat Català y Nosaltres Sols!; la mayoría de los
separatistas no lo saben, claro está, pero eso explica que nuestro nuevo
presidente sea el señor Torra. O dicho
de otro modo: ayer tomaron el poder en Cataluña
aquellos a quienes la mayor parte del nacionalismo catalán, desde los años
treinta hasta hace muy poco, consideraba extremistas peligrosos, cuando no
directamente descerebrados. En estas circunstancias, no sé si merece ya la pena
pedir ayuda a un Gobierno español
que ni siquiera ha sido capaz de explicar a la opinión pública europea qué es
lo que está pasando en Cataluña; se
la pido al Estado democrático, a los
europeos, a los españoles y a los catalanes de buena fe —incluidos los
separatistas catalanes de buena fe—: hay que parar esta pesadilla.