Carlos Jiménez Villarejo, ex Fiscal de la Audiencia Territorial de
Barcelona, ex Fiscal jefe de anticorrupción, cofundador de Justicia
Democrática. Autor de varios libros, articulista, didáctico y político ocasional
con vocación de servir. Miembro de ACNUR
(agencia de la ONU, para los refugiados), miembro de Federalistas de Esquerra.
Carlos Jiménez Villarejo, comprometido con los
derechos humanos. Persona a la cual escuchar o leer sus artículos de opinión, es siempre resultado
de adquirir conocimiento. Por lo cual entendiendo que su artículo publicado en el prestigioso diario El País, el pasado día 6, puede ser de
interés para nuestros lectores, lo adjuntamos en elblogdefcosvi
Carlos Jiménez Villarejo
Ofensa al Tribunal
"Las concentraciones de apoyo a Mas
ante el Tribunal Superior, de signo claramente coactivo, suponen un gravísimo
abuso de poder y un intento de presionar a los magistrados"
Por: Carlos Jiménez Villarejo
04/02/2017
04/02/2017
Hace tiempo dije que “desde
cualquier vertiente que se examine, el la consulta del 9-N es incompatible con
las exigencias de un Estado Democrático de Derecho”. Semanas después se
iniciaron acciones penales contra sus responsables políticos por diversos
delitos, que fueron resueltas en el Tribunal Superior de Justicia por seis
magistrados de acreditada competencia y amplio espectro ideológico (uno de
ellos había sido elegido por el Parlament a propuesta de CiU). El Tribunal
dictó un auto en el que razonadamente admitía a trámite las denuncias y
querellas presentadas limitándolas, en principio, al delito de desobediencia
grave a la autoridad, representada por el Tribunal Constitucional, que el 4 de
noviembre había suspendido la convocatoria de la consulta y de todos los actos
derivados de la misma.
Podrá discutirse o no si el tiempo
transcurrido desde la apertura de la causa ha sido excesivo, lo que en modo
alguno afecta al núcleo de los hechos que la han motivado. Pero, lo que en
ningún caso es admisible es que el Gobierno catalán haya tenido un
comportamiento de ofensa y menosprecio hacia el Tribunal. Calificar las
citaciones de “juicio político” y “anomalía democrática” supone tachar al
Tribunal de prevaricador en la medida en que se le atribuye una motivación y
finalidad espuria, de inspiración política. Era y sigue siendo una acusación
vejatoria y mucho más si procede de dirigentes políticos que utilizan
torcidamente su legitimidad democrática para defender intereses personales y
buscar la impunidad. Actúan como una “casta” política que descalifica al Poder
Judicial sabiendo que este tendrá que soportar el ultraje en silencio.
Ello supone una quiebra de la
democracia por parte de unos líderes que pretenden hacer olvidar de este modo a
sus fieles seguidores el amplio historial delictivo que tienen. CDC, ahora
PDECAT, está pendiente de un juicio oral por el expolio del Palau de la Música;
tiene también juicios pendientes el que fuera alto dirigente de ese partido,
Oriol Pujol; y el mismo fundador, Jordi Pujol Soley, está imputado, con varios
miembros de su familia, en otro gran proceso, en principio, por fraude fiscal y
blanqueo de capitales, todos ellos tratados, ciertamente, con una evidente
benevolencia judicial. Y está también pendiente el juicio, más que fundado,
contra la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, por una desobediencia
similar a la del ex presidente Artur Mas.
Pero un líder aclamado acríticamente
y, como dijo Romeva —el izquierdista reconvertido— una “sociedad movilizada” y
sumisa crean las condiciones para movimientos de signos parafascista. Expresión
de ello han sido las concentraciones convocadas ante el Tribunal Superior, que
pretenden repetirse el próximo 6 de febrero. Manifestaciones que han contado
con la participación de entusiastas seguidores y, lo que es más irritante, del
propio Gobierno. Con el pretexto de acompañar a los imputados, comparecieron y ahora
volverán a hacerlo ante las puertas del Tribunal en un clima evidentemente
coactivo, dado el tono airado y amenazante de los concentrados, lo que
constituye un gravísimo abuso de poder y un intento de presionar a los
magistrados.
Parece que Catalunya se empeña en
repetir comportamientos como el de Jordi Pujol, cuando cínicamente invocó la
ética ante la querella por el caso Banca Catalana. También ahora los
manifestantes han gritado “fuera la justicia española”. Pero cabe preguntar
—especialmente al juez Santiago Vidal—dónde estarán los jueces independientes
que deberían juzgar los numerosos procesos por corrupción, presentes y futuros,
en Catalunya.
Los dirigentes de CDC que tan
airadamente rechazan la jurisdicción del Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña tienen escasa memoria sobre la importancia que, cuando les conviene,
atribuyen a los tribunales del Estado español. Cuando la Audiencia Nacional
absolvió a todos los acusados que se manifestaron ante el Parlament en Junio de
2011, el Gobierno que ahora se enfrenta tan descaradamente al Tribunal
Superior, se apresuró a recurrir ante el Tribunal Supremo, consiguiendo una
condena injusta de prisión para ocho de los acusados. Un ejemplo, entre muchos,
de la falta de principios éticos del actual Gobierno catalán. ¿En manos de
quien está Catalunya? ¿Cuál es su futuro? El referéndum que se proyecta no
tiene ninguna base legal y sobre todo, no puede ser convocado por un Gobierno
que carece de la objetividad, neutralidad e imparcialidad que son condiciones
indispensables para llevarlo a cabo.