domingo, 20 de mayo de 2018

No hay Govern


El prestigioso diario El País en sus hojas de Opinión y como editorial, edita un interesante artículo sobre el nuevo President de la Generalitat, Quim Torra.

Articulo de opinión que por entender que puede ser del interés de nuestros seguidores, lo adjuntamos en elblogdefcosvi.


EDITORIAL

No hay Govern

Con su propuesta de consejeros, Torra hace imposible el levantamiento del 155

El País
20/05/2018


Tras desacreditar a la institución de la presidencia de la Generalitat con un historial de pronunciamientos racistas impropios de un cargo electo en cualquier democracia de nuestro entorno y continuar su desprestigio con una toma de posesión clandestina y denigrante para los millones de catalanes a los que tienen encomendado representar, el nuevo president de la Generalitat, Quim Torra, pretende ahora constituir un Govern fantasmagórico, compuesto de consejeros aquejados de una imposibilidad práctica para ejercer sus responsabilidades, por radicar varios de ellos, transitoriamente, en la cárcel o en el extranjero.

La arquitectura de este Govern etéreo constituye una clara provocación que ni el Gobierno ni los partidos constitucionalistas pueden en modo alguno tolerar. Primero y ante todo porque confirma que la voluntad de Torra no es la de, como correspondería a un presidente autonómico salido de las urnas, conformar un Gobierno que impulse políticas en favor de la ciudadanía, sino continuar el enfrentamiento entre la Generalitat y el Estado que con tan desastrosas consecuencias abriera el anterior Govern presidido por Puigdemont.

Pero también porque contradice frontalmente la promesa de constituir un “Govern efectivo” que su lista electoral había presentado ante los votantes y trunca el compromiso de Esquerra de establecer un Ejecutivo que gobierne sin consejeros impedidos físicamente para realizar su tarea.

Con su propuesta, Torra quiere seguir alimentando la agitación infinita y el victimismo, confirmando así que, tras haber perdido el favor de los catalanes, topado con el Estado de derecho, la unidad de los demócratas y la falta de apoyo internacional, ese es el único plan hoy del independentismo. Se trata de una estrategia suicida, pues está destinada a fracasar, pero al inmenso coste de fracturar aún más la sociedad catalana, promover el enfrentamiento con el Estado y sembrar la desconfianza entre empresarios e inversores extranjeros.

Con su decisión, Torra no hace sino comunicar formalmente al Estado su rechazo a formar Gobierno, que era la condición que el Senado fijó para señalar el fin de la vigencia del artículo 155. Ante tamaña irresponsabilidad, el Gobierno y el resto de los partidos constitucionalistas se ven abocados a retomar el consenso y la unidad de entonces y rechazar la propuesta de Govern planteada por el nuevo president.

sábado, 19 de mayo de 2018

Hay que verlo para creerlo

Gregorio Morán Suárez (1947-Oviedo- Asturias) escritor, periodista y articulista. Autor de fina visión, lo cual sin duda le ha provocado más de un problema, dado que no se acepta la franqueza, más si está contiene una cierta ironía. Gregorio Morán tiene en su haber magníficos artículos y a su vez es autor de exelentes libros.   



Gregorio Morán en su línea, ha escrito este interesante artículo en el diario digital, Crónica Global, por entender que el mismo podría ser del interés de los seguidores de elblogdefcosvi, lo adjuntamos en el mismo.


Gregorio Morán




Diario digital, Crónica Global 




Hay que verlo para creerlo

Por: Gregorio Morán

19.05.2018
     
Después de muchos años gobernados en Cataluña por la derecha nacionalista, en ocasiones con la aportación de la izquierda sumisa, henos ahora metidos de hoz y coz con un presidente de la Generalitat de extrema derecha, racista y xenófobo.

La componente religiosa aparece como signo de exclusividad del supremacismo. No es banal que la mesa de conversaciones entre el presidente huido de la justicia, y de sus responsabilidades, con este fantasma salido de las cloacas de la subvención pública, Quim Torra, intelectual doméstico y cuyo único empleo social fue, como en una broma macabra, vendedor de seguros de una compañía suiza, esa mesita, digo, esté presidida por la imagen de la Virgen, La Moreneta, el símbolo de Montserrat y del catalanismo más apegado a las tradiciones conservadoras.

Hemos entrado, pues, en el terreno del nacional catolicismo catalanista, y si alguien se ofende por sus bellaquerías racistas y xenófobas, “lo sienten”. Es decir, los ciudadanos de segunda no podemos pedirle más a nuestro pastor de almas y pueblos. Habría que empezar con la consideración de que su lenguaje es anterior a la introducción de la ciudadanía. Su mundo perdido de la libertad --imagino que espiritual y sólo para cruzados de la fe-- terminó con el Antiguo Régimen de 1714. A Quim Torra debe la ciudadanía de Barcelona la paralización del Mercado del Born, esencia de un pasado de señores y vasallos, donde instaló una inmensa sábana como enseña del más rancio catalanismo (gracias a tan magna iniciativa patriótica, el incompetente y también cristiano viejo Federico Trillo, ministro del Ejército a la sazón, emuló la gesta instalando otra bandera-sábana junto a la madrileña plaza de Colón). ¿Por qué los payasos políticos no acabarán de admitir que su lugar, digno y exento de consecuencias, es el circo mediático?

Racismo, xenofobia y La Moreneta. Con eso se construyó el carlismo dominante en tantas zonas de España, la provincia de Girona sin ir más lejos, semillero actual del nacional-catolicismo catalán que amenaza nuestra ciudadanía. Lo único que cambiaba eran las vírgenes. A cada uno la suya. No es extraño que para estos ultramontanos el reverendo Jaime Balmes, que trató infructuosamente de introducir cierta civilización en aquel mundo de violentos de alma y cuerpo, sea considerado el ejemplo periodístico más reseñable de la prosa española del siglo XIX. Un desprecio, por ignorancia provinciana y eclesial, hacia Mariano José de Larra, liberal y creador de la prosa que volvería a introducir el castellano en la gran literatura de la que llevaba ausente casi un par de siglos.

Cataluña tiene un presidente de la Generalitat que no puede, o debe, usar varias dependencias del Palau de la plaza Sant Jaume porque pertenecen al Ausente. Pero la colección de genialidades chuscas no queda sólo ahí. La izquierda radical de la CUP apoya esta su última oportunidad de influir en el Parlamento, y avala con su gesto aupar a un reaccionario meapilas y xenófobo. En su candor de criaturitas a la búsqueda de su día de gloria antes de integrarse en los negocios paternos, creen que un régimen puede cambiarse con una declaración, un corte de autopistas y una intimidación a los adversarios. La república es una cosa seria que no admite líderes de chichinabo pagados con dinero público. No se derrota a un Estado con un piquete adolescente, igual que no se crea una Generalitat fuerte con empleados y funámbulos.

La broma de un diario digital que publicó un artículo utilizando las mismas expresiones que Quim Torra, el presidente-marioneta, usó respecto a los no catalanes, pero refiriéndolo a ellos mismos, provocó una cascada de indignación en el macizo de la raza catalana -ya ven, ahora hay que habituarse al lenguaje de posguerra!--. Hasta que se dieron cuenta del sarcasmo y retiraron sus letanías victimistas de las redes sociales. Este es un país que tiene un gran sentido del humor, siempre y cuando se refiera a los otros.

El triunfo, no electoral sino de compadreo y miedo ante la oportunidad de gobernar y distribuir el presupuesto, no es lo más grave. Ni siquiera que el poder efímero de un neofascista desvergonzado, con señora profesora en el colegio más racista de Cataluña, el Thau, creado por el difunto Joan Triadú, un fanático de los dos legados incuestionables de la catalanidad, lengua e Iglesia. Tampoco eso.

Lo inquietante es que el ambiente de violencia​ está subiendo de grados. E igual que sucede cuando alguien se dedica a provocar, sin otro ánimo que exacerbar al adversario, ocurre siempre que en ese momento aparecen puñados de voluntarios para comprobar si la gasolina desparramada son Aromas de Montserrat o líquido incendiario. Se masca la violencia. Hay quien sueña con ella.

martes, 15 de mayo de 2018

Pesadilla en Barcelona


Javier Cercas  (Cáceres, 1962), crecido en Catalunya, viviendo muchos años en Barcelona y en Girona. Licenciado en Filología hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona y posterior doctorado en la misma Universidad. Trabajó durante dos años en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign( EE.UU) Universidad que es un centro de estudios focalizado en la investigación de tecnología de avanzada. Ejerció de profesor de literatura española en la Universidad de Gerona.

Javier Cercas es  escritor, traductor y columnista para diversos periódicos, siendo colaborador habitual del prestigioso diario El País y de su suplemento dominical.  Autor de varias obras, destacándose  su exitosa novela del año 2001: Soldados de Salamina, obra que está presente en varios países y traducida  en varios idiomas, convirtiéndole en un escritor mundialmente reconocido. Obra que fue pasada al cine, bajo la dirección de David Trueba.

Javier Cercas escribe un muy interesante artículo de opinión en el diario El País, articulo que adjuntamos en nuestro blog; elblogdefcosvi por considerar que será del interés de nuestros lectores, principalmente el apartado en forma de  pregunta dirigida    a los  señores; Pujol, Roca y Mas, así como a las organizaciones políticas; ERC y CUP, que no es otra que; “si comparten las ideas del señor Torra ?”. Lógicamente, la respuesta por lo que respecta a la opinión del  elblogdefcosvi, dudamos se produzca, es más de producirse será siempre en signo de justificación, de minimizar y de acusar a todos los otros de todavía más.  Entra en lo que a nuestro criterio consideramos que los de la argucia política disfrazada de independencia y de todo lo que haga falta y más, nunca han considerado a la ciudadanía catalana, pues de haberla considerado nunca la hubieran utilizado y engañado, por lo tanto sobre los muy, a nuestra opinión, execrables  pensamientos publicados  del electo Presidente señor Torra, tampoco consideraran a la ciudadanía, pasaran un tupido velo sobre a tanta viga en propio ojo, de ser además…. “dels nostres”.

Nota:  Una de las imágenes finales, la fotografía ya proclamado el señor  Torra, Presidente de la Generalitat posando con ex presidentes del Parlamento de Catalunya, más el ex Presidente de la Generalitat señor Mas,  todos  nacionalistas e independentistas y además el socialista ex Presidente de la Generalitat señor Montilla. Todos poseyendo el conocimiento  de la forma de pensar, entre las muchas, la del insultante anti españolismo  del señor Torra. Fotográfica que  en mi opinión,  afecta principalmente  a la imagen con  la presencia del señor Montilla, hace daño. Como también hizo daño la imagen del  apretón de manos de algunos cabezas de lista de determinados  grupos políticos.  






Diario El País, Opinión



¿Representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del nacionalismo tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo predicaba en Cataluña?


Pesadilla en Barcelona

Por: Javier Cercas





15/05/2018

Repitámoslo una vez más, a ver si repitiéndolo acabamos de creerlo: Joaquim Torra, flamante presidente de la Generalitat, es un entusiasta de Estat Català, un partido fascista o parafascista y separatista que en los años treinta organizó milicias violentas con el fin de lanzarlas a la lucha armada; también es un entusiasta de sus líderes, en particular de los célebres hermanos Badia, dos terroristas y torturadores a quienes, como recordaba Xavier Vidal-Folch en este periódico, el señor Torra calificó como “los mejores ejemplos del independentismo”. La palabra “entusiasta” no es, como se ve, exagerada. Hace apenas cuatro años, en un artículo titulado, Pioneros de la independencia y publicado en el diario El Punt Avui, el señor Torra escribía refiriéndose a Estat Català y a Nosaltres Sols!, una corriente de Estat Català nacida en torno a una red paramilitar clandestina: “Y hoy que el país ha abrazado lo que ellos defendían desde hace tantos años, me parece de justicia recordarlos y agradecerles tantos años de lucha solitaria. ¡Qué lección, qué bellísima lección!”.

Todo lo anterior es más o menos conocido; no lo es tanto, en cambio, que el partido venerado por el señor Torra sobrevivió a la Guerra Civil y el franquismo y revivió durante la Transición. Así, la hemeroteca de la Universidad Autónoma de Barcelona conserva un cuaderno firmado por Nosaltres Sols! que, según el historiador Enric Ucelay-Da Cal, se publicó en torno a 1980. Está escrito en catalán, consta de ocho páginas mecanografiadas, se titula; Fundamentos científicos del racismo y concluye de esta forma: “Por todo esto tenemos que considerar que la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial”. Cambiando “alemán” por “catalán” y “español” por “judío”, estas palabras las hubiera firmado cualquier ideólogo nazi de pacotilla: ¿son ellas la lección, la bellísima lección que, según el señor Torra, debemos aprender los catalanes de sus admirados pioneros independentistas? La respuesta sólo puede ser sí, al menos a juzgar por los artículos y tuits que el señor Torra ha escrito en los últimos años y que hemos conocido con incredulidad estos últimos días, en los que los españoles aparecen sin falta como seres indeseables, candidatos a ser expulsados de Cataluña (“Aquí no cabe todo el mundo”, escribió en 2010, refiriéndose a dos socialistas catalanes con apellidos españoles).

El nuevo presidente de la Generalitat es un entusiasta de Estat Català, un partido fascista

En su primera entrevista como candidato, el señor Torra declaró sobre esas porquerías xenófobas: “Pido disculpas si alguien las ha entendido como una ofensa”. ¡Pero, hombre de Dios, cómo se le ocurre! ¿Quién en su sano juicio consideraría una ofensa que se le califique de sucio, fascista, violento y expoliador, como hace usted en sus textos con millones de personas? Y ahora la pregunta se impone: ¿representa el señor Torra, con su xenofobia salvaje, al independentismo actual? ¿Esto es lo que había detrás del nacionalismo tolerante, transversal, abierto e integrador que el catalanismo predicaba en Cataluña y que tantos nos creímos durante años (aunque no fuéramos nacionalistas)?

Uno entiende muy bien que el señor Puigdemont y tres o cuatro insensatos como él compartan las ideas del señor Torra, pero ¿las comparte también el PDeCAT, la antigua Convergència de Pujol y Roca y Mas? ¿Las comparten ERC y la CUP, partidos que dicen ser de izquierdas? Y, si no las comparten, ¿cómo es posible que hayan permitido con sus votos que este señor sea presidente de Cataluña? Porque no es que el señor Torra no merezca ser presidente de la Generalitat; es que no merece ser representante político de nadie, y los partidos catalanes que conservan un mínimo de cordura y dignidad hubieran debido exigir su inmediata dimisión como parlamentario. ¿Cuánto hubiera durado en su escaño un diputado de cualquier parlamento español que hubiera escrito sobre los catalanes las brutalidades que ha escrito este señor sobre los españoles y hubiera expresado hace cuatro días su entusiasmo por Falange, el equivalente español de Estat Català?

Los partidos que conservan un mínimo de cordura hubieran debido exigir su dimisión

Hasta aquí, el asco y la vergüenza; ahora viene el miedo. Porque el señor Torra ha prometido en el Parlamento catalán hacer exactamente lo mismo que, en nombre de la democracia y sin el más mínimo respeto por la democracia, hizo su antecesor en la presidencia de la Generalitat, lo mismo que en otoño pasado llevó a Cataluña, tras el golpe desencadenado el 6 y 7 de septiembre, a vivir dos meses de locos durante los cuales el país se partió por la mitad y quedó al borde del enfrentamiento civil y la ruina económica (una ruina que algunos economistas consideran en voz baja difícil de evitar: una muerte lenta). Por supuesto, este xenófobo entusiasta de un partido fascista o parafascista y violento se halla en condiciones de cumplir su ominosa promesa, porque a partir de su toma de posesión tendrá en sus manos un cuerpo armado compuesto por 17.000 hombres, unos medios de comunicación potentísimos, un presupuesto de miles de millones de euros y todos los medios ingentes que la democracia española cedió al Gobierno autónomo catalán, además de cosas como la educación de decenas de miles de niños. Dicho lo anterior, sólo puedo añadir que me sentiría mucho más tranquilo si el presidente de la Generalitat fuera un paciente escapado del manicomio de Sant Boi con una sierra eléctrica en las manos.

A veces la historia no se repite como comedia, según creía Marx, sino como pesadilla; es lo que está ocurriendo ahora mismo en Cataluña. El señor Torra lleva razón en una cosa: de un tiempo a esta parte, todo el nacionalismo catalán y dos millones de catalanes parecen haber abrazado las ideas que en los años treinta defendían Estat Català y Nosaltres Sols!; la mayoría de los separatistas no lo saben, claro está, pero eso explica que nuestro nuevo presidente sea el señor Torra. O dicho de otro modo: ayer tomaron el poder en Cataluña aquellos a quienes la mayor parte del nacionalismo catalán, desde los años treinta hasta hace muy poco, consideraba extremistas peligrosos, cuando no directamente descerebrados. En estas circunstancias, no sé si merece ya la pena pedir ayuda a un Gobierno español que ni siquiera ha sido capaz de explicar a la opinión pública europea qué es lo que está pasando en Cataluña; se la pido al Estado democrático, a los europeos, a los españoles y a los catalanes de buena fe —incluidos los separatistas catalanes de buena fe—: hay que parar esta pesadilla.

El día de mañana. La solución al problema catalán

Eduardo Valencia, Doctor en Historia Contemporánea por la UNED, forma parte de la Ejecutiva de la Federación del Maresme, formando parte del equipo de Política Municipal. Presidente de Ágora Socialista, corriente de opinión oficial dentro del PSC. Forma  parte del Consell Nacional del Partit dels Socialistes de Catalunya

Eduardo Valencia 




El día de mañana. La solución al problema catalán

por: Eduardo Valencia 

15/05/2018



No piensen ustedes, queridos lectores, que lo que van a encontrar a continuación hace referencia a situaciones e ideas catastróficas con referencias bíblicas que se ciernen sobre Cataluña. Simplemente trato de corroborar la constante involución política que sufrimos con una sociedad rota y cada vez más dividida entre buenos y malos, entre indepes o españolistas, según a quien se pregunte.

En Cataluña se gobierna con el amparo del Gobierno de la Nación desde octubre del 2017 bajo los auspicios del artículo 155 de la Constitución Española con el objetivo de preservar el statu quo legal y civil en España. En todo este tiempo, hemos visto de todo, hasta llegar a hacer el ridículo según palabras de un antiguo ex presidente de la Generalitat. Incluso, hemos contemplado situaciones que rozan lo esperpéntico. Así pues, nos encontramos de nuevo, tras ocho agotadores meses, en la casilla de salida y en manos de un colectivo minoritario anarco nacionalista que ha decidido que la amargura, el desaliento y la mala leche” deben continuar entre nosotros. Si señores, todo se ha resuelto en una reunión asamblearia de la CUP en un pueblo histórico de la provincia de Lleida, Cervera. Un municipio de la Cataluña profunda, que no solo es conocido como el lugar donde nació nuestro ídolo actual, Marc Márquez, sino como una de las ciudades que optaron con aliarse con el Rey Felipe V en la tan denostada Guerra de Sucesión Espola. Casualidades de la historia.

La propuesta es nombrar o no a un gobernante títere, según sus propias reflexiones. Un diputado del Parlament de Catalunya que hasta hoy la mayoría de nosotros no conocíamos ni su nombre, y que su único mérito, que no es poco, dado los tiempos que corren, es ofrecer su lealtad y vasallaje al pncipe destronado por un rey borbón. Eso sí, con la jubilación perpetua como prebenda ¿Verdad que suena a alucinante? De momento no hay solución, solo queda esperar. Por eso, mientras tanto, prefiero ser más productivo y positivo en la squeda de una solución que nos indique la salida a este bucle enfermizo que nos agota.

Sin duda, todos estamos de acuerdo en que el problema catalán sigue vigente y que el artículo 155 de la Constitución, tal como se planteó, no ha sido suficiente como era de esperar para calmar las ansias independentistas. Es más, la crispación se va transformando en grosería, vía tuits, etc., ante la indiferencia de las partes beligerantes en el Parlament que ya ni se hablan ni se entienden.

Por otro lado, el Gobierno de la Nación sigue encallado en no arriesgar en su acción política encubriéndose con una justificación judicial que ya no da más de y con la aquiescencia de una débil oposición preocupada más por sus problemas internos que no por ir todos juntos con un mensaje unitario de lealtad al Estado y a la ciudadanía que les refrenda. En conclusión, la intervención del Estado en la Generalitat ha sido un fracaso más bien por su proporcionalidad que no por su legalidad. Mientras tanto, el Gobierno, como si de un juego se tratara, está por la labor de renunciar a su máxima responsabilidad institucional accediendo a los caprichos y el chantaje de las minoas nacionalistas para conseguir la aprobación de los presupuestos del Estado.

Algunos intuimos que la amenaza de ruptura del Estado va aumentando, no por la fortaleza de los nacionalistas, sino por la debilidad de los Partidos Constitucionalistas que tienen como máxima responsabilidad la defensa de su integridad política y territorial. En definitiva, la conspiración para la consecución de un golpe de Estado sigue latente a los ojos de los perplejos ciudadanos que observamos cómo se manipulan instituciones y medios de comunicación en pro de un objetivo, la ruptura con el régimen democrático establecido.

Vemos con resignación que la clase política catalana ha fracasado tanto en sus objetivos como en sus todos, generando una frustración en la ciudadanía de imprevisibles consecuencias. El discurso incendiario del nuevo títere de Puigdemont apoyado por los cuperos” ha colmado el vaso de paciencia. Creo que en política no todo vale, por tanto, no se puede ser condescendiente ni darle el mínimo privilegio a alguien que desacredita al menos a una parte de la sociedad y a una institución que tanto ha costado a todos construir. Lo de Molt Honorable se gana, no se otorga. Ya lo dijo Felipe González. Están más cerca de perder la Generalitat que de ganar la independencia. No obstante, y a la espera del día de mañana, no debemos olvidar que España se constru mediante un vasto sistema de incorporación y, en esta, la fuerza tiene un carácter secundario, no esencial. El poder que verdaderamente impulsa y nutre nuestra nación se basa en un proyecto sugestivo de vida en común, por tanto, debemos rechazar toda interpretación estática de la convivencia nacional y entenderla dinámicamente. Recordemos que no viven juntas las personas porque sí; esa cohesión a priori solo existe en la familia. Los ciudadanos que integran un Estado, una nación, no conviven por estar juntos sino para hacer algo juntos; por tanto, sigamos en esta nea.

El concepto de España como nación no se hizo desde dentro, sino desde fuera. Solo una acertada política internacional, política de magnas empresas, hizo posible una fecunda política interior. Así pues, la unidad espola creada hace cinco siglos, fue el resultado de la unificacióde las dos grandes políticas internacionales que a la sazón había en la península, la Corona de Castilla y la de Aragón. Por lo tanto, fue hecha para intentarla.

Ahora, en pleno Siglo XXI parece que volvemos de nuevo a lo que Ortega y Gasset denominó como particularismo que es la manifestación más acusada del estado de descomposición social en que nos encontramos. Dos sociedades cada día más separadas, como ha manifestado recientemente el ex presidente Montilla, en que cada una de ellas deja de sentirse a misma como parte, y en consecuencia deja de compartir los sentimientos de los demás. Pocas cosas hay tan significativas del estado actual como oír a vascos y catalanes sostener que son ellos pueblos “oprimidos” por el resto de España, cuando la situación privilegiada de la que gozan es tan evidente que, a primera vista, esa queja llega a lo grotesco. No obstante, a quien le interese no tanto, juzgar a las gentes, como entenderlas, debería importarle más notar que ese sentimiento para ellos es sincero, por muy injustificado e irracional que sea. Se trata de algo puramente relativo, veamos. El hombre condenado a vivir con una mujer a quien no ama siente las caricias de esta como un irritante roce de cadenas. Así, aquel sentimiento de opresión, injustificado en cuanto pretende reflejar una situación objetiva, es ntoma verídico del estado subjetivo en que Cataluña y el País Vasco se hallan. Si esto lo hemos llegado a entender, entonces debemos llegar a la conclusión de que quien desee que España entre en un periodo de consolidación, deberá contar con los demás y aunar fuerzas. Desafortunadamente, cuando parte de una sociedad degenera hasta el punto de caer en un estado de espíritu como el descrito, son inútiles razonamientos y predicación. Su enfermedad consiste precisamente en que no quiere dejarse influir, en que no está dispuesta a la humilde actitud de escuchar. Cuánto más se la quiera adoctrinar, más herméticamente cerrará sus oídos y con mayor violencia pisoteará a los predicadores. Entramos en una etapa donde la ausencia de los mejores (políticos, economistas, filósofos) o, cuando menos, su escasez, actúa sobre toda nuestra historia e  impide  que seamos nunca una nación suficientemente normal, como lo han sido las demás nacidas de similares condiciones.

Nuestra generación debe hacer frente a los retos que cíclicamente nos envuelve en la confrontación y el desánimo y nos exige de nuevo defender los intereses de esta sociedad que algunos quieren fragmentar. Es necesario por lo tanto que superemos con optimismo la conllevancia llevada hasta ahora entre las dos formas de pensar y sin ninguna solución final.

Llegados a este punto creo que si la sociedad catalana en su conjunto quiere corregir su suerte y lanzarse de nuevo a una ascensión histórica, tiene que cortar en lo más hondo de sí misma esa radical perversión de los instintos sociales. Debemos superar el particularismo que genera aquel estado de espíritu en que creemos no tener por qué contar con los demás, unas veces por excesiva estimación de nosotros mismos, otras por excesivo menosprecio del prójimo. Es ahí donde perdemos la noción de nuestros propios límites y comenzamos a sentirnos como todos, independientes. Las naciones se forman y viven de tener un programa para mañana: un objetivo con. No es necesario, ni importante, que las partes de un todo social coincidan en sus deseos y sus ideas; lo necesario y sustancial es que tanto los catalanes que quieren romper, como los que queremos convivir conjuntamente, en cierto modo vivamos las inquietudes de unos y de otros. En 1992 tuvimos la experiencia de la que estoy hablando. Las Olimpiadas en Barcelona tuvieron éxito porque todos, ambas sociedades, teníamos un objetivo común y por eso tenía que salir bien. Por el contrario, la pérdida de la capitalidad de la Agencia Europea del Medicamento en Barcelona nos ha demostrado lo inverso. Busquemos entonces nuevos objetivos que interesen a todos en su conjunto y de nuevo seremos grandes como sociedad y como individuos.